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Historia de una quintería

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  • Antonio Candelas
  • 2022-01-26 00:00:00

No es fácil encontrar en pie vestigios del costumbrismo vitícola manchego. En mitad de la llanura más inspiradora del mundo, en la que cielo y viña se tocan, se encuentra la casa de labor de Finca Tinedo, un lugar que ya olía a vino en 1846.   


La quintería era el hogar en mitad del campo en el que los agricultores manchegos se mudaban durante las épocas de recolección cuando los rudimentarios medios de transporte no permitían idas y venidas al pueblo. Allí pasaban los días de dura vendimia entre calores despiadados, espuertas y carros cargados de uva, pero también con momentos de descanso de la cuadrilla de vendimiadores al final de la jornada alegrados con cánticos populares y reparados por la gastronomía local. El edificio que gobierna Finca Tinedo era una de esas quinterías que hoy se conserva cinco generaciones después y que, además, alberga la bodega en la que Manuel Álvarez Arenas elabora las uvas de las 47 hectáreas de viñedo que tiene la finca. La historia de este lugar hace que sea una de las fincas vitícolas más antiguas de La Mancha. Aunque el tatarabuelo Dionisio la adquirió en 1846, fue la bisabuela de Manuel, Doña Esperanza, la que decidió construir la quintería y su bodega unos años más tarde. Aquella mujer, viuda, con hijos y hermanos, pudo haber dejado que ellos gestionaran finca y bodega, pero su carácter valeroso y su pundonor desmoronaron cualquier cliché de la época y comenzó a gestar el concepto de vino de finca. Una idea que fueron heredando las generaciones posteriores hasta que Manuel, biólogo de formación, abrazó en 2002, con ilusionante perspectiva de futuro, un proyecto que persigue plasmar en los vinos la personalidad de la uvas cultivadas en la finca.

El sello de la tierra
La carretera que une Las Mesas (Cuenca) con Socuéllamos (Ciudad Real) divide la finca en dos. Ante la aparente homogeneidad de la meseta manchega se descubren diferencias en el terreno, que es lo que en su momento determinó la ubicación de la quintería y bodega, así como la plantación de las variedades en 2005. El suelo de menor edad, más consistente y con mayor cantidad de aluvión, es donde se construyó la casa y se plantaron las variedades blancas Sauvignon Blanc y Moscatel de Grano Menudo. Al otro lado de la carretera, el terreno es más arenoso como consecuencia del lavado a través de los años de la marga caliza. En él las cepas tintas Tempranillo, Graciano, Syrah y Cabernet Sauvignon hunden sus raíces hasta encontrar un horizonte arcilloso en el que la poca agua caída durante el invierno y la primavera se almacena para afrontar con garantías el verano.
El cultivo de la cepa se rige bajo la normativa ecológica. Y es que la tierra manchega es muy agradecida para cultivarla respetando la armonía ambiental, lo que de alguna manera se traduce en una mayor pureza de aromas y sabores de las variedades. Las interminables horas de sol y la escasez de lluvias suponen un reto constante para la planta, cuyas intrépidas raíces exploran sin descanso la tierra hasta encontrar el sustento, pero también garantizan su perfecto estado sanitario durante todo el año. La exigencia al servicio de la calidad.

Tradición sostenible
Cuando se defienden las señas de identidad de un pueblo, a la vez y de forma natural se está protegiendo el entorno porque el paso de los siglos ha creado el equilibrio. Es lo que Manuel intenta transmitir en cada una de las visitas enoturísticas que organiza. La sobriedad y pulcritud de las paredes blancas de la casa de labor, los primitivos muros que resguardan la bodega o las últimas caricias del sol cuando los brazos de las cepas lo guardan hasta el día siguiente quedan grabados en los vinos de Finca Tinedo. Unas elaboraciones que se han afinado en hormigón y barricas de varios usos para que su expresión sea cristalina. Vinos de finca y de parcela que hablan de un lugar mágico en el que la gastronomía tradicional forma parte de la experiencia: queso, migas, lomo de orza, gachas... Viandas propias de otro tiempo que disfrutadas en aquel entorno nos enseñan el verdadero sabor de la tierra. Una deliciosa forma de descubrir la riqueza que encierra el minimalismo del paisaje manchego.


Tinedo Bodegas y Viñedos

Ctra. CM-3102, Km. 30
13630 Socuéllamos (Ciudad Real)

926 228 999

www.tinedo.es



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