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Nero d’Avola & Co. La fuerza del sur

  • Redacción
  • 2001-12-01 00:00:00

Hasta hace pocos años, los vinos de las cepas autóctonas de Sicilia no eran más que complementos de los grandes de la Toscana, del Piamonte e incluso de Francia, tipos robustos con estructura y color, que fortificaban a sus hermanos más pálidos del norte. Ahora salen a la luz las antiguas variedades.

Hay que reconocer que, de los 10 millones de hectolitros de vino que anualmente producen en Sicilia las 150.000 hectáreas de viñedos, siete octavos siguen destinándose a las mezclas. Pero cada vez más fincas están embotellando sus propios vinos: sólo un puñado a principios de los noventa, y actualmente ya varios cientos. El número de expositores del pabellón de Sicilia de Vinitaly se ha duplicado de 2000 a 2001.
Aunque las variedades foráneas como Cabernet Sauvignon y Chardonnay se dan bien en Sicilia, los vinicultores emplean preferentemente uvas autóctonas. Entre ellas, la más famosa es la Nero d’Avola. Aunque pueda sonar como un título nobiliario, traducido no significa otra cosa que «tinta de Avola». Efectivamente, el vino reluce en un profundo púrpura, casi negro. La Nero d’Avola procede probablemente de Siracusa, en el sudeste de Sicilia, desde donde se extendió por la isla. Ya en el siglo XIX empleaban este vino comerciantes franceses para conferir fuerza y jugosidad al Borgoña y al Burdeos. Aún en 1996, 15.000 hectolitros de mosto iban a parar a la Toscana, al Veneto y al Piamonte.
Hoy se hacen vinos interesantes con Nero d’Avola sobre todo en la fructífera región entre Agrigento, en la costa sur de la isla, y Caltanisetta, en el interior, pero también en las montañas que rodean Palermo, más al norte. Sólo Siracusa, lugar de origen de la uva, sigue sumida en su sueño secular; allí, algunos pequeños productores acaban de empezar a embotellar su propio vino.

Milazzo: En busca de las uvas «perdidas»
Giuseppe Milazzo está de mal humor: la máquina de café exprés de su oficina sólo escupe vapor de agua, y la nueva secretaria se equivoca con la botella que debía traerle. «Todo hay que hacerlo personalmente», se queja. Pero su rostro se ilumina cuando descorcha sus botellas para escanciar el vino: las tres contienen Nero d’Avola, cuyo aspecto ya anuncia su sabor: con la fuerza del sur, ligeramente herbáceo, frutal, rico en taninos y bien estructurado. «Yo fui uno de los primeros que embotellaron ‘in purezza’ el Nero d’Avola», declara Milazzo. A sus 60 años, es propietario de una finca vinícola de 40 hectáreas entre Caltanisetta y Agrigento. Ha producido hasta la fecha unas 300.000 botellas, pero esto va a cambiar: la bodega y las oficinas ya se están ampliando. ¿Todo esto para el Nero d’Avola? «Somos una de las pocas bodegas que nunca le añadió Cabernet», dice. «No hay por qué igualar todos los sabores».
Milazzo relata entusiasmado que empezó hace dos años a buscar por diversas regiones de Sicilia viejas cepas de Nero d’Avola. Encontró ejemplares de hasta 50 años entre los olivos, y halló un total de 21 tipos distintos. Ahora está microvinificando con estas cepas, y el vinicultor espera los resultados con expectación. «Hasta ahora, nadie ha investigado con la Nero d’Avola», dice. Sean cuales sean los resultados de sus investigaciones, redundarán en beneficio de los vinos de Milazzo. Junto al pura sangre «Maria Constanza», herbáceo y frutal, este vinicultor produce una Cuvée compacta y bien estructurada de Nero d’Avola, Perricone y Barbera llamada «Terre della Baronia». El «Duca di Montalbo», por último, consta de Nero d’Avola y las variedades también autóctonas Nero Capucco e Inzolia Rossa. El sabor es complejo, recuerda a la miel y los frutillos del bosque.

Calatrasi: Cepas en espaldera
La poda tradicional en Sicilia es el «alberello», es decir, arbolito, y en algunas regiones también la pérgola. Pero están siendo sustituidos progresivamente por el cultivo en espaldera, podando las cepas según el método Guyot. Por suerte, opina Brian Fletcher: «Con este calor y tantas horas de sol, habría que hacerlo todo en Guyot». El enólogo australiano vive desde hace un año en San Cipirello, en los alrededores de Palermo. Su misión: dar más vida a los vinos de Calatrasi, uno de los gigantes del vino de Sicilia. Alrededor de 1.000 hectáreas de viñedos de la isla son propiedad de Calatrasi. La empresa se hizo famosa a través de una joint venture con la gran bodega australiana BRL Hardy. De ella proceden la línea «D’Istinto», con su capitana «Magnifico», pero también vinos más sencillos de Nero d’Avola y Syrah, y algunas variedades blancas. Alrededor de un 70 por ciento de la producción propia de Calatrasi en Sicilia son vinos tintos, naturalmente también de Nero d’Avola: 120.000 botellas proceden de Terre di Ginestra, la finca escaparate de la Casa. Allí, esta variedad produce un vino fuerte, oscuro y elegante. Pero el resto del Nero d’Avola, el que traen los campesinos, no entusiasma a Fletcher: «El Nero d’Avola rústico es espantoso, muy alcohólico, con un ácido penetrante y taninos burdos». Actualmente, realiza la selección en el momento de la entrega; se paga según cantidad de cosecha y grado de azúcar. «Pero nos hallamos en una fase de reorganización», asegura el australiano. «Hay que animar económicamente a los campesinos a que traigan mejores calidades».

Conte Tasca d’Almerita: «Cygnus», un vino con música
Junto a una roca primitiva de la provincia de Palermo, Conte Tasca d’Almerita, se apuesta por la Nero d’Avola desde tiempo inmemorial. La finca vinícola está en manos de una antigua familia de nobles terratenientes, los Tasca d’Almerita. Desde 1830 se dedican a la vinicultura en las suaves colinas del interior de Sicilia, pero sólo desde los años 70 embotellan su producción. Hoy, Tasca d’Almerita es una empresa vinícola moderna con 390 hectáreas de viñedos. Las cepas más viejas tienen 43 años, y todas las variedades producen muy poca cosecha.
Como vino base, esta bodega produce el «Regaleali Rosso». Consta de Nero d’Avola y de la variedad también siciliana Perricone, elaborada en grandes cubas. También el «Regaleali Bianco» está hecho sólo con uvas autóctonas. El «Rosé de Regaleali» es algo muy especial. El enólogo Giuseppe Tasca nos cuenta: «Mi padre decía: cualquiera puede hacer un buen tinto y cualquiera, un buen blanco, pero mi rosado es el mejor del mundo». Ciertamente este vino centellea en un hermoso granate claro; se presenta crujiente, con tanino, dulzor y miel. Aunque actualmente no sea moderno, con seguridad es uno de los mejores de su especie.
Como novedad, Conte Tasca d’Almerita saca al mercado el «Cygnus 1998», una Cuvée de 70 por ciento de Nero d’Avola y 30 por ciento de Cabernet Sauvignon. Debe su nombre a una leyenda según la cual Richard Wagner compuso su «Parsifal» en Villa Tasca, Palermo: se dice que le inspiraron los cisnes del estanque. Procedente de cepas muy jóvenes, este vino se presenta con el color de un granate oscuro. Aún está relativamente cerrado, con especia reservada. En Tasca d’Almerita se utiliza la madera muy económicamente: «No elaboramos el vino con mucha madera, para evitar la uniformidad. Consideramos mucho más importante acentuar la fruta». Ejemplo perfecto es el «Rosso del Conte», una Cuvée de Nero d’Avola y Perricone que se embotella desde 1970. El «Tinto del Conde» es de un rojo granate oscuro y sabor equilibrado y redondo; la barrica le confiere un aterciopelado muy hermoso.

Corvo: Competencia de las propias bodegas
Ya que estamos con los grandes nombres: Sicilia no sería nada sin Corvo. Esta gran bodega de Casteldaccia, al este de Palermo, ha preparado el camino para la vinicultura de calidad en Sicilia. Ejerció función de pionera de la Nero d’Avola y de otras variedades sicilianas, por ejemplo la blanca Inzolia o la tinta Nerello Mascalese. Más aún: durante muchos decenios fue Corvo la única bodega siciliana que producía botellas. No tiene viñedos propios y compra uvas de toda la isla. La producción anual ronda el millón de botellas. Fundada en 1824, casi la totalidad de Corvo ha sido propiedad de la región de Sicilia. Pero ahora se va a privatizar esta empresa hipermoderna. En el momento de nuestra visita, aún estaba por determinar a quién correspondería.
Su paleta de calidades abarca desde lo sencillo hasta lo bien hecho. Así, el sencillo «Corvo Rosso» es un patrón con el que inevitablemente ha de medirse cualquier otro productor de vinos; está hecho con Nero d’Avola, Perricone y Nero Mascalese, es vigoroso y alegre: un buen vino para muchas ocasiones con una excelente relación calidad-precio. En el escalón superior de la escala cualitativa se sitúa el «Duca Enrico», una leyenda siciliana. Primero madura en grandes cubas de madera de roble esloveno, después en barricas. Fue el primer Nero d’Avola «in purezza» vinificado en la isla; se embotella desde 1984. «La cosecha de 2000 será extraordinaria para este vino», dice Angelo Paternò, director de producción de Corvo desde hace tres años.
Pero, cuidado, el «Duca» tiene competencia: Corvo presentó hace poco dos nuevos vinos hechos con 100% Nero d’Avola: el «Benotto», un vino DOC de la región alrededor de Siracusa, el único Nero d’Avola con denominación de origen controlada de Sicilia. Tiene sólo un breve paso por madera, su sabor es frutal y rico en taninos. Y el «Triskelè», vinificado con uvas de la región cercana a Agrigento, que pasa entre diez y doce meses en la barrica antes de ser embotellado. Aunque su nariz aún está algo cerrada, ya se vislumbra su gran elegancia.

Abbazia Santa Anastasia: ¡El vino ha de ser tinto!
Algunos kilómetros más al este, pasada la pequeña ciudad de Cefalú, están los viñedos de la Abbazia Santa Anastasia, alrededor de 400 hectáreas plantadas de cepas en la antigua abadía. En el siglo XVII, los monjes ya plantaban vides. Actualmente, la abadía es propiedad de la familia Lena; hace 18 años la adquirió Francesco Lena, constructor de profesión. Su hija Stefania es la enóloga de la finca, y hoy por hoy probablemente la única mujer enóloga de Sicilia. «Per me il vino é rosso», dice (para mí, el vino es tinto). Es el primer año tras su formación que esta joven trabaja en la bodega, apoyada por Riccardo Cotarella, el conocido enólogo de la Toscana. «Pero me deja hacer lo que quiero, sólo me da consejos de vez en cuando», declara. Abbazia Santa Anastasia vinifica el varietal «Santa Anastasia» y el «Passomaggio», una Cuvée de Nero d’Avola y Merlot. Además, últimamente hace furor el «Montenero». Se compone de un 60 por ciento de Nero d’Avola, un 20 por ciento de Merlot y otro tanto de Syrah: un buen vino complejo con taninos muy finos. En las laderas de la finca vinícola, la Nero d’Avola se ha ido convirtiendo en una más entre muchas. Porque también la Cabernet Sauvignon, Merlot, Chardonnay y Sauvignon blanc crecen allí magníficamente.

Morgante: Tres brindis por «Don Antonio»
Riccardo Cotarella no sólo juega con cartas de la Abbazia Santa Anastasia, sino también más al sur, en Grotte, con los hermanos Morgante. Esta finca vinícola acaba de empezar a embotellar, sin embargo los equipos, con sus grandes tanques de acero inoxidable, parecen tener una larga historia. Y es cierto que en Morgante ya hace décadas que vinifican su propio vino. Sin embargo, durante mucho tiempo lo vendían en el tanque, como tantas otras empresas sicilianas. Hasta que apareció Cotarella en 1997: ahora esta finca, en su primer año de embotellado, ha logrado un éxito extraordinario con un Nero d’Avola «pura sangre»: el «Don Antonio» del año 1998, llamado así en honor al padre de la familia. En la obra estándar italiana Gambero Rosso, este vino recibió, a la primera, tres copas.
En su finca de 30 hectáreas, Carmelo y Giovanni Morgante producen 120.000 botellas de vino al año. Acaban de plantar viñedos nuevos de Nero d’Avola. Los hermanos Morgante, hasta ahora, apuestan por ella como único caballo: los dos vinos de la finca son varietales Nero d’Avola. El «Morgante» madura cuatro meses en barrica, su sabor es especiado, a miel y vainilla. El «Don Antonio» permanece un año en la barrica y seis meses en la botella. La añada de 1998, aunque aún tiene mucha madera, ya es compleja y fina. «A veces, el vino huele a la flor del almendro», nos cuenta Carmelo Morgante. «Porque allí donde crecen los almendros también crece la Nero d’Avola».
Continúa explicando el vinicultor: «La Nero d’Avola necesita mucha atención. Por eso tenemos todo el cuidado que podemos, tanto en la bodega como en el viñedo». Y aunque hace poco que embotellan su vino, los hermanos tienen bastante experiencia. Al fin y al cabo, su vino de coupage ya era un producto de alta calidad. Morgante declara: «El problema con el vino de coupage es que da el mismo trabajo pero menos dinero que si se elabora y comercializa el vino propio».

Vinicultura en el extremo de Italia
Es probable que fueran los fenicios o los griegos quienes llevaron a Sicilia la Nero d’Avola, como tantas otras variedades de cepa que introdujeron en el ámbito del Mediterráneo. Hoy, «la tinta de Avola» ocupa 12.000 hectáreas de la isla. Sus uvas son de tamaño mediano y pesan alrededor de 350 gramos. Cuando están maduras, las uvas parecen casi negras. La Nero d’Avola da buenos resultados sola, pero también en mezclas con Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah, o bien con otras variedades autóctonas.
Las regiones DOC aún desempeñan un papel secundario en Sicilia. Muchos productos –también así la mayoría de los vinos Nero d’Avola– son IGT. Se trata de las siglas de «Indicazione Geografica Tipica», que distinguen a los productos típicos de una región. Hasta ahora, sólo los viñedos alrededor del Etna, los de Marsala y los de la isla de Pantelaria han alcanzado relevancia suprarregional como regiones DOC.
Junto a la Nero d’Avola, son variedades autóctonas importantes la tinta Nerello Mascalese, y las Inzolia y Cataratto, ambas tinta y blanca. Además, la bodega Cos, cerca de Vittoria (en el sur), ha vinificado un Cerasuolo tinto altamente considerado. Y en la pequeña isla de Pantelaria, al sudoeste de Sicilia, crece la blanca Zibibbo, con la que generalmente se elaboran vinos dulces. Por lo demás, han logrado éxitos en los últimos años sobre todo las variedades internacionales elaboradas en madera, como Cabernet Sauvignon o Chardonnay, de productores como Planeta.

Fincas sicilianas en Internet
Milazzo
www.milazzovini.com
Abbazia Santa Anastasia
www.abbaziasantanastasia.it
Conte Tasca d’Almerita
www.tascadalmerita.it

Otros tesoros del sur de Italia

Primitivo/Apulia
No está demostrado a ciencia cierta que la Primitivo de Apulia sea la madre de la Zinfandel de California. Pero ciertamente les une un estrecho parentesco. Produce un vino tinto con mucho cuerpo. Se encuentran calidades excepcionales en la región DOC de Manduria, en el golfo de Tarento, y alrededor de Salice Salentino. Entre los productos superiores: Felline y los demás miembros de la asociación «Accademia dei Racemi».

Negroamaro/Apulia
Fue un farmacéutico llamado Cosimo Taurino el que impulsó a la Negroamaro hasta su actual prestigio. Tras su muerte, viuda e hijos continúan la obra de su vida: este mismo año se inaugurará la gran bodega que Cosimo había planeado. La uva Negroamaro produce vinos muy oscuros, vigorosos y con muchos taninos, que hacen honor a su nombre. Esta uva también está presente en los vinos DOC Salice Salentino, Alezio, Brindisi y Leverano.

Aglianico/Basilicata
La Aglianico crece magníficamente en la piedra volcánica del Monte Vulture en la Basilicata, pero también se da en las regiones vecinas. Como todos los vinos del sur de Italia, se presenta oscuro, con muchos taninos, vigoroso en nariz y boca y, sin embargo, elegante. Un productor extraordinario es Paternoster en Barile.

Gaglioppo/Calabria
En Calabria se vinifica el Cirò con la uva Gaglioppo. En el peor de los casos, puede tratarse de un líquido rasposo y agrio, pero en el mejor de los casos es un vino redondo y armónico, de un profundo rojo oscuro. La bodega Librandi lo elabora en barrica con excelentes resultados.

PEQUEÑA CLASE DE HISTORIA
Desde el siglo VII a.C. Sicilia se llamó «Nova Grecia», porque fue entonces cuando los griegos se establecieron allí. De esta época se conserva el «Valle dei Templi», el Valle de los Templos, cerca de Agrigento, con impresionantes restos de edificios griegos. Está declarado patrimonio cultural de la humanidad.
A los griegos les siguieron los romanos, bizantinos y árabes. La isla experimentó un nuevo punto álgido cultural bajo los normandos, que construyeron suntuosas iglesias decoradas con mosaicos en Palermo, Cefalú y Monreale. Pero la larga lista de los señores de esta isla continúa: la Casa de Hochenstaufen, los españoles, franceses y otros muchos habitaron Sicilia hasta que en 1862, finalmente, la isla pasó a formar parte de Italia. Hoy, los sicilianos deciden su propio destino: la isla es una región autónoma. Las estructuras latifundistas de siglos pasados también han sido abolidas desde la reforma agraria.

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