- Mara Sánchez
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- 2025-07-13 00:00:00
En tierras leonesas la Denominación de Origen Bierzo, en el límite con Galicia, puede presumir de un territorio singular que le permite hablar de "vinos de terroir". La ubicación y orografia que la definen se traduce en tal diversidad que la llevó, hace casi ocho años, a emprender la clasificación por zonas del territorio con la vista puesta en revalorizar sus viñas y elaboraciones desde la trazabilidad del origen. Una iniciativa emprendida desde el Consejo Regulador a favor de la calidad y singularidad que identifica al territorio berciano.
La diversa orografía y los variados paisajes que definen esta tierra de paso del Camino de Santiago permite al Bierzo presumir de zona vitivinícola con una identidad diferencial que luego reflejan sus elaboraciones. El Bierzo es una zona de tradición y minifundio, con un patrimonio vitivinícola que discurre en buena parte por pronunciadas pendientes, viñedos que en algunos lugares sorprenden por su radical verticalidad y razón por la que se incluye entre los territorios de la España peninsular en los que se practica una viticultura heroica (junto a Priorat, Montsant, Ribeira Sacra y Valdeorras). Añade a esto un rico patrimonio vitícola gracias a la cantidad de viña vieja que conserva (en parte, fruto de los trabajos de recuperación emprendidos desde algunas bodegas), unos característicos suelos en los que abundan la arcilla y la pizarra cuanto más arriba se desplazan y valles que miran a los cuatro puntos cardinales. Un escenario vinícola que se traduce en diversidad de terroirs (clima, altura, exposición, suelo, entorno…) y que aportan un atractivo geológico, geográfico y, sin duda, esa singularidad que identifica a los vinos bercianos.
Responde a ese abanico de espacios variados el paso al frente que daba la Denominación en el año 2017. Fue en pleno verano cuando el Consejo Regulador ponía en marcha el proceso de clasificación por zonas de sus viñedos. Un proceso modernizador, como en aquel momento lo definían, en el que se habían aprobado nuevas designaciones de unidades geográficas menores con las que los consumidores podrían conocer si el vino berciano que están tomando es un Vino de Villa (municipio o pedanía), Vino de Paraje, Vino de Viña Clasificada o un Gran Vino de Viña Clasificada. A partir de entonces, las bodegas son libres de acogerse a incluir en las etiquetas el origen de sus elaboraciones, ya que no es obligatorio informar de la procedencia de las uvas. Pero las que lo han hecho deben comprometerse, como indica el Pliego de Condiciones, a reducir el rendimiento los kilos de uva por hectárea entre un 20% y un 35% del máximo fijado por la Denominación, además de ser requisito indispensable una edad mínima del viñedo.
Una medida con la que desde la Denominación apostaban por dar más valor a la calidad de la uva, aparte de retomar un tipo de identificación que durante mucho tiempo se utilizó en España, cuando los vinos se vendían bajo el nombre de los pueblos o parajes de los que procedía la uva. Un sistema que ya antes venían utilizando en el Piamonte italiano o los vinos franceses de Borgoña.
Las cuatro unidades de referencia
Esas nuevas unidades geográficas aprobadas y los requisitos a cumplir en cada una de ellas fueron: Vino de Villa, que exige que toda la uva empleada tiene que proceder de parcelas que pertenezcan al municipio o pedanía en cuestión, además de que el rendimiento será un 20% menor al máximo fijado por la Denominación. Vino de Paraje (delimitados ya por catastro), para el que las uvas deben proceder de un mismo paraje de nombre reconocido en el pliego de condiciones; en cuanto al rendimiento, será un 25% inferior al máximo que fija la Denominación. Vino de Viña Clasificada, que significa que todas las uvas utilizadas proceden de una misma parcela o de parcelas colindantes de un mismo paraje, de nombre reconocido en el pliego; además, durante al menos cinco años deben haber sido tipificados como Vinos de Paraje y su calidad tiene que haber sido reconocida por el Comité de Expertos del Consejo Regulador. En este caso, el rendimiento será un 30% inferior al máximo fijado. Y, por último, Gran Vino de Viña Clasificada, un caso similar al anterior, pero aquí se trata de parajes tipificados al menos durante diez años como Vinos de Viña Clasificada y de calidad reconocida por los expertos del Consejo. En cuanto al rendimiento, será un 35% inferior al máximo fijado.
En definitiva, designaciones con requisitos cualitativos en lo que se refiere a rendimientos, edad del viñedo y aptitud de las parcelas para su cultivo, pues por entonces el grupo de trabajo responsable para la implantación de la clasificación zonal también estaba diseñando un mapa ("parcelario de aptitud") en el que quedarían incluidas esas parcelas en las que el cultivo de viñas era viable, tanto las que estaban en producción como las que no. En aquellos inicios, desde el Consejo Regulador se confiaba en que esta clasificación iba a repercutir en la mejora del precio del vino, de la uva y del viñedo, además de contribuir a que no se abandonasen los viñedos incentivando la plantación y recuperación de las parcelas en desuso. Con la aprobación de los vinos clasificados en unidades geográficas menores, desde la D.O.P. Bierzo marcaron un hito al convertirse en la primera española en adoptar esta clasificación, habitual en los vinos de Borgoña o del Piamonte. A partir de aquí fue en junio de 2020 cuando salían al mercado los primeros vinos de villa y de paraje del Bierzo.
Una ardua labor con unos objetivos muy claros, pero que, a día de hoy, no sabemos si más allá de aportar valor a las elaboraciones resulta clara de cara al consumidor o más bien al contrario. A este respecto, Isidro Fernández, enólogo al frente de la bodega familiar Casar de Burbia, no tiene dudas de su utilidad, dado que "el consumidor dispondrá de más información y, a medida que se familiarice con esa información, sabrá discernir los términos. Aunque por supuesto no conozca todos los parajes, creo que sí diferenciará un vino de paraje de uno genérico. Igual que en el pasado diferenciaba un vino joven de un crianza... será solo cuestión de tiempo. Y luego habrá consumidores más interesados que lo harán antes". En cualquier caso, Fernández se muestra muy partidario de la clasificación emprendida por lo que conlleva. "Para una bodega como la nuestra, basada en el viñedo propio y la producción ecológica, todo lo que sea poner en valor el viñedo es muy interesante. Por eso desde el primer momento hemos apostado por ello y ya tenemos cinco vinos de paraje de los ocho que elaboramos, y el siguiente que sumaremos será un vino de villa, con lo que solo tenemos ya dos genéricos en la Denominación". Insiste en lo favorable que es tener la viña en propiedad porque "esto facilita el poder disponer del mismo origen de la uva siempre, lo que ayuda a hacer esos vinos con clasificación zonal y al mismo tiempo esta clasificación pone en valor el origen donde reside la identidad de nuestros vinos, por lo que para nosotros es algo muy favorable".
Uno de sus principales promotores, Ricardo Palacios (Descendientes de J. Palacios) considera en este momento más oportuno hablar de un "sistema de clasificación", aparte de celebrar hasta dónde han llegado con esta iniciativa: "Si bien la nueva normativa europea que regula a los Consejos Reguladores ha limitado en parte nuestra idea inicial, creemos que hemos plantado unas bases sólidas para que el futuro de los vinos en el Bierzo se sostenga sobre lo que consideramos más importante, el origen, la procedencia de la uva. Y el 80% de las bodegas de la zona ha entrado en mayor o menor medida utilizando las menciones propuestas, lo que supone un gran triunfo. Aunque todavía queda mucho trabajo por hacer, por ejemplo, para empezar, que los agricultores y bodegueros entendamos el sistema y cómo puede dar valor y brillo a la zona, pasando por ofrecer al mercado un conjunto de vinos que tengan una entidad que refleje la realidad de cada finca, de cada paraje, de cada villa y del Bierzo en su conjunto".
Un empeño de futuro
Como ya hemos apuntado, junto a la clasificación por zonas echaba a andar el padrón de viñas, que consiste en un registro oficial de viñedos dentro de la Denominación en el que se incluye información detallada sobre las parcelas (ubicación, titular de la viña, variedades cultivadas, edad…), con lo que se consigue asegurar su trazabilidad y así poder comprobar que en ellas se cumplen los requisitos definidos por el Consejo Regulador tanto para pertenecer a la Denominación como para poder emplear en el etiquetado esas nuevas unidades geográficas menores.
En este contexto de evolución y defensa del viñedo hay que recordar también que, unos años atrás, en concreto en 2015, decidieron llevar al viñedo el Banco de Tierras, que era una medida que hacía mucho funcionaba en la zona para recuperar huertas y terrenos urbanos como superficie de cultivo. Desde que el Consejo Regulador decidió llevar este sistema a la viña, ya han recuperado cientos de parcelas, lo que resulta muy importante y reseñable dado el minifundismo que caracteriza a esta comarca. En este banco, el Consejo hace de intermediario en el arrendamiento de los terrenos, de los que el propietario nunca pierde la titularidad. A partir de una serie de requisitos, se hace la concesión a los demandantes por una serie de años. También es el Consejo el que se ocupa de las gestiones para que no haya problemas porque su interés es que esas tierras no se pierdan dado que lo que generalmente se abandona es viñedo viejo. Una iniciativa a través de la que se vienen recuperando importantes hectáreas de viña y que sirve para evidenciar el interés que ha ganado Bierzo tanto para locales como para foráneos.
Sin duda, la localización de esta comarca vitícola y su interesante viñedo se sitúan en el punto de partida del proceso, dos variables que desde hace años han llamado la atención de una tanda de profesionales que se han convertido en abanderados del nuevo Bierzo. Hablamos de una nueva generación de enólogos que priman, ante todo, el valor de la singularidad de esta zona y la vienen reflejando en sus vinos. Empezando por Álvaro Palacios y su sobrino Ricardo Pérez (Tinín, para los cercanos), en el pueblo de Corullón desde 1999 y hoy dos de los nombres de referencia junto a Raúl Pérez, creyente absoluto de lo que podría ofrecer su tierra natal desde lo que la diferencia e identifica. Tres nombres inseparables del despertar y posicionamiento de este territorio que han abierto puertas dentro y fuera del país y cuyos vinos continúan ocupando un lugar destacado en la lista de Parker con las mejores puntuaciones. Una labor que poco tiempo después se iba a acompañar por la de otros tantos colegas y un empuje que más tarde estaría arropado por esa iniciativa de clasificación zonal a favor de la calidad y en defensa de la identidad que les es propia. Ya en aquel momento en que se presentaba, Ricardo Palacios destacaba que con esta medida los vinos pasaban de consumo a inversión "porque lo que hacemos es darle un documento al vino para revalorizarlo", explicaba convencido.
Fueron muchos los que pusieron el hombro, casi todos. Los de siempre y los que llegaron en los últimos tiempos, porque zonificar iba a beneficiar al territorio y al posicionamiento de sus vinos. En este sentido lo manifiesta desde Prada a Tope su director técnico, José Manuel Ferreira, una bodega que, sin descuidar el enoturismo, su punto fuerte, ha protagonizado un relevante cambio desde el punto de vista vitícola. No emplean herbicidas ni químico alguno, trabajan en ecológico desde una mínima intervención con la idea de hacer vinos que muestren el viñedo en el que nacen, y Ferreira habla de un antes y un después tras la clasificación por zonas: "La valoración es muy positiva porque ha supuesto una revitalización del sector, ha generado ilusión y ha abierto la puerta a la elaboración de vinos que buscan una asociación con el viñedo. Por primera vez empezamos a pensar antes en el territorio que en la elaboración como tal. Las elaboraciones se vuelven más respetuosas y menos intervencionistas en pro de vinos que permitan reconocer la zona. Por eso en el caso de Prada a Tope la clasificación por zonas ha supuesto una reafirmación de nuestro compromiso con el medio ambiente, porque además siempre hemos apostado y defendido la autenticidad del Bierzo".
Rafael Somonte, enólogo en Dominio de Tares desde 2014 y ahora además director general de la firma, también defiende lo positivo que iba a aportar la iniciativa a la zona porque añade una información extra sobre los vinos: "Si bien puede conllevar cierta complicación para el consumidor de a pie, no tan metido en el detalle de parcelas, fincas o parajes bercianos, la persona que se interesa por saber más puede contar ya con esa información". En su caso elaboran dos vinos como vino de villa y el Cepas Viejas Godello va a salir como vino de parcela, "porque nosotros abogamos por incidir en el origen cuando consideramos que aporta diferenciación y singularidad, y es el caso del viñedo del Bierzo Alto del que proceden las uvas con las que los elaboramos"".
Paso al frente y balance positivo
Ricardo Palacios fue de los que manifestó desde un primer momento su empeño por zonificar el viñedo desde una filosofía de trabajo que prima la tierra sobre todas las cosas. Así, a partir de 2001, cuando ya disponían de bastante viña, empezaron a embotellar también los vinos por parajes y viñas únicas. Esto es, pasos previos a esa clasificación zonal que llegaría más de una década después. Y es que el primer paso revolucionario se produjo en el viñedo cuando empezó a trabajarse de otra forma realizando, por ejemplo, podas en verde, nada habitual hasta entonces. En esa línea de pensamiento que prioriza el reflejo del origen en los vinos se sitúa Raúl Pérez, leonés de nacimiento y considerado uno de los mejores enólogos del mundo. Otro defensor de la singularidad berciana y que en alguna ocasión ha manifestado su admiración por esa joven generación que ha llegado detrás, más y mejor preparada, experimentada, sin prejuicios, con una mentalidad muy abierta y por eso fundamental en la evolución que viene protagonizando Bierzo.
Ocho años después, o casi, el balance está resultando positivo, como apuntan muchos de los elaboradores que conviven en la zona, cada cual con su trayectoria y perfil en lo que a vinos se refiere, si bien con la vista puesta sobre todo entre esa joven generación de profesionales y en ofrecer vinos más comprensibles tanto para quien sepa lo que es Bierzo como para quien no tenga ni idea, con la fruta en primer plano pero también arropada, en su justa medida, por la madera, buscando cierta amabilidad (desde la presencia discreta) sin perder frescura y acidez.
En este contexto en el que parece que el territorio va encontrando su espacio, también consultamos con nuestros interlocutores cómo ven el actual posicionamiento de la D.O.P. Bierzo en el mapa vitivinícola, nacional y foráneo, y un futuro a medio plazo. Para el enólogo de Casar de Burbia, Isidro Fernández, los vinos bercianos están disfrutando de un buen momento: "Creo que a día de hoy está en un buen posicionamiento, pues todos los restaurantes de gama media–alta los tienen en su carta con varias referencias, aparte de que cada vez es más conocido como vino singular de no mucho volumen. También me llama la atención que las bodegas de otras denominaciones te hablan de Bierzo con una zona con particularidades que querrían para sus territorios. Es verdad que por nuestra parte también podríamos hacer diversas puntualizaciones porque aquí, como en el resto de denominaciones, tenemos nuestros problemas, pero lo que sí creo que es buenísimo es que hayamos proyectado esa imagen al exterior. Con lo que estoy convencido de que algo estaremos haciendo bien e intentaremos seguir mejorando y desarrollando toda esta clasificación por zonas".
Por su parte José Manuel Ferreira, desde Prada a Tope, incide en la idea de que el Bierzo ahora mismo está de moda: "La clasificación zonal ha sido un rotundo éxito y nos ha convertido en un ejemplo a seguir para otras regiones, pero aún hay que continuar trabajando con honestidad, profundizando en la clasificación por zonas e ir asentando las bases para que este territorio sea reconocido como una de las grandes regiones vitivinícolas". A todo esto, incorpora además una reflexión de cara al medio plazo: "Bierzo no está al margen de las tendencias de consumo, y está claro que los vinos blancos son los que están llevando el peso de las ventas. En sintonía con esto, aquí disponemos de la Godello como nuestra principal blanca y es una variedad que en la actualidad es protagonista indiscutible del mercado, lo que hace que la producción continúe aumentando, pero ¡ojo! no deberíamos dejar de lado la variedad reina del Bierzo, la Mencía". A este respecto, Ricardo Palacios concluye que "Bierzo tiene la identidad suficiente para estar al lado de las mejores tierras vitícolas del mundo, y la clasificación nos ayuda a hacer entender mejor esta identidad".