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Valsacro - Rioja Baja en alza

  • Redacción
  • 2001-06-01 00:00:00

El bisabuelo trabajaba la tierra, la viña; el abuelo inauguró bodega, y cuando el padre les sacó lustre, el destino, un fatal accidente, se las arrebató. La obra actual de los hermanos Escudero, con Amador como enólogo al frente, la bodega que lleva su nombre en Gravalos y el sueño puesto en pie, la nueva Valsacro en Pradejón, junto a Calahorra, es tan sentimental y quijotesca como clarividente y racional. Es mucho más que recuperar las raíces.
Los cimientos de la nueva edificación, su solidez, aún están a la vista. Los muros crecen según el proyecto conjunto de una de las hermanas, Ángeles y la arquitecta María Cervantes, con indicaciones precisas sobre los más mínimos detalles, sobre la estética funcional, sobre los materiales adecuados para que sea innecesario el aire acondicionado o la ventilación mecánica, para que la ayuda de los desniveles naturales, la gravedad y unos cangilones eviten bombeo y todo lo que pueda perturbar la perfección de la uva y su proceso.
Pero los verdaderos cimientos son el viñedo y, aún más allá, la tierra. Como homenaje y demostración, en lo que es la incipiente estructura del botellero subterráneo, se ha conservado un paño de muro con la excavación al natural, un nicho vertical de 3 m. del terreno petrocálcico que se exhibirá tras un cristal y que revela, mejor que cualquier ilustración de libro, la estructura ideal para cultivar viñas de alta calidad y baja producción, los sucesivos estratos y materiales que dan forma, profundidad y alimento a las raíces. Sobre un terreno duro que hubo que desmenuzar con rejones de arado de metro y medio, sobre caliza y grava, pobres y pedregosas, Jesús, el hermano viticultor, plantó hace tres años 12 has. que se ampliarán hasta las 70 que cubre la finca. La elección del pago, de las variedades, portainjertos y clones ha sido muy selectiva, y, asociada al marco de plantación de 4000 cepas por ha., persigue una productividad mínima, alrededor de kilo y medio por cepa.
Mas allá del límite de la finca, el Ebro, el canal de Lodosa riega huertas llanas, fértiles y florecientes, pero el cerro culminado por la bodega es un secano árido donde la vegetación elegida para ajardinar reproduce el entorno natural: monte bajo perfumado de tomillo y romero. Ese respeto a la naturaleza se traduce también en la construcción y en la magnífica instalación de reciclaje de aguas residuales que se aplicarán, cuando sea menester, como riego de apoyo al viñedo.
En la construcción se emplean materiales tradicionales de la región aunque, paradójicamente, algunos, como el ladrillo hecho a mano, la baldosa árabe o la termoarcilla aislante, son artesanías a punto de extinción, y ha habido que buscarlos en Baleares o en Andalucía.
Mientras concluye la obra , mientras el «château»-
rara joya en la zona- llega a su madurez, los Valsacro se elaboran en la bodega de Gravalos, al lado de los cavas -Dioro Baco y Benito Escudero- que le han dado fama al ser la segunda bodega que los empezó a producir en la región; y junto con los vinos tranquilos, la línea Bécquer: Solar de Bécquer y Primicia.
Las instalaciones se han quedado pequeñas, pero el sustento, la materia prima, la uva propia está garantizada. El viñedo de Monte Yerga, el mojón de los Tres Reinos, el alto fronterizo donde a lo largo de la Edad Media se batían el cobre castellanos, navarros y árabes, donde Bécquer escribía sus mejores leyendas, es un damero de viñas documentadas desde 1821 que los Escudero han reunido y restaurado con pasión. Amador, que ejerció como enólogo en la Ribera del Duero, en Fuente Ce, en Roa... comprobó que la calidad continua de un vino y la personalidad de unas bodegas dependen de la uva propia. Y aquí la miman como un jardín. Cepas que al menos han cumplido 30 años, algunas centenarias, sin pie americano, se han reestructurado con principios innovadores. Arrancaron una hilera de cada tres para mecanizar las labores de una tierra que se abona anualmente con estiércol, en hileras alternas para forzar el estrés que da potencia a la planta y a sus uvas. En lo alto, a casi 700 m., Mazuelo, Graciano, algo de Monastrell y Bobal y, en espaldera, Tempranillo y Garnacha. Eso exige, para la perfecta madurez, una vendimia larga y escalonada que se prolonga desde septiembre o primeros días de octubre hasta noviembre. Vendimia manual, elaboración por separado, maceración larga, barrica justa, clarificación a la usanza tradicional, con clara de huevo y, al final, una combinación sabia que es el secreto de su complejidad y de la promesa de mejorar en botella al menos durante diez años.
Ese es el retrato de la cosecha 98, la que está en el mercado desde mediados del 2000. Un luminoso granate cereza, un explosivo y fresco aroma de fruta, un refinado fondo de cacao y vainillas que apenas destaca la madera. En fin, lo que se han propuesto, un vino estructurado pero no corpulento, que invite a beber. Una sólida realidad mientras toma cuerpo la promesa de la nueva bodega. La prueba de que esta Rioja tiene mucho que decir.

Valsacro
Finca La Legua
Ctra. N. 232, Km. 346
26510 Pradejón (La Rioja)
Tel. 941 39 80 08
Fax. 941 39 80 70

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