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D.O. Ribera del Duero Crecimiento explosivo

  • Redacción
  • 2004-11-01 00:00:00

Algo más de una veintena de años han sido suficientes para que una zona elaboradora de clásicos claretes haya pasado a la vanguardia de la enología española. El éxito de la D.O. Ribera del Duero ha provocado un crecimiento fulgurante que puede poner en peligro sus señas de identidad. Nuestras D.O.: «Es de prever una crisis en la que algunas bodegas pagarán cara su osadía» Apenas una docena de bodegas, mucha fe en sí mismos y unos viñedos de gran calidad fueron los mimbres que consolidaron su ascensión. En todos estos años su crecimiento ha sido continuado y sólido, aunque en los últimos tiempos el desarrollo ha sido espectacular. Ribera del Duero ha pasado de aquellas pocas bodegas y algunas hectáreas de viñedo a las más de doscientas que agrupará antes de que acabe la actual campaña. Y ahora se enfrenta a la etapa más difícil de su historia, en la que tendrá que comercializar el doble de botellas para dar salida a su producción actual. Y es verdaderamente difícil, porque siempre se han vendido los tintos de Ribera a un alto precio. Hubo una época en la que las bodegas aumentaban el volumen de ventas a pesar de que también incrementaban los precios, pero esta situación ha cambiado debido a la presión de la oferta, tanto de los vinos de la zona como de las demás comarcas españolas. Javier Zaccagnini, durante muchos años Secretario de la D.O., y hombre providencial en el desarrollo de Ribera del Duero, tiene bastante clara de la situación: «Es de prever una crisis en la que algunas bodegas, generalmente de inversores venidos desde otros campos, pagarán cara su osadía. Es posible también que se arranquen algunos viñedos, dado que el precio de la uva ha decrecido con el paso de los años. También esto tiene el lado positivo: como la zona es absolutamente excepcional, saldrá de la crisis, y los que queden deberán hacer las cosas estupendamente. Al final, Ribera del Duero será una de las principales zonas vitivinícolas del mundo, y esto pasará en un plazo de doce a quince años». Consejo dixit Un optimismo moderado se ha establecido en el Consejo Regulador de Ribera del Duero. Las cifras de crecimiento todavía parecen controlables. Su Presidente, Francisco Uña, se muestra complacido con la llegada de inversores, particularmente cuando se trata de prestigiosas bodegas desde otras regiones españolas. «Nuestro club es exclusivo, porque lo único que nos interesa es la calidad de los vinos. Pero en él cabemos todos los que estamos y también los que vienen. Tan solo les pedimos para entrar que deben hacer las cosas al menos como nosotros». Pero los datos son alarmantes: a las casi 18.000 has. de viñedo -un 40% de las viñas tiene una edad inferior a diez años- hay que añadir las 1.400 que entrarán en producción entre este año y el que viene. Y con una cosecha superior a los 70 millones de kilos de uva, solo se venden unos 45 millones de botellas. Bien es cierto que las crianzas, reservas y grandes reservas que las bodegas mantienen en sus naves de crianza exige un stock de vino suficiente. Pero, en cualquier caso, hay mucho vino sobrante. El desafío es, por tanto, comercial. Avalancha de firmas Hasta hace pocos años, Ribera del Duero era una comarca de bodegas familiares, con una producción pequeña o mediana, salvo las cooperativas. Pero la llegada de grandes empresas vitivinícolas, con planteamientos de elaborar grandes volúmenes, ha cambiado el panorama. Tienen experiencia, una particular forma de ver (y hacer) las cosas, y una enorme capacidad de comercialización. Como es el caso de Félix Solís, que pretende colocar en el mercado hasta cuatro millones de botellas. Otras, como Bodegas Imperiales, del grupo Eguizábal, ya comercializa unas 600.000. Con mayor fuerza distribuidora todavía llegó hace tres años García Carrión a Haza. Su propuesta es elaborar dos líneas : una más popular, de la que se distribuirían algo más de dos millones de botellas; y otra -Viña Arnaiz-, con solo 45.000. La bodega se ubica en un impresionante edificio, un enorme caserón construido con materiales de derribo de casas antiguas. La ilusión de hacer vino Cuando Josefina Martín Berdugo (esposa del Dr. Díez de la Fuente, también implicado en el proyecto) tuvo que decidir qué hacer con sus tierras, optó por plantarlas de viña. «Imaginaba la belleza que ofrece el viñedo en sus distintas fases, porque sembrar cereal es algo muy aburrido. Cuando veo el cambio que la naturaleza obra en las cepas me emociono». Con ilusión, ya que el conocimiento sobre la materia era bien escaso, ha logrado levantar una bodega con aspecto de bunker camuflado, donde no faltan detalles tecnológicos, para elaborar las uvas cosechadas en las cerca de cien hectáreas de su propiedad. Su hijo Antonio dirige la bodega y se ha implicado en cuerpo y alma en el proyecto. Y es que la ilusión es contagiosa. Nuevas caras, viejos proyectos Podría ser el lema de algunas de las nuevas bodegas de prestigio llegadas a Ribera. Vienen con el buen nombre de sus marcas. Como la de Finca Villacreces, hace poco comprada por Gonzalo Antón, de Bodegas Villabuena. Con Valdubón, Freixenet también ha preferido comprar una bodega en funcionamiento antes que edificar otra nueva. Eso sí, ha remodelado el edificio y cambiado las instalaciones para dotarla de los medios adecuados para un proyecto de calidad. Me cuenta su enólogo, Javier Aladro, que la casa madre «no va a ser más rica o más pobre con la cuenta de resultados de Valdubón. Por lo tanto, ha apostado de forma meridiana por la calidad». Las 60.000 cajas que elaboran deberán llevar el sello inequívoco de un ribera clásico, pero con tintes modernos. En proyecto, la gama más alta de la bodega, que se llamará Honoris. Un hombre intrépido entra en el mundo del vino, desconocido hasta ese momento para él, si no es porque se trata de un buen aficionado. Hablamos de José Manuel Ortega, un descendiente directo de Heraclio Fournier, famoso porque con sus barajas ha jugado medio mundo. En Berlangas de Roa comenzó un proyecto que es ahora un grupo de bodegas repartidas entre dos continentes. En la Ribera posee tres, entre las que destaca O. Fournier: el vino de más alto nivel se llama Spica. También la familia González Beteré, con un paquete de acciones en la casa Flex, ha querido diversificar los negocios y ha entrado en el mundo del vino con Valtravieso, allá en los confines de la provincia de Valladolid. Pablo González Beteré está al frente, y se le nota implicado a fondo. Tiene una visión del vino que sobrepasa lo financiero. Javier Díaz, curtido enólogo, ejerce de director técnico. Es una bodega de dimensiones sensatas, y sus vinos han conseguido una bien ganada fama por su finura, poco corriente por estas tierras, vinos corpulentos y concentrados. Y es que la situación de la finca «La Revilla», a unos 900 metros de altitud, en pleno páramo de Piñel de Arriba, de producciones bajísimas en la viña, así como los altos porcentajes de Cabernet y Merlot en su mezcla, aumentan su originalidad. La experiencia ha sentado tan estupendamente en el seno familiar que ya se ha pensado edificar una nueva bodega que dará vida a medio millón de botellas de diversos tipos, los Valtravieso de siempre, junto a la nueva gama de tintos especiales llamada «VT». Pero la bomba de Ribera del Duero ha sido la asociación de Mariano García con Javier Zaccagnini. Ambos tiene un largo y glorioso pasado en la zona: el primero en Vega Sicilia, el segundo con doce años el en cargo de Secretario del Consejo Regulador. Pocos preveían un largo futuro a esta pareja singular. Sin embargo, en tan solo dos años sus vinos se han colocado entre los mejores. La última alegría ha llegado desde EE.UU. Su Aalto PS ha sido puntuado por Parker con un «98+», una de las mayores (y escasas) notas de un vino español. Su nueva bodega, edificada en un paraje singular, está a punto de ser terminada. Es un edificio de bellas líneas, racional y vanguardista, y muy estudiado para conseguir los mejores resultados. También acuden a Ribera del Duero personajes prestigiosos del mundo del vino como Gabriel Ribero, responsable técnico del château bordelés Sociando Mallet y nuevo enólogo de Grandes Bodegas (Marqués de Velilla), que llega convencido de tener un buen porvenir en estas tierras de difícil enología. O profesionales de acreditada solvencia como Pascual Herrera, uno de los históricos de la zona. Director durante muchos años de la Estación Enológica de Rueda, últimamente dirige el museo del vino de Peñafiel. ¡Tantos años asesorando y elaborando vinos para otros!. Ahora ha conseguido realizar un viejo sueño, y además en su tierra preferida: tener bodega propia. Con su amigo y socio el farmacéutico Alberto Cobo han sacado adelante un proyecto primoroso. Junto al impresionante monasterio cisterciense de Santa María de Valbuena, Bodegas y Viñedos Lleiroso destaca por estar muy bien diseñada, con algunos detalles novedosos, como las piscinas en la parte superior del edificio para que el agua mantenga una temperatura fresca y estable; todo para elaborar no más de 60.000 litros. Alberto, de raíces asturianas, lo que explica el nombre de la bodega, tenía la ilusión de realizar su propio vino. Para ello, hace cuatro años complementó estudios y realizó un master de enología. Su vida está organizada: por la mañana a la bodega, por la tarde en la farmacia. Todo por amor al vino. «De momento nos esperamos bastante más que disfrute, porque conservamos los trabajos de los que vivimos; no hay necesidad de sacar de la bodega más que satisfacciones». Los planes consisten en hacer vinos de alta calidad, con un vino de alta gama del que se elaborarán alrededor de 8.000 botellas, solo si el año merece la pena, por supuesto. Ya hay uno en ciernes que se llamará «La Herrería». El sueño cumplido Bella es la historia de Eduardo Poza. Compañero y asociado de Alejandro Fernández en aquellos tiempos históricos dedicados a la fabricación y venta de maquinaria agrícola. Después, su dedicación a la industria metalúrgica le alejó del mundo del vino, aunque no de la viña, porque ha acondicionado muchos de los magníficos viñedos que hoy son orgullo de viticultores y bodegas. Ahora piensa que le ha llegado su hora. A la salida de Peñafiel, muy cerca de Alión, esta construyendo una bodega, de nombre Resalte. La dirige su hijo Eduardo, quien en solo cuatro años ha logrado sacar vinos modernos, diáfanos, que disfrutan de una buena imagen, gustan al público y ganan concursos. Dos grupos de generaciones en el mundo del vino son los siguientes casos de asentamientos a las orillas del Duero. Uno es de la familia Osborne-Osborne que, cerca de Pesquera, ha comprado tierras, plantado viñas y edificado una bonita y práctica bodega llamada Bodegas y Viñedos El Jaro. Productos impecables y ganas tremendas de hacer las cosas bien. Codornìu, con su proyecto Legaris, es la otra familia que pone sus esperanzas y sus viñas en estas tierras, casi cien hectáreas, y una bodega de armoniosas líneas que se ubican en la orilla misma del río. Al frente de todo se halla su inquieta enóloga, Berta Laguna, que además de hacer excelentes vinos se dedica a realizar pruebas con otras variedades poco usadas en la zona como la Malbec. Vienen tiempos de abundancia. De la concienciación de los nuevos ocupantes depende en buena medida que Ribera del Duero no pierda la imagen de zona exclusiva de calidad que se ha ganado desde su nacimiento. El riesgo es que con el crecimiento vertiginoso termine imperando la mediocridad y el volumen. MÁS CONTRAETIQUETAS El Consejo Regulador de la D.O. Ribera del Duero entregó un total de 2.651.518 contraetiquetas el pasado mes de agosto, que representa un aumento del 19,4% en comparación con el mismo mes del año anterior. En los ocho primeros meses del año, la entrega de contraetiquetas asciende a un total de 29.481.529 frente a las 26.182.573 contraetiquetas en el mismo periodo (enero-agosto) del ejercicio anterior, lo que supone un incremento del 12,6%. En cuanto a la distribución por tipos de vino, 1.530.000 eran tintos Jóvenes; 913.078 Crianzas; 152.552 Reserva; 4.000 para Gran Reserva y 51.888 contraetiquetas para vinos Rosados. Los históricos UNA SERENA PREOCUPACIÓN Nadie creía el ella cuando, hacia finales de los setenta, se iniciaron las gestiones para la creación de la D.O. Ribera del Duero, una zona de claretes sin tradición de calidad. Bueno, existía Vega Sicilia, pero era un mundo aparte. Su incorporación supuso el espaldarazo definitivo a un proyecto que estuvo a punto de naufragar. Hoy, Pablo Álvarez, Director General de la bodega, ve el futuro con optimismo: «Lo que está ocurriendo es una proceso de normalización, porque una D.O. no puede basarse sólo en vinos de la gama alta y buenos precios. Tiene que haber una oferta más diversificada». Para Alejandro Fernández esa diversificación resulta imprescindible. «Me parece muy bien que vengan a invertir en Ribera. Otra cosa es que se baje la calidad, que nos llevaría al desastre. Para mí el problema es que hay que vender el vino, saber venderlo, y más cuando aumenta la producción». En eso coincide Pablo Peñalba, de Torremilanos: «Tal vez tengamos un déficit de comercialización que, antes, cuando era mayor la demanda, no se notaba. Ahora comienza a sobrar vino, y si no le damos salida todo puede deteriorarse, empezando por lo precios». La preocupación es mayor para José Manuel Pérez, de la bodega Pérez Pascuas y responsable de su vino más prestigioso: «Nosotros partimos con medios muy limitados aunque en una situación más propicia. Ahora llegan bodegas con muchos recursos pero quizás les falte algo de aquel espíritu de los pioneros, generalmente bodegas familiares que arriesgaban su patrimonio». En cualquier caso, el grupo de bodegas históricas, sobre las que se cimentó Ribera del Duero, mira sin demasiada inquietud la avalancha de nuevos compañeros de viaje. La Segunda Ola INQUIETUD POR LA CALIDAD Ellos consolidaron y expandieron Ribera del Duero, una D.O. que comenzaba a imponer su tintos prodigiosos en dura competencia con Rioja. Su arma, una calidad y diseño de los vinos que enlazaba con los nuevos gustos y exigencias de los consumidores entendidos. Hicieron mercado y proyectaron la zona en el mundo. Ahora muestran su inquietud por el exceso de vino. «Han entrado en producción muchas hectáreas de viñedo joven y eso está incidiendo en los precios y la calidad», afirma Beatriz Rodero, para quién, sin embargo, «el que entren nuevas bodegas es bueno porque puede aumentar la prosperidad de la región. El aumento de la oferta y la necesidad de vender más vino en un mercado saturado que no crece, plantea a Carlos Moro la necesidad de abrirse al exterior: «Si se venden unos 30 millones de botellas y se producen 80, tenemos un problema». Para José Moro, la cuestión es grave porque «habrá un 10% de bodegas que seguiremos haciendo las cosas bien, pero un porcentaje de los nuevos piensan en vender millones de botellas y tendrán que bajar los precios y la calidad. Parece inevitable». Lo malo abarata lo bueno, así de rotundo se expresa Jesús Sastre. «Me preocupa que caigan los precios de la uva y los viticultores, mal pagados, no estén interesados en conseguir buenas cosechas con baja producción». Todos manifiestan un pundonor por hacer las cosas bien, por situar sus vinos entre los mejores del mundo. El miedo es a los que vengan de fuera del sector, con otra idea de Ribera del Duero, y que la imagen de esta D.O., conseguida con tanto esfuerzo por bodegas como Hermanos Sastre, Carmelo Rodero, Emilio Moro y Matarromera, pierda parte de su consolidado prestigio. Agenda: Dormir Fuente de la Aceña C/ Del Molino s/n Tel.983 68 09 10 Quintanilla de Onésimo (Valladolid) Dormir con el arrullo del Duero. Oferta culinaria creativa. Hotel Bodega Arzuaga Ctra.C. 122 Aranda-Valladolid Tel 983 68 11 46 Quintanilla de Onésimo Paz, tranquilidad y vistas al viñedo. Hotel Torremilanos Finca Torremilanos Tel. 947 51 28 52 Aranda de Duero (Burgos) Suculentos desayunos y aromas de fermentación en vendimia. Hotel Tudanca Ctra. Madrid-Irún N 1, Km. 152.800 Aranda de Duero (Burgos) Un hotel muy bien aislado y dedicado a la viña y al vino. Comer Restaurante El Chuleta Avda. de la Paz, 7 Tel 947 50 03 12 Roa de Duero (Burgos) Durante años la única opción a los asadores y el omnipresente lechazo, excelente materia prima. Restaurante Asador Nazareno Tel. 947 540 214 Roa de Duero (Burgos) Desde los tiempos históricos un ejemplo de honradez profesional, lechazo de otra galaxia y algo para picar (morcilla exquisita y buenos langostinos). Restaurante Asador Mauro C/ Atarazanas, s/n Tel 983 87 30 14 Peñafiel (Burgos) Uno de los clásicos en la región y desde luego el más conocido en Peñafiel. El Lagar C/ Pedrote, 5 Tel 947 50 84 63 Aranda de Duero (Burgos) En pleno centro de Aranda, buena carta con alternativas a los asados (que también los hay) Comprar Ulmus Minor Real, 78 Tel 947 54 40 22 Gumiel de Izán (Burgos) Toda la Ribera en un solo rincón. Vinoteca El Lagar San Lesmes, 14 Tel. 947 20 62 89 (Burgos) Vinos de todo el mundo en el Burgos más clásico.

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