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Islas de Vino VI. Tenerife

  • Redacción
  • 2011-03-01 00:00:00

El despertar de los vinos de Tenerife En la mayor de las Islas Canarias hay mucho más que descubrir, aparte de las cómodas tumbonas y la sangría. Los vinicultores de Tenerife pueden mirar sus cepas autóctonas con justificado orgullo. Un viaje de descubrimiento, para el que se precisa tiempo, paciencia y un excelente sentido de la orientación. Texto: Guido Heuber. Los que intenten plantar vides en las regiones cercanas al paralelo 28, lo normal es que tengan tan pocas probabilidades de éxito como los pescadores de atún en el Tajo. Eso sería lo normal… pero, ¿hay algo normal en Tenerife? Al menos, no es anormal que las cepas se sientan a gusto en suelo volcánico. Los vinos del Vesubio, del Etna y demás volcanes están en boca de todos por derecho propio. Pero cuanto más extrema sea la situación geográfica del volcán, más difícil resulta para los vinicultores lograr calidades interesantes. Tenerife es un lugar extremo: al sur de Marruecos y a 250 kilómetros de la costa desértica africana. La isla, de 80 kilómetros de largo y 50 de ancho, no sólo es la mayor del archipiélago canario, también posee la montaña más alta de España, el Pico del Teide, de 3.718 metros. Y es precisamente este volcán, buena parte del año parcialmente nevado, el responsable de la personalidad de los vinos de Tenerife. El cráter, de 20 kilómetros de ancho, forma una línea divisoria meteorológica. Las nubes quedan atrapadas en el norte, las lluvias son abundantes y el norte de la isla es frondoso y verde. Por el contrario, en el sur, más seco, los vinicultores tienen la posibilidad de desplazarse hacia terrenos más elevados. Así, tanto en Granadilla (a 500 metros sobre el mar) como en Vilaflor (una de las regiones vitícolas a mayor altura de España, casi 1.700 metros) se cultiva la vid en condiciones especialmente adecuadas para vinos cool climate: a pesar de la intensidad de los rayos del sol, esta zona no es excesivamente cálida, pues durante el día suele rondar los 20 grados centígrados y de noche es mucho más fresca. Más que vino peleón para turistas La vinicultura en Tenerife está documentada prácticamente desde el asentamiento de los europeos en la isla. Algunos científicos aseguran incluso que Tenerife es un resto de la Atlántida y que la vinicultura allí se inició mucho antes, pero claro, esta aseveración es tan imposible de demostrar como de rebatir. De modo que centrémonos en los hechos. Tenerife nunca lo ha tenido fácil con el vino. En ocasiones no se permitía su exportación, porque su principal mercado, Inglaterra, estaba a la gresca con España. O bien una erupción del volcán destruía la antigua ciudad portuaria de Garachico, o las enfermedades de la vid acababan con casi todas las cepas. Pero no todo iban a ser calamidades, al menos la filoxera nunca prosperó en la isla. De modo que el vinicultor canario está acostumbrado a bregar con todo tipo de problemas. Y precisamente por ello parece haberse desarrollado este profundo y sentido orgullo del terruño autóctono y las variedades de cepa autóctonas que hoy caracteriza a los vinicultores de Tenerife. El resultado son vinos por lo general excelentes con un carácter especiado propio. El hecho de que en toda Europa -e incluso en la propia Península- se encuentren, si acaso, muy pocos vinos de Tenerife tiene una sencilla explicación: la mayor parte se consume en la propia isla –aunque las calidades menores terminan en guachinches (una suerte de tabernas populares en Canarias). Los centros turísticos usan vinos peninsulares envasados en brick, vertidos en grandes receptáculos con trozos de fruta flotando y provistos de pajitas-. Otro escollo para la exportación es, sin duda, el hecho de que la tan laboriosa producción de los vinos de calidad dispare los precios por botella. Si a ello se añaden los costes de transporte y aduanas, los vinos no pueden ser competitivos en el continente por razón de precio. ¿Ha probado alguna vez los bombones de vinagre? Así, el buque insignia de Bodegas Monje, el Monje de Autor, cuesta en la finca nada menos que 26 euros. Pero el contenido es un soberbio concentrado de tradición y orgullo embotellado. En el extremo noreste de la isla, Felipe González Monje apuesta calculadamente por las variedades de cepa que siempre crecieron allí. “La Cabernet Sauvignon o la Chardonnay no me interesan”, explica este carismático hombretón de dos metros, con voz ronca y mirada suave. “Lo que cuenta es Tenerife.” Hace un gesto hacia sus majuelos, donde cultiva sobre todo Listán Blanco, Listán Negro, Negramoll y Tintilla (la variante local de la Garnacha). La cuvée Monje de Autor, además, se ennoblece a la manera del Mouton Rothschild: las botellas están decoradas con obras de artistas locales. Es un vino que cumple lo que promete a primera vista. Cerrando los ojos, se percibe el sabor de Tenerife: salvaje como las tormentas en el mar; especiado como los campos áridos y calurosos del sur; jungla como en el intransitable noreste. Un paseo completo por la isla en un solo trago. Pero también, por todo lo demás, Bodegas Monje es algo fuera de lo común. La casa está diseñada al estilo canario hasta el último detalle, el equipo de vinificación está a la última y en la preciosa sala de barricas, además de sucesivas exposiciones de arte, hay espacio para celebraciones de más de cincuenta personas. Y para redondear el paquete, un restaurante con impresionantes vistas al mar. Pero Felipe no se duerme en los laureles de sus vinos premiados. Piensa continuar con ideas innovadoras, como es tradición desde 1750 en la bodega, ahora en la quinta generación. Quien haya probado los bombones de vinagre sabrá qué es lo que queremos decir, y el agridulce vinagre de vino es capaz de desterrar de la cocina a cualquier balsámico, por bueno que sea. Con un poco de suerte... Pero Monje no es el único en crear placeres culinarios de culto. El astuto principio del éxito de las cercanas Bodegas Unidas de Tenerife (Buten), dice así: Hay que crear un vino tremendamente fácil de beber, que se pueda comprar en toda la isla. Pero luego, hay que publicitar un segundo vino que no se pueda comprar en ninguna tienda, pero que entusiasme a todos. Y ya está. Pero es que no hay nada más, la decisión es unánime desde su fundación en 1998. En aquel entonces, ocho vinicultores amigos se unieron para hacer dos vinos, precisamente con este concepto de éxito, el Cráter y el Magma. El Cráter gusta a todo el mundo y se puede comprar en todas partes. Combina a la perfección con la cocina canaria y tampoco es demasiado caro. ¿Pero dónde se puede conseguir el Magma? En la bodega, naturalmente, pero encontrarla es verdaderamente difícil. Sólo preguntando a unos y otros en el antiguo centro del municipio de Tacoronte, y con un poco de suerte, le darán una descripción del camino. Y con un poco más de suerte, se logrará encontrar la bodega, o mejor dicho, la puerta del garaje de una vivienda. Los horarios de apertura también son cosa de suerte, por cierto. Pero una vez superados todos estos escollos, los visitantes se verán más que recompensados. No sólo los alegres y parlanchines trabajadores les llenarán de asombro, sobre todo la enóloga Loles Pérez. Tanto más emocionante fue catar por fin el Magma por primera vez. Los aromas se despliegan como fuegos artificiales en el paladar; la frutosidad de la Syrah danza a la perfección con la áspera y angulosa Negramoll. Igual que los bailes canarios: las partes van alternando su dominio, relevándose caprichosamente. Es algo verdaderamente de culto. Diez hermanos en el desierto También Bodegas Frontos va por el mejor camino para convertirse en culto. Ya solo ver el majuelo nos hace fruncir el ceño. ¿Cómo es posible plantar cepas allí? En el caluroso sur, en un campo pedregoso que más bien parece un desierto y bajo un sol implacable, crecen las cepas autóctonas, por ejemplo la Gual. Parece evidente que esta uva debe tener genes de camello, pues ¿cómo si no podría ser posible un crecimiento fructífero y sano en estas condiciones? “Las cepas europeas del continente no lo lograrían”, opina el enólogo Fernando Luengo. Él mismo está marcado por el duro trabajo en la finca. Tiene la piel tremendamente bronceada del sol, los brazos nervudos y musculosos, y esa característica mirada orgullosa y cálida en sus ojos castaños. Lo que se dice un auténtico canario. También es típica la cohesión familiar. Allí trabajan todos los miembros de la familia Luengo. En total son diez hermanos, nueve de ellos varones. Su padre se decidió por la vinicultura para seguir la tradición familiar en cuarta generación. La que ahora es la quinta generación ha construido una finca bellísima. Perfectamente integrados en el paisaje están la bodega, un restaurante y la sala de cata. Da la impresión que a cada piedra –y allí realmente no hay más que piedras– le han asignado su emplazamiento con amor. A todo esto se añade la dificultad de que la finca se extiende desde una altura de 300 metros hasta los 1.000 metros sobre el mar, con lo cual hay zonas tan empinadas como en Ribeira Sacra, ¡pero a 40 grados centígrados! Por imposible que parezca esta comarca como suelo nutriente, tanto en el tinto Baboso como en el Blanco Selección, la característica de los vinos de Bodegas Frontos son el noble especiado volcánico y unos aromas que recuerdan a los bosques de pinos que coronan la finca. Vinos que rebosan carácter, pero que también son capaces de acompañar suavemente una cocina especiada. ¡Turistas, bebed cerveza! Podríamos seguir describiendo más y más fincas vinícolas. Pero estas tres son un ejemplo de lo que tienen en común todas las bodegas de Tenerife: el orgullo del terruño, el cultivo de cepas autóctonas y un fino olfato para darse cuenta de que están creando algo fuera de lo común. Esto ocurre en Tenerife, tanto en agrupaciones, como es el caso de Bodegas Insulares, donde en una bodega victoriana rehabilitada se vinifican uvas de los más diversos rincones de la Denominación de Origen Tacoronte-Acentejo para hacer el apreciado Viña Norte, como en bodegas familiares. Estas últimas son casi imposibles de encontrar. Qué suerte que en la Casa del Vino se puedan adquirir todos los vinos de Tenerife, además de poder catar algunos de ellos; la completan un museo del vino y un restaurante canario. Lo cierto es que en Tenerife saben hacer vino. Y por suerte, la mayoría de los turistas seguirá bebiendo cerveza, porque si no estos vinos extraordinarios serían aún más difíciles de conseguir. Recomendamos en Tenerife En Tenerife existe un número inabarcable de fincas vinícolas. Hemos elegido cuatro que no deberían perderse. Un consejo: anuncien su visita por teléfono con anterioridad, pues los horarios de apertura oficiales suelen ser orientativos. Tenerife cuenta con cinco denominaciones de origen y, como regla básica para un viaje de degustación, podríamos generalizar: en las regiones D.O. Abona, Valle de Güímar e Ycoden-Daute-Isora, se recomiendan especialmente los vinos blancos; en Tacoronte-Acentejo y el Valle de la Orotava, los tintos. Bodegas Monje www.bodegasmonje.com Ubicación: El Sauzal, D.O. Tacoronte-Acentejo. Fundación: 1973. Propietario: Felipe González Monje. Enólogo: Juan José Fuentes López. Superficie de viñedo: 17 hectáreas. Variedades: Listán Negro, Listán Blanco, Negramoll, Tintilla. Su seña de identidad: Monje de Autor. Bodegas Soagranorte www.suertesdelmarques.com Ubicación: Las Suertes, La Orotava, D.O. Valle de la Orotava. Fundación: 2006. Propietario: Francisco García Núñez. Enólogo: Roberto Santana. Superficie de viñedo: 9 hectáreas. Variedades: Listán Negro, Listán Blanco, Castellana, Tintilla, Baboso Negro, Albillo. Su seña de identidad: Candio. Bodegas Insulares www.bodegasinsulares.es Ubicación: Tacoronte, D.O. Tacoronte-Acentejo. Propietarios: Cooperativa de vinicultores con más de 1.500 miembros. Enólogos: Francisco Calixto, Víctor Dorta Jiménez. Variedades: Listán Negro, Listán Blanco, Negramoll. Su seña de identidad: Viña Norte Tinto Vendimia Seleccionada. Bodegas Frontos www.tierradefrontos.com Ubicación: Granadilla de Abona, D.O. Abona. Fundación: 2003. Propietario: Familia Luengo. Enólogos: entre otros, Fernando Luengo. Superficie de viñedo: 15 hectáreas. Variedades: Gual, Verdello, Marmajuelo, Albillo, Malvasía, Baboso Negro. Su seña de identidad: Blanco Selección. Casa del Vino www.tenerife.es/Casa-vino La Casa del Vino La Baranda, amorosamente restaurada, es el modelo de una granja histórica de Tenerife. El estilo de la casa y sobre todo el tejado de la ermita son célebres por su belleza. Las distintas casas albergan un restaurante, un museo, una exposición de todos los vinos producidos en Tenerife y, naturalmente, una sala de cata con tienda. Una agradable visita obligada en cualquier viaje de enoturismo. En Tenerife saben hacer vino. Y por suerte, la mayoría de los turistas seguirá bebiendo cerveza, porque si no estos vinos extraordinarios serían aún más difíciles de conseguir. Denominaciones de Origen D.O. Valle de Güímar Ubicación: en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, en el sur de la isla. Variedades/Vinos: sobre todo blancos jóvenes de Listán Blanco y vinos dulces de Malvasía y Moscatel. D.O. Tacoronte-Acentejo Ubicación: la primera denominación de origen de Tenerife (desde 1992), en la península de Anaga en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, en el noreste de la isla. Variedades/Vinos: tintos de Listán Negro y Negramoll en casi un 90 por ciento, además Garnacha (llamada localmente Tintilla), Moscatel Negro, Malvasía Rosada y Vijariego Negro. D.O. Valle de la Orotava Ubicación: en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, en el noroeste de la isla. Variedades/Vinos: en un 90 por ciento Listán Negro y Listán Blanco. D.O. Abona Ubicación: en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, en el sur de la isla. Variedades/Vinos: casi un 70 por ciento de vinos blancos de Listán Blanco y las variedades autóctonas Gual y Sabro. D.O. Ycoden-Daute-Isora Ubicación: en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, en el extremo noroccidental de la isla. Variedades/Vinos: mayoritariamente vinos blancos de Listán Blanco (casi un 70 por ciento). Nuestros consejos para visitar la isla ALOJAMIENTO Hotel Rural El Patio Finca Malpaís El Guincho 38450 Garachico www.hotelelpatio.com Tel. +34 922 123 289 Vivir en la naturaleza, rodeados de verdes plataneros y al lado del mar. Pero con todas las comodidades deseables. Hotel Rural Victoria Hermano Apolinar, 8 La Orotava www.hotelruralvictoria.com Tel. +34 922 331 683 En pleno centro de la ciudad, un hotel coqueto y acogedor, que cuida la cocina, donde ejerce su experimentodo chef Richard Etherington, el servicio y una buena carta de vinos. Si pueden pidan la habitación del ático por sus sorprendentes vistas. Hotel Spa Villalba Camino de San Roque s/n 38613 Vilaflor Tel. +34 922 70 99 30 Este hotel está construido al estilo canario tradicional y destaca por su magnífica situación en el lindero del Parque Nacional de Las Cañadas del Teide. Confort de cinco estrellas en medio de la más absoluta tranquilidad, buen punto de partida para recorrer la isla. A partir de 60 euros por persona y día. Hotel Abama 38680 Guía de Isora Tel. +34 922 12 60 00 www.abamahotelresort.com Hotel con campo de golf en una ubicación paradisiaca con playa privada. Lujo al máximo nivel, magníficas vistas sobre La Gomera. comer Restaurante La Gañanía Camino del Durazno, nº 71 38400, Puerto de la Cruz www.laganania.com Tel. +34 922 376 204 Un lugar de espectaculares vistas y excelentes instalaciones. Tanto, que no parece necesitar una cocina tan innovadora, rica y bien concebida como la que elabora Pedro Rodríguez Dios. Restaurante Donde Mario Ctra Provincial del Norte 199, 38390 Santa Úrsula Tel. +34 922 304 585 El ya veterano Mario Torres tiene en este rincón su cocina donde provocar la satisfacción de su clientela, predominantemente fija. El Terral, buen vino de la casa, está elaborado por él mismo. comer Restaurante El Duende Ctra. La Higuerita, 41 Puerto de la Cruz Tel. +34 922 37 45 17 Jesús González elabora una cocina de autor, firme, sin banalidades, buena materia prima. Además tiene una de las mejores cartas de vinos de la isla. Restaurante El Sótano Las Aguas. San Juan de La Rambla Tel. +34 922 36 02 44 Restaurante familiar. Disfrute del mar a unos cuantos pasos de su mesa y de pescado de la isla todavía vivo, cocina muy natural, papitas, camarones, lapas… De vicio. Sabor Canario C/ Carrera, 17 38300 La Orotava Tel. +34 922 32 27 93 www.saborcanario.es Un auténtico secreto sólo para iniciados: para llegar al comedor, hay que pasar por la tienda de recuerdos. En el local casi sólo hay lugareños, ¡más canario, imposible! Prueben el conejo. Restaurante Régulo Calle Pérez Zamora, 16 38400 Puerto de la Cruz Tel. +34 922 38 45 06 www.restauranteregulo.com Cuidada cocina internacional con toque canario en ambiente íntimo. Se recomienda la bandeja de pescado y marisco. La Hierbita C/ El Clavel, 19 38003 Santa Cruz de Tenerife Tel. +34 922 24 46 17 www.lahierbita.com Aquí sirven Ropa Vieja, un guiso de garbanzos y carne deshebrada. Para terminar, lo mejor es el tradicional licor Hierbita, que da nombre al local. Restaurante La Cava del Mencey Rbla. Gral. Franco, 114. Santa Cruz de Tenerife. Tel. 922 29 38 01. www.el114delarambla.com Si se echan de menos productos del cerdo ibérico, La Cava los tiene de gran calidad y bien cuidados. También pescados, especialidad en platos de bacalao. Excelente carta de vinos. Un jardín acrisolado Canarias es un microcosmos insólito, fascinante y original. Su extraordinario patrimonio vitícola, con más de 80 variedades diferentes identificadas, le confiere cierta similitud con uno de esos estuches que contienen un surtido completo de aromas, muy propio para iniciarse en el arte de la cata. Dudo que haya alguien que escriba sobre las insólitas islas Canarias que se resista a tomar la morada del dios Vulcano como motivo principal de su inspiración, trate el tema que trate. Y aún puede parecerle una idea original. Por ello he procurado soslayarlo, incluso cuando piso la rampa de madera que conduce al interior de la bodega Viñátigo. El edificio, a las afueras de La Guancha, recuerda la estructura de un volcán. En la superficie es una discreta construcción que respeta el paisaje, apenas se ve una entrada que a modo de cono deja ver los diferentes tipos de lava solidificada que hay en la isla. Todo el trabajo enológico se desarrolla en el interior de ese cráter. La bodega se puso en marcha en 1990 de la mano de Juan Jesús Méndez, apasionado del vino y de su tierra que se dedica a la enseñanza, pero que de su pasión ha sacado fuerzas para remover, erupcionar, abrasar y convertir en cenizas el pasado del vino tinerfeño. Y sobre esas cenizas, a modo de ave fénix, ha contribuido de forma esencial al resurgir del nuevo vino canario. Su trabajo serio y constante, basado en vides autóctonas, y gracias a sus investigaciones con dichas variedades -unas profusas en Tenerife, otras llegadas de las demás islas-, ha ofrecido una diversidad de sabores y aromas distintos, de mineralidad a flor de piel. En las entrañas de esta bodega se producen hasta ¡catorce tipos de vino! que Elena Batista, una de las mejores enólogas de España, cuida con primor. Sus ansias de elevar la calidad no se quedan en la D.O. Ycoden-Daute-Isora, llegan a Tacoronte: en Valle Guerra han puesto en marcha el proyecto Tacande, cuatro hectáreas de viñedo autóctono (Tintilla, Baboso, Negramoll y Vijariego), en el mercado como vino de mesa. Quizá para demostrar que en el suelo del mayor vivero de España de vides no se necesita recurrir a sabores más internacionales para elaborar grandes vinos. Esplendor en el valle El valle de La Orotava es un placer para la vista. Se despliega como una inmensa alfombra verde salpicada de construcciones (de estética más o menos afortunada) que con una notable pendiente acaba en el océano. El viñedo se atribuye un valor significativo en ese entramado vegetal gracias a los esfuerzos de viticultores tan significativos como la familia de Agustín Farráiz. Sus vinos, llamados Tajinaste, despliegan tanta belleza como la insólita planta en flor de la que toman el nombre. Pero otros nuevos proyectos surgen en este valle. La Sociedad Agraria del Norte (Soagranorte) de Francisco García Núñez comienza en 2006. Es un industrial del ramo de la madera con un gran amor por su tierra y el vino. Dispone la bodega de nueve hectáreas de diversos majuelos y edades, desde cepas con más de 80 años hasta el viñedo plantado por la familia. Bajo la crítica mirada del enólogo, Roberto Santana, se embotellan los vinos llamados Suertes del Marqués, de variedades autóctonas, alguna de ellas por cientos de años menospreciada por innoble, pero él tiene una máxima contundente: “No hay variedades innobles, nunca lo son, lo que puede resultar infame es el trato que reciben”. El Penitente es otro proyecto joven del Valle de la Orotava -apenas echó a andar en el 99-, como joven es su enóloga, Nayra Trujillo, pero con unas condiciones privilegiadas en sus campos y en su cuidada bodega. El sacrificado valedor es Américo García Núñez y posee ocho hectáreas de viñedo propio con las que elaboran 150.000 botellas de varios tipos de vino, llamados Arautava, Cruz del Teide o Tanganillo. De norte a sur Todo esto, y mucho más, ocurre en el espléndido norte, en la privilegiada ladera donde las nubes sostenidas por los alisios se detienen, se recrean en un verdor de los llamados de lujuria. Pero… ¿no hay enología digna de mención al otro lado de la gigantesca barrera que divide la isla? Claro que la hay, y posiblemente mucha más disparidad de tipos de vino. Porque en las tierras del sur se encuentran las mayores alturas vitícolas de la isla. Y la altitud compensa la temperatura, notablemente más alta en las tierras bajas. Hace muchos años, cuando todavía la zona se encontraba en mantillas, se elaboraban vinos en unas casetas infames para el tratamiento del vino, y sin embargo había blancos de una finura y elegancia extraordinarias, que al poco tiempo sucumbían, víctimas de la falta de medios para su mantenimiento. Pero de allá han surgido bodegas como Cumbres de Abona, de la D.O. Abona, una de las más premiadas en cuantos concursos se presentan sus vinos. O Bodegas Arca de Vitis, del Valle de Güímar. En ella trabaja Jorge Zerolo, uno de los más prestigiosos investigadores de Canarias; bajo su cargo se encuentra uno de los viveros mejor pertrechados de Tenerife. Sus vinos se llaman Contiempo y trabajan con un variado ramillete de vidueños, especialmente con Marmajuelo, Malvasía, Gual, Verdello, Vijariego y otras menos deslumbrantes. Voluntad inquebrantable La viticultura de Tenerife ha pasado por tiempos aterradores, épocas dignas de olvidar. Posiblemente lo único que ha mantenido en pie su estructura y sus variedades ha sido el enorme valor que sus habitantes le han dado a su vino. Un nuevo monstruo amenaza con unificar sus aromas y sabores a los que ofrecen los vinos del Nuevo Mundo si la plantación de variedades foráneas prospera y se diversifica. Pero seguro que también saldrá con éxito de esta. No es fácil tumbar una voluntad tan férrea como la canaria, capaz de sobrevivir con éxito a diversas, arrolladoras y candentes lavas.

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