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Burdeos Primeur 1997 - un año caprichoso

  • Redacción
  • 1998-06-01 00:00:00

Primera cata de la última cosecha de Burdeos. Comerciantes y periodistas del mundo entero han juzgado la calidad de unos vinos que aún dormirán en barrica de roble hasta mediados de 1999, pero que se venderán en las próximas semanas “en primeur”, es decir, por suscripción, un sistema de ventas único también para el vino. También este año, los propietarios de las fincas lo han intentado todo para vender su producto lo más caro posible. Informes previos, hábilmente dirigidos, ya aclamaron al 97 como el año de la maduración más temprana del siglo cuando aún no había una sola uva en la cepa.
Rolf Bichsel, Director Internacional
Bartolomé Sánchez, Vinum España

La última cosecha de Burdeos se presenta asombrosamente suave, robusta, jugosa y exquisita, convirtiendo la cata “en Primeur”, por una vez, en un placer para el paladar. Algunos Crus consiguen notas tan frutales y alegres que uno desearía bebérselos en este estadío juvenil, sin esperar a que la elaboración en barrica los vuelva áridos y secos. Una cosa sí es segura: en el contexto de un año de precio/disfrute como lo fueron por ejemplo los años 1992, 1993 y 1994, toda la crítica enológica reunida lo habría celebrado y habría animado a sus seguidores a comprar. Pero considerando el hipertérmico barómetro del precio, de momento sólo se puede recomendar esperar.
Ya al principio de la campaña del Primeur, los creadores de opinión en Burdeos hablaban, con expresión de consternación, de la gran demanda en el Este y el Oeste, y de la consiguiente necesidad pura y simple de aumentar los precios. La prensa y el comercio cerraron filas frente a nuevos aumentos de precio, lo que parece haber amortiguado momentáneamente tales veleidades. Las últimas tendencias se orientan hacia un descenso simbólico o bien hacia la estabilidad. Estabilidad en el actual elevado nivel de precios, claro está.
Los que mejor conocen la calidad real de la última cosecha son aquellos que la han vinificado. Hoy por hoy, ya sólo hablan del mejor año del siglo los que se quieren poner en ridículo definitivamente. Las últimas declaraciones hablan de un año difícil, del año de los buenos vinicultores atentos, de un año de los “vins du plaisir”, los vinos para el placer, especialmente adecuados para la hostelería, para el rápido placer de beber. Y pretenden que los amantes del vino paguen un dinero que han ganado con el sudor de su frente por algo así, pretenden que acepten precios más elevados de lo que invirtieron por años mucho mejores.
Aunque una Denominación de Origen sí tendría motivos para elevar sus precios, la de Sauternes-Barsac, un Eldorado de los vinos dulces nobles. Pues desde 1988, la prensa mundial no había catado vinos dulces tan magníficos como este año. Y no es extraño: las condiciones climáticas parecían hechas a medida para los “vins liquoreux”.
A propósito de clima: la cosecha del 97 aporta una prueba contundente de que maduración temprana no necesariamente es sinónimo de calidad superior. Porque después de un brote temprano y un primer período de sequía, desde Febrero hasta Abril, el tiempo lluvioso de principios del verano impidió una floración regular. Ésta se extendió a lo largo de unas 5 semanas, lo nunca visto en la Gironda. El verano estuvo marcado por las lluvias y el calor tropical. Pero con el estío no llegó el tradicional parón de la vegetación que favorece la maduración de la uva: en lugar de concentrarse en sus frutos, las cepas se dedicaron a producir alegremente un exuberante follaje. Pero más tarde, la vendimia pudo realizarse bajo condiciones meteorológicas inmejorables. Se prolongó durante cuatro o cinco semanas, con un tiempo magnífico. Sin embargo, las diferencias entre finca y finca, parcela y parcela, cepa y cepa y, algunas veces, incluso entre uva y uva, han sido considerables. De poco han valido, por esta vez, las reglas tradicionales. Las peores parcelas han producido, en ocasiones, los mejores vinos; las cepas jóvenes, mejor que las viejas y ya el vecino, sin ir más lejos, ha obtenido resultados contrarios. Tomar la decisión adecuada para la fecha de la vendimia ha demostrado ser tan difícil como ganar en la lotería. La producción del año 1997 presenta unos vinos excesivamente madurados con un cuerpo extrañamente pálido, otros con una acidez verde y caprichosa y aromas de fruta verde, o bien vinos delgados y aguados. Una selección dirigida era obligación de todo vinicultor y, prácticamente en todas partes, el porcentaje de “Grand vin” en el total de la vendimia es proporcionalmente menor que en 1996. El hecho de que los bodegueros de la Gironda hayan podido presentar, a pesar de todo, un resultado notable, dice mucho de su habilidad. El que quieran cobrarse ésta más cara que lo que ya duerme en las barricas, dice mucho de la salud que goza su autoestima... A continuación, veamos las impresiones de las distintas zonas:
Fronsac. Naturalmente volverán a dejarlos de lado, a estos vinos de la región marginal de Fronsac, o en el mejor de los casos los meterán en el mismo saco que sus vecinos Saint-Émilion y Pomerol. A quién iba a interesarle que este triángulo de colinas entre Dordogne e Isle haya disfrutado en 1997 de unas condiciones que han hecho posible unos vinos tan jugosos y llenos como se producían sólo en los muy grandes años. Lo que no hace más que equilibrar la injusticia del desprecio con que los vinicultores de las comarcas más nobles habitualmente miran por encima del hombro a los bodegueros del Fronsadais. Pero en 1997, la mayoría de los Pomerol y un gran número de Saint-Émilion resultan pálidos y mediocres comparados con los soberbios Crus de la pequeña región lindera. Éxitos: Château Villars, Château Dalem, Château Moulin Haut-Laroque.
Saint-Émilion y Pomerol. Precisamente de Pomerol han salido algunos vinos decepcionantemente pobres, verdes y angulosos, o bien robustos, pálidos y desprovistos de temperamento, que cualitativamente se sitúan en algún punto entre 1992 y 1993.
Saint-Émilion puede apuntarse algunos éxitos notables, pues ciertamente de las bodegas de las fincas menos conocidas salen algunos vinos interesantes. Enólogos de talento como François Thunevin Stefan de Neippberg, con sus Cuvées de campeonato (Valandreaud, la Mondotte) de elevado precio, elaborados en ediciones mínimas, han provocado un revuelo que obviamente tiene su parte buena: ha creado una succión que motiva a muchos vinicultores y los estimula a la máxima eficacia, no sólo en la bodega, sino sobre todo en el viñedo. A pesar del difícil año, por lo menos la calidad es notable. Beauséjour-Bécot puede considerarse como una de las mejores compras de entre los vinos elegantes y equilibrados, Beauregard y Canon-la-Gaffelière representan estupendamente al grupo de los vinos llenos, creados a la manera moderna.
Pessac-Léognan y Margaux. Por una vez, la variedad de vino blanco Sauvignon ha sufrido más bajo las especiales condiciones climáticas que la Sémillon. Por tanto, los blancos Pessac-Léognan, en gran parte vinificados con Sauvignon, no poseen ni por mucho la raza y plenitud de los últimos años. En el peor de los casos se muestran verdes y caprichosos, en el mejor, son frutales y de calibre mediano -exceptuando uno o dos casos aislados.
Los tintos tienen poca acidez y son de plenitud mediana; considerados globalmente, resultan bastante clásicos y equilibrados, con un final en el peor de los casos también algo amargo, áspero y seco. La Denominación Margaux no ha podido repetir su hazaña del año pasado, y presenta unos vinos más bien deslucidos, aunque acordes consigo mismos, a veces incluso algo delgados y verdes. Alcanzaron buena calificación, entre otros, Domaine de Chevalier, Château Haut-Bailly y Château Palmer.
El resto del Médoc. Como todos los años, Saint-Julien ha producido algunos vinos muy hermosos. Por lo general, Lagrange, Léoville-Barton, Ducru-Beaucaillou y Gruaud-Larose recaudan muchos elogios. Pero este año ha sido Pauillac quien ha merecido la Rosa a la mejor comarca, no sólo con sus fiables Premiers crus como Lafitte o Latour, sino también con vinos como Lynch-Bages, Pontet-Canet y Grand-Puy-Lacoste. En Moulis brillaron como siempre Poujeaux y Chasse-Spleen. En lo que respecta al resto del Médoc, las catas de Crus bourgeois han aportado algunos hallazgos, también en el campo de esta categoría, que cada vez es más interesante, y aunque no ha habido vinos superiores, sí Relles a buen precio.
Sauternes: una categoría individual. Minicosechas, pesos récord de mosto, condiciones estrictamente ideales para los vinos dulces nobles: la región Sauternes-Barsac, no precisamente mimada en los últimos años, por una vez ha sido totalmente recompensada por sus esfuerzos, necesarios para vinificar especialidades dulces nobles. Los mejores Crus no sólo poseen plenitud y un intenso abocado, sino también un frescor fuera de lo común: poseen, por así decirlo, la plenitud de los vinos del 89 y el 90 y el nervio de los magníficos del 88. Ahora por lo menos podrá igualar, o incluso superar, a los últimos años excepcionales 83 y 88. Rieussec, Lafaurie-Peyraguey y el magnífico Climens son de gran categoría, pero también son notables vinos como Caillou, Coutet, Nairac o bien Doisy-Daëne (y muchos otros). ¡La única inversión en vinos de Burdeos del 97 que seguro que merece la pena!
El dilema del precio justo. La situación es, cuando menos, confusa. El punto de partida se sitúa en la especulación con los precios de la cosecha del 96. Entonces, los Premier cru habían decidido de común acuerdo sacar sus vinos al mercado en una sola serie y al precio de entrada de 300 FF (sin Courtier ni márgenes comerciales, sin impuestos ni aranceles de exportación o aduana, etc.). Haut-Brion, que tradicionalmente es el primero en salir al mercado, fue la única finca que se atuvo a este acuerdo. Los demás, a raíz de la súbita demanda mundial, fraccionaron sus series y doblaron o triplicaron sus precios... Dicen las malas lenguas en Burdeos que la cifra de las pérdidas ocasionadas a los responsables de Haut-Brion por esta moral tan deportiva ronda los 18 millones de FF. Naturalmente, este año nadie quiere sufrir la misma experiencia. En Haut-Brion dicen que no saben a qué precio saldrán, pero sí saben cuándo: los últimos. Prefieren esperar y confiar en que el vecino naufrague con su campaña. En Burdeos todos saben que un alza no dura eternamente. “Si entro en una tienda a comprar una corbata y resulta costar el doble de lo que pensaba gastarme, cambio de tienda,” dice, por ejemplo, Jean Gautreau de Sociando Mallet. Cara a la situación actual del mercado, ciertamente esto no es tan fácil, como bien sabe Jean Gautreau, propietario de finca y comerciante a la vez.
Porque el comercio de Burdeos no sólo ha llenado sus arcas gracias al alza, pudiendo ahora invertir en Primeur; todo comerciante sabe que si hoy no compra, mañana le darán con la puerta en las narices. Porque hay cola para acceder a su parte... Estamos en puertas de años que llevarán en sus etiquetas números trascendentales: 1999, 2000, 2001. Sea cual sea su calidad, estos años se venderán y se comprarán a precios exagerados, como recuerdo de un acontecimiento milenario. “Confesémonoslo: en lo que respecta a los precios, Burdeos simpre ha vivido en los extremos. Los precios suben enormemente y caen enormemente, y frecuentemente sin guardar relación con la calidad. En Burdeos no existe la estabilidad, sólo alzas y crisis. Quizá sencillamente tengamos que vivir reconociéndolo”, dice Paul Pontalier de Château Margaux. Así que, a pesar de ser de mediana calidad, los vinos de Burdeos actualmente no bajarán de precio. Y, en realidad, todos parecen estar de acuerdo en que no deben encarecerse. Los unos opinan que unas subidas masivas desencadenarían una nueva crisis. Los otros objetan que una bajada tendría el mismo efecto, pues se perdería la confianza en Burdeos. La estabilidad está en boca de todos, pero debe ser sólo de boquilla. Por tanto, de momento sólo los dioses saben si va a cambiar la tendencia del barómetro y cuándo. Por consiguiente, quien quiera comprar vino “en Primeur” porque le gusta el Budeos, se ceñirá a los éxitos de precio/disfrute. Por el contrario, quien compre para revender deberá observar atentamente el mercado...

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