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Para los pescados

  • Redacción
  • 2002-12-01 00:00:00

Aquí imperan los blancos jóvenes, frutosos, florales y especiados, que ya pueden ser consumidos en sus primeros meses de vida acompañando mariscos imprescindibles como ostras, centollas o bogavante, en ensalada mejor, siempre y cuando no se abuse del vinagre. Pero sirven también para las sopas, salvo la de almendras que exige un buen amontillado. Todos ellos manjares delicados pero ricos en sugerencias que piden una bebida desenfadada, alegre, ligera y fresquita, lo que no quiere decir banal.
Y en caso de platos muy elaborados, llegó la hora de los blancos fermentados y criados en barricas de roble nuevo, generalmente francés, que aportan a los pescados habituales de estas fechas -angulas, bacalao, besugo y rodaballo, fundamentalmente- sus aromas de especias, humo, mantequilla, etc., junto al cuerpo adecuado para preparaciones que suelen llevar salsas más o menos elaboradas, o el toque popular del ajo, un condimento muy difícil de casar con vino, por lo que es recomendable la máxima prudencia.

DO FERREIRO 1997
Gerardo Méndez Lázaro.
D.O. Rías Baixas.
Es un albariño de persistentes aromas varietales, muy untuoso y potente en boca, que mejora notablemente en botella. Nada mejor que su casamiento con un buen bogavante, o una langosta, en su defecto.

FAUSTINO V 997
B. Faustino Martínez.
D.O. Rioja Calificada.
Es una buena opción para tomar con el besugo navideño. La justa acidez del vino limpia el paladar. También aporta cuerpo y unos retronasales plenos de recuerdos aromáticos, con un fondo de vainilla final francamente armónico.

FRANSOLA 1996
Miguel Torres.
D.O. Penedés.
Es uno de los mejores blancos del Penedés, pleno de aromas varietales más los aportados por una madera de ensueño. Mejorará cualquier pescado elaborado con el propio vino, aunque su sitio está al lado de unas angulas a la bilbaína.

GRAMBAZAN 1997
Agro de Bazán.
D.O. Rías Baixas.
Es un albariño aromático, con la acidez fresca y bien equilibrada, con un cuerpo que no pierde presencia. Parece el vino elaborado exclusivamente para acompañar a los sublimes percebes de las Rías Altas.

GUITIAN 1995
Senén Guitián Velasco.
D.O. Valdeorras.
En este godello se evocan los aromas profundos de la miel y los recuerdos botritizados, Su equilibrio y elegancia en boca lo hacen excelente para los platos de pescado acompañados de setas.
MANTEL BLANCO 1996
Álvarez y Díez, S.A.
D.O. Rueda.
Es un vino que además de delicadeza aromática en nariz, tiene estructura y cuerpo en boca. Parece el acompañante ideal para un buen bacalao hecho al pil-pil o, incluso, una buena brandada.

MARTIN CODAX 1997
B. de Vilariño-Cambados.
D.O. Rías Baixas.
Su expresión frutal es nítida Es sabroso y está bien estructurado; posee una buena acidez, justo lo que necesitan alimentos al natural como unos berberechos, sabrosas almejas y ostras con todo el sabor del mar en sus entrañas.

PALACIO DE BORNOS 1996
B. de Crianza Castilla la Vieja, S.A.
D.O. Rueda.
Sin duda un vino serio, con impecable color y buena expresión aromática, con muchos aromas primarios. Lo mejor está en la boca: bien estructurada, con cuerpo y untuosidad, mucha amplitud y limpios retronasales.

ROURA 1997
B. Roura.
D.O. Alella.
De suaves aromas frutosos y florales, muy armónico en boca, ligero y limpio. Destacará con pescados naturales sin mucha elaboración. Los adecuados son los blancos, como la merluza el lenguado o el rape.

VEIGADARES 1996
Adegas Galegas.
D.O. Rías Baixas.
Es uno de los Rías Baixas que mejor admiten la crianza. Complejo de aromas y corpulento, con un buen equilibrio de sabores. Se disfrutará con un rodaballo salvaje o una fresca y sabrosa merluza de pincho.

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