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Asia: El boom del vino

  • Redacción
  • 2010-05-01 00:00:00

Hacen referencia al legado francés y defienden su particularidad asiática. Los productores de Asia miran al futuro con confianza. Y con razón, porque sus vinos también alegran algunos de los más exquisitos paladares de Occidente. Relatos de viaje de China y Myanmar. En el próximo número de Vinum, Japón, India y Tailandia. Texto: Beat Gerber China Entre el diseño y el contenido Los expertos arrugan la nariz, educada olfativamente, y se refugian en lugares comunes. ¿Vino en China? Que si el país más poblado del mundo es célebre por la comida agridulce y el insípido vino de arroz, pero que se produzca zumo de uva noblemente fermentado made in China... Eso es un cuento chino enológico. Sin embargo, una visita a seis importantes productores de vino en la República Popular China desmiente tal prejuicio. Comenzamos en el centro de Pekín. En medio de un oasis verde está la sede central de Dragon Seal. Esta empresa, actualmente propiedad del Estado, fue fundada por misioneros franceses en 1910 y ha salido bien librada de la Revolución Cultural. Al menos en el ligeramente empolvado museo de la empresa están expuestas numerosas fotografías, recuerdo de visitas de altas personalidades políticas durante el pasado siglo. Entonces, el vino se convirtió en la bebida del entendimiento entre los pueblos. Entre los que brindan se encuentran el jefe supremo Mao Tse-tung junto a Ho Chi Minh, presidente del antiguo Vietnam del Norte. También hay otra fotografía tomada en 1972 con Richard Nixon, el primer presidente de EE UU que visitó la República Popular China. Dragon Seal es uno de los diez mayores productores de vino de China, con aspiraciones de producir alta calidad. “Haut de gamme”, precisa orgulloso Jérôme Sabaté: de alta gama. Este francés, especialista en vinos, que trabaja desde hace doce años en Dragon Seal, hoy es su enólogo jefe. Su nacionalidad se corresponde con la filosofía de la casa. “Queremos adaptar el legado de la cultura vinícola francesa a las características particulares de China”, explica Sabaté. Trabaja principalmente con la misma mezcla de uvas que también es habitual en Burdeos. El tinto Dragon Seal Reserve tiene un sabor asombrosamente complejo, se trata de un Cabernet Sauvignon de 2003. Sus aromas frutales recuerdan a la frambuesa y la ciruela, transportando notas de pimienta y café. A diferencia del Chardonnay Reserve 2004, muy mantequilloso y ahumado. Los doce meses de crianza en barrica de roble francés han dejado claras huellas. Know-how de Francia La transferencia de tecnología de Francia es un factor decisivo para el desarrollo de la vinicultura china. Los conocimientos y experiencia científico-técnicas son absorbidos directamente por las empresas productoras, al igual que por los enólogos de las universidades. Se pueden adquirir estos conocimientos prácticos, por ejemplo, en la finca modelo franco-china CFM. Está situada a 80 kilómetros al noroeste de Pekín, en Huailai, no muy lejos de la Gran Muralla. En la CFM se investiga sobre la elaboración del vino realizando experimentos sistemáticos. Aunque el ambiente es aséptico, potenciado por la pomposa arquitectura francesa, los productos son sensuales y aromáticos. Mientras el sol de septiembre abrasa las cepas experimentales en el exterior, en el interior nos refrescamos con vinos jóvenes de uvas Chardonnay y Cabernet Sauvignon extraídos directamente de los imponentes tanques de acero inoxidable. Cambio de escenario: estamos en Changli, a 250 kilómetros al este de Pekín. Esta localidad de provincias está considerada como el centro del vino más relevante de China, pues en su entorno se produce un cuarto de la producción del país. En la bahía de Bohai, el clima predominante es de inviernos crudos y veranos de calor húmedo. Debido al gélido viento del Norte, en invierno hay que doblar las cepas hacia abajo y cubrirlas con una capa de tierra de 40 centímetros de espesor para evitar los daños por heladas. Altos funcionarios de las administraciones locales y provinciales, entre ellos el vicegobernador y el jefe de Dirección, nos invitan a comer. Tras varios saludos formales y algunos discursos, el ambiente que inicialmente parecía contenido se transforma en amable y ruidosamente sociable. Nos explican cómo está organizada, por regla general, la producción de vino en China: los campesinos (unos 20.000 en Changli) alquilan las tierras al Estado y plantan cepas, cuyas uvas entregan luego a los productores de vino a un precio establecido por contrato. El extenso ágape está acompañado de vinos de la región. Al tinto, una mezcla frutal y complaciente hecha sobre la base de Cabernet-Sauvignon, le falta cuerpo y elegancia. Este vino sin añada procede de la gran empresa Great Wall, que visitaremos más tarde. El Centro Nacional de Turismo Industrial les envía anualmente 50.000 visitantes, una cifra con tendencia ascendente. La visita guiada se desarrolla como la fabricación en serie, con poco cariño; y pese al vídeo del departamento de relaciones públicas resulta poco informativa, pero ofrece una visión fascinante del interior de la mayor bodega de vinos de Asia: miles de barricas de roble, dispuestas en filas y apiladas a la manera de Burdeos, parecen como una manifestación masiva a favor de la emergente vinicultura en China. Valses vieneses en el viñedo Pero los productores más pequeños tienen objetivos distintos al gigante Great Wall. Intentan vender el terruño –suponiendo que se pueda hablar de terruño en China– como una exclusividad y un valor añadido. Así lo hace, por ejemplo, la Bodega Langes, también asentada en Changli, una finca vinícola con la arquitectura de un palacio italiano, con hotel de lujo y spa incluidos. Desde los altavoces resuenan sobre las viñas los acordes de animados valses vieneses; parece ser que favorecen la maduración de las uvas. El empresario austriaco Gerno Langes-Swarovski ha realizado allí su sueño con 30 millones de dólares estadounidenses, y produce vinos superiores de alto coste para una clientela exclusiva. El gerente de la finca elogia estos vinos superiores en mi propio idioma, en un alemán fluido: se llama Jing Ren, es de nacionalidad china, con estudios de Filología Alemana, y antes trabajó de traductor para el Gobierno. Pues efectivamente: el vino ecológico catado, Bodega Langes 2005, presenta una nariz intensa y aromas complejos. Este joven blend de Cabernet-Sauvignon, Merlot y Cabernet Franc funde notas balsámicas y herbáceas con aromas animales: un buqué tan penetrante como armónico. Podemos degustar una selección igualmente sofisticada de vinos blancos y tintos en Château Huadong-Parry. Esta finca, situada en la península de Shandong cerca de Qingdao, fue fundada en 1985 por el inglés Michael Parry, que murió de cáncer seis años después. Actualmente esta elegante propiedad rural es una joint venture (alianza estratégica comercial) entre el Gobierno local y un inversor de Hong Kong. La experta enóloga jefe, Gloria Xia, elogia su especial terruño y asegura sin modestia: “En cuanto a la cantidad estamos entre los primeros diez; pero en cuanto a la calidad, somos el número uno”. Copias de châteaux de Burdeos El viaje a la costa norte de Shandong nos lleva hasta la empresa más importante del negocio del vino en China. El consorcio Changyu en Yantai, al igual que sus competidores, se apoya en la Grande Nation y construye imponentes copias de los châteaux de Burdeos sin ningún tipo de escrúpulo cultural. En estos ostentosos edificios con torrecillas y jardines recoletos, tan ajenos a lo habitual en Asia, no sólo venden afanosamente los vinos que producen, sino también enseñan a beberlo, ya que así aumentan las ventas. En China, el consumo anual de vino per cápita es únicamente de un litro. Estas clases gratuitas para aprender a beber vino que Changyu ofrece a sus visitantes son sin duda una fructífera inversión. Changyu -al igual que Great Wall y Dynasty en Tianyin- pertenece al círculo de los grandes productores chinos que fabrican agradables vinos de diseño con la tecnología más moderna. La mayoría de los productos está diseñada por experimentados enólogos franceses, además de algunos australianos. Aunque la calidad del vino aún es susceptible de mejora, de hecho es comparable con vinos de su mismo nivel procedentes de Europa y América. Según Ke Jing Liu, jefe financiero de Dynasty Winery, el fin que persiguen las empresas, en su mayoría estatales, es exportar buenos vinos de diseño en grandes cantidades. Liu asegura que el mercado internacional del vino empezará a notarlo dentro de cinco o diez años. China todavía no es un país aficionado al vino. Pero una clase media en rápido crecimiento está asociando el vino con el buen tono y el estilo de vida urbano occidental. Además, a los chinos les gusta el vino tinto, porque el rojo es su color de la suerte. Los expertos predicen que esta circunstancia favorecerá a los productores de complacientes vinos de masas. También las fincas centradas en el terruño podrían aprovechar el rubor del amanecer en la industria vinícola china para perfeccionar sus vinos destinados a una clientela cada vez más pudiente. Destino China Con la Exposición Universal que tiene lugar en Shanghái este año, el atractivo de China sobre los turistas seguirá en aumento. Además de la Expo 2010, a los aficionados al vino también se les brinda la oportunidad de visitar algunas fincas interesantes. Los productores de vino presentados en este reportaje y enumerados abajo están situados en la bahía de Bohai, en la península de Sandong, al este de Pekín. Estas regiones llenas de encanto están preparadas para recibir turistas, pero es muy recomendable contactar con antelación suficiente con alguna agencia de viajes china para contratar las excursiones (desde Beijing). El turismo individual (aún) no está preparado para los occidentales. China vinícola China es el sexto país productor de vino del mundo, con una superficie de viña de 500.000 hectáreas y una producción anual de doce millones de hectolitros (las diversas estadísticas chinas sobre el vino presentan grandes diferencias entre sí; aquí reproducimos los datos de la Organización Internacional de la Vid y el Vino, OIV, de París). Desde finales del siglo XX, la industria del vino se ha desarrollado en China con gran rapidez. La República Popular está considerada como uno de los mercados del vino que están creciendo a mayor velocidad, y la crisis financiera mundial no lo ha debilitado más que escasamente. A pesar de las condiciones climáticas extremas, como por ejemplo el frío y el monzón, y en algunos lugares los suelos poco adecuados, más de 600 empresas productoras han logrado establecerse. Entre las tres mayores, Changyu, Great Wall y Dynasty, controlan más de la mitad del mercado chino del vino. Las importaciones aún son modestas, y más aún las exportaciones. La historia del vino en China es controvertida. Es probable que ya durante la dinastía Han, desde el año 202 a.C. hasta 220 d.C., se importaran vides. Pero dos mil años después, los chinos aún bebían casi exclusivamente vino de arroz. No fue hasta las décadas de 1980 y 1990 cuando empezó a desarrollarse una industria del vino moderna gracias a las inversiones francesas. Las regiones vinícolas más importantes de China son las franjas costeras alrededor de la bahía de Bohai, al este de Beijing, la península de Shandong, el distrito de Shacheng y algunas regiones situadas a orillas del Río Amarillo y en el Noroeste, junto a la frontera con Mongolia. Se cultivan mayoritariamente cepas europeas de calidad como Cabernet Sauvignon, Merlot, Chardonnay y Riesling. China vinícola China es el sexto país productor de vino del mundo, con una superficie de viña de 500.000 hectáreas y una producción anual de doce millones de hectolitros (las diversas estadísticas chinas sobre el vino presentan grandes diferencias entre sí; aquí reproducimos los datos de la Organización Internacional de la Vid y el Vino, OIV, de París). Desde finales del siglo XX, la industria del vino se ha desarrollado en China con gran rapidez. La República Popular está considerada como uno de los mercados del vino que están creciendo a mayor velocidad, y la crisis financiera mundial no lo ha debilitado más que escasamente. A pesar de las condiciones climáticas extremas, como por ejemplo el frío y el monzón, y en algunos lugares los suelos poco adecuados, más de 600 empresas productoras han logrado establecerse. Entre las tres mayores, Changyu, Great Wall y Dynasty, controlan más de la mitad del mercado chino del vino. Las importaciones aún son modestas, y más aún las exportaciones. La historia del vino en China es controvertida. Es probable que ya durante la dinastía Han, desde el año 202 a.C. hasta 220 d.C., se importaran vides. Pero dos mil años después, los chinos aún bebían casi exclusivamente vino de arroz. No fue hasta las décadas de 1980 y 1990 cuando empezó a desarrollarse una industria del vino moderna gracias a las inversiones francesas. Las regiones vinícolas más importantes de China son las franjas costeras alrededor de la bahía de Bohai, al este de Beijing, la península de Shandong, el distrito de Shacheng y algunas regiones situadas a orillas del Río Amarillo y en el Noroeste, junto a la frontera con Mongolia. Se cultivan mayoritariamente cepas europeas de calidad como Cabernet Sauvignon, Merlot, Chardonnay y Riesling.

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