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Tras la bella diversidad de Navarra

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  • Antonio Candelas
  • 2021-06-02 00:00:00

El navarro es un pueblo tenaz y valiente que habita unas tierras de inmensa nobleza, paradigma de la heterogeneidad de paisajes. Mientras en la mitad norte la frondosidad y exuberante magia de la naturaleza definen selvas tan abrumadoras como la de Irati o valles tan espléndidos como el de Roncal, si miramos al sur encontramos un relieve menos abrupto y un clima más templado. Es en esta mitad donde se desarrolla la actividad vitícola de la D.O.P. Navarra, que vuelve a mostrarse variada. Tanto es así que se divide en cinco subzonas, cada cual matizada con sus particularidades. En este viaje entenderemos, por fin, esas diferencias de la mano de cinco grandes conocedores de cada rincón.



Antes de comenzar el recorrido por el viñedo navarro, cojamos un mapa y tracemos una línea imaginaria de oeste a este que cruce justo por debajo de Pamplona. Lo de "imaginaria" es un decir, porque si alguna vez habéis ido hacia la capital navarra desde el sur, habréis podido observar cómo, al atravesar el túnel de El Perdón, el cambio de tiempo es súbito. Es como si esa línea existiera realmente. Se pasa de unas temperaturas suaves y cielo soleado a una inevitable sensación de frío y cielos nubosos en cuestión de segundos. La parte en la que nos vamos a detener es en la meridional, la adecuada para el cultivo de sus famosas y ricas verduras y, por supuesto, de la vid. La D.O.P. Navarra comprende algo más de 10.000 hectáreas de viñedos repartidas en cinco subzonas. De oeste a este, pegadas a esa línea imaginaria que separa la Navarra de paisaje apabullante de la más templada, encontramos Tierra Estella, Valdizarbe y Baja Montaña. Justo debajo se dibuja la Ribera Alta, la subzona más extensa, y en la parte más meridional nos topamos con la Ribera Baja. De norte a sur, en 100 kilómetros, pasamos de estar pegados a una zona fría y lluviosa a tener viña plantada en pleno valle del Ebro. Tanto cambio en tan poco margen geográfico solo puede hablar de diversidad y perfiles distintos de vinos.

Las mil caras de la Garnacha

La subzona de Baja Montaña está pegada a Aragón, los Pirineos nevados se divisan sin dificultad en un día claro y el paisaje está dominado por colinas que lo ondulan, lo que favorece una riqueza extraordinaria de orientaciones. En Sada, un pueblo de apenas 150 habitantes, nos encontramos con la Cooperativa San Francisco Javier, formada por 15 socios que llegan a gestionar unas 340 hectáreas de viñedo. Son pocos, pero la conciencia de viña la llevan en el corazón y ese orgullo cala en las generaciones jóvenes, de tal forma que hay futuro.
María Eransus, enóloga del proyecto cooperativo, nos habla del maravilloso potencial garnachero que tiene esta zona: "La Baja Montaña es una zona muy bonita en la que se puede trabajar el concepto de paisaje, laderas, parcelas…". La concentración parcelaria no ha llegado a la cooperativa y toda la masa de viña está fraccionada en más de 180 parcelas salpicadas entre pinares. Así, a simple vista, parece una locura, pero bendita locura. Este escenario de inmensa variabilidad es idóneo para la Garnacha. "Aquí necesitamos una uva como ella: rústica, una verdadera superviviente en una zona límite de plantación por arriba", asegura orgullosa María. Otra vía de diversidad importante es la del material genético de las plantas. La cualificación de los técnicos y el interés de los viticultores por seleccionar el mejor clon o el más apropiado es un valor seguro que garantiza un trabajo bien hecho y da estabilidad al proyecto.
María tiene un sueño que va madurando con la experiencia y el conocimiento de las garnachas que trabaja. Sabe que se acabará cumpliendo porque no deja de ser el futuro de aquella zona: "Me gustaría sacar una colección de diferentes garnachas según su perfil. No tienen nada que ver unas con otras". Es tan cierto como que podemos encontrar desde las más florales y refinadas hasta las más balsámicas o agrestes. Algunas muestran tensión y frescura en perfecta sintonía y otras son pura amabilidad. María no se aburre entre sus vinos y ha participado en algún que otro proyecto de investigación como el desarrollado con el apoyo de Europa y del Gobierno de Navarra para impulsar elaboraciones blancas a partir de la Garnacha Blanca y Garnacha Roya, la que conocemos como Gris, con un gran futuro en la zona. María lo tiene claro: "Estamos trabajando para crear y enseñar el concepto de Baja Montaña para poco a poco ir destapando el tarro de las esencias de esta zona".

Tempranillos bonitos
La Ribera Alta domina la zona media de la Denominación de Origen. Sus 3.700 hectáreas de viñedo la convierten en la más extensa en cuanto a superficie de cultivo. Bodegas Ochoa es un proyecto familiar que ha mirado siempre a la viña con una vocación investigadora inagotable. Tras seis generaciones vinculadas al vino, hoy Beatriz y Adriana –gerente y directora técnica, respectivamente– llevan el timón de este referente del vino navarro y nos hablan desde su bodega en Olite de las cualidades de la Ribera Alta.
 Bodegas Ochoa tiene en propiedad 145 hectáreas de viñedo. La mayoría, unas 120, en Traibuenas, a las puertas del desierto de las Bardenas Reales. El resto, en el término de Olite. En general hablamos de suelos calcáreos de textura pedregosa, que facilitan el buen drenaje y dotan a los vinos de una buena expresión varietal. Toda la superficie de viña ha sido estudiada en pos de crear una subdivisión parcelaria para conocer mejor las cualidades agronómicas de cada una y así trabajarlas con mayor precisión, sacando de ellas el mejor partido. "No solo adaptamos el manejo de la viña a sus características, sino que podemos conseguir adelantarnos en la gestión de los problemas sanitarios que puedan surgir", explica Adriana.
Las hermanas Ochoa no dudan en considerar la Ribera Alta como una buena tierra para el Tempranillo, más que para la Garnacha, que necesita un mayor rigor climático para controlar el vigor y las producciones. En esta zona, la temperatura es más elevada y las precipitaciones difícilmente superan los 500 mm. Aun así, Adriana conoce a la perfección la delicadeza del Tempranillo y la minuciosidad con la que tiene que trabajar la viña para preservar el talón de Aquiles de esta uva, la acidez: "Mimamos cada racimo a base de sombreados, ajustamos los riegos para no exceder el estrés hídrico de la planta y en bodega utilizamos una levadura seleccionada de nuestras viñas (Kluiveromyces) que mantiene el pH a raya, evitando una subida que le perjudique". Así se logran esos tempranillos bonitos que tanto gustan a la enóloga de la familia.
La amabilidad climática que encontramos en la Ribera Baja corresponde con vinos más frutales y golosos, a los que les benefician los años frescos. El toque de Cabernet Sauvignon o Merlot en los tintos es perfecto porque aporta un esqueleto más consistente, pero sin perder de vista el corazón navarro.
Tanto para Beatriz como para Adriana, el futuro de esta zona está muy ligado a la gestión sostenible del viñedo, dotándolo además de herramientas para luchar contra los reveses del cambio climático. Pero Beatriz va más allá y apuesta por un desarrollo del enoturismo profesionalizado: "Contar las historias de cada zona y de cada bodega. Debemos hacerlo sin apabullar con términos técnicos, pero con rigor y profesionalidad, y desde luego preparados para el enoturismo internacional".
 
La frescura del límite
Valdizarbe, con sus 700 hectáreas de viñedo, es la más pequeña de las cinco subzonas navarras. Aquí, el clima se torna extremo para el cultivo de la vid. Una pluviometría que puede alcanzar los 800 mm anuales, la cercanía a las sierras de Andía por occidente y El Perdón por el norte, además de contar con un relieve ondulado, obligan al viñedo a ubicarse en orientaciones soleadas para favorecer la correcta maduración de las uvas.
El camino que lleva a la Bodega Señorío de Sarría ya nos cuenta ese cambio de condiciones climáticas. El abundante caudal del río Arga –que pasa por la coqueta y refinada localidad de Puente la Reina– y la vegetación tupida que nos acompaña desde que nos adentramos por el camino de la finca son señales inequívocas de que el territorio ha cambiado. Pero antes de hablar de esta subzona hay que explicar el vínculo histórico de aquella finca con el pueblo navarro. El título del Señorío de Sarría sienta su origen en la Edad Media, ostentado en el siglo XVI por Juan de Azpilicueta, hermano de San Francisco Javier, patrón de Navarra, cuya formación académica fue sufragada por los recursos obtenidos en la explotación agrícola y ganadera. Aún se conserva en la capilla de la finca, de posterior construcción, el escrito por el cual San Francisco Javier agradece a su hermano la ayuda recibida.
En la actualidad, Milagros Rodríguez forma parte del equipo técnico del grupo Bornos Bodegas & Viñedos y se encarga, entre otras misiones, de la enología de Señorío de Sarría. Sus años de experiencia en la zona la han llevado a mantenerse firme en el convencimiento de que la subzona de Valdizarbe está marcada por la frescura de su ubicación, que resulta límite para la cepa. Las 100 hectáreas que tienen en propiedad la bodega están distribuidas entre Puente la Reina, Corella y Olite, pero ahora nos interesa la zona de Valdizarbe. A Milagros le parece especialmente interesante la uva Chardonnay porque despliega una personalidad centrada en la sensación de frescura que va más allá de una elevada acidez y que no siempre es fácil de encontrar en otras latitudes. Tienen 25 hectáreas de esta variedad y siente un especial cariño por ella, aunque su debilidad es el rosado: "Creo que el vino rosado obtenido a partir del sangrado es el que mejor representa a Navarra. Va ligado a una forma de entender esta elaboración aquí y hay que defenderla". En la parte alta de la finca, más allá de las de Chardonnay, cuidan unas viñas viejas de Garnacha de donde sale su rosado Viñedo nº 5, el más emblemático de los tres que tienen en el mercado.
Otra reflexión interesante que nos deja Milagros es el enriquecedor debate interno que se está llevando a cabo en la Denominación de Origen sobre dónde poner el foco a la hora de gestionar esta diversidad ten extraordinaria del viñedo navarro. Considera necesario concretar los puntos fuertes de la zona y trabajar para hacerlos aún más consistentes a todos los niveles: comerciales y de comunicación.

Bendecidos por el entorno
Junto con Valdizarbe, Tierra Estella es la subzona de mayor carácter septentrional de la D.O. Navarra. El contexto paisajístico y climático es propicio para elaborar vinos que persiguen una línea fresca y elegante. Por un lado, la Sierra de Lokiz y Urbasa son accidentes geográficos que acotan un territorio muy concreto en el que las lluvias pueden rondar los 700 mm. Por otro, las ondulaciones de un terreno que hermana el monte bajo y los pinos con el viñedo ofrecen al enólogo una paleta increíble de matices en sus parcelas. Así es Finca Legardeta, una fantasía de 200 hectáreas que contiene unas 125 de viñedo. De este lugar idílico de Tierra Estella, la familia Chivite obtiene la excelente uva para elaborar en la D.O. Navarra y en la V.T. 3 Riberas unos vinos extraordinarios cuya personalidad ha navegado siempre entre la elegancia y la capacidad de guarda, y es que esta tierra aglutina numerosas bendiciones.
La precisión con la que se gestiona el viñedo de Legardeta busca que la planta esté equilibrada y la maduración de la uva sea pausada y completa sin perder un ápice de frescura y tipicidad varietal. El marco de plantación ya sorprende por lo reducido que es: 1,8 por 0,9 metros. Esto favorece la contención del vigor de las vides. La cubierta vegetal, por su parte, controla los excesos hídricos e impulsa la creación de biodiversidad en la viña. Son algunas de las prácticas que, en términos generales, se llevan a cabo, pero lo más importante de todo es que la ubicación de cada variedad está perfectamente pensada para el fin al que está destinada. Los memorables chardonnays que todos recordamos, las elegantes garnachas y tantos otros vinos salen de esta finca de cualidades muy concretas que vienen a ser representativas de la subzona de Tierra Estella.
 El verdadero artífice de esta genialidad de la viticultura es Julián Chivite. Un icono de la Navarra vitícola que sobre todo ama su tierra y busca siempre encontrar la vía por la que desarrollar el valor de esta zona: "Tierra Estella y, en concreto, Finca Legardeta no sé si son mejores o peores que otras zonas, pero de lo que estoy seguro es de que son diferentes, y eso hay que darlo a conocer", reflexiona Julián.
En esa búsqueda de la excelencia y la revalorización de la Navarra más especial, Julián propone crear peldaños de calidad superior que distingan las particularidades de cada una de las subzonas de la D.O. Navarra, sustituyendo estas cinco subzonas   por cinco denominaciones de origen sin perjudicar la identidad actual de la D.O. Navarra.
Al final, se trata de preservar esos matices diferenciadores que hacen tan especial a esta tierra y que no siempre es fácil de encontrar en otras zonas vitícolas. Por contra, y por eso hay que estudiar y reflexionar todas las vías, se puede caer en el error de desdibujar el mensaje y crear confusión entre tanta diversidad. Por eso Julián es consciente de que esa evolución debe hacerse sin prisas, con plazos amplios en los que la reflexión impere y el bien de toda la comunidad vitivinícola navarra sea el objetivo final, apuntando siempre hacia arriba en la pirámide de calidad.

La amabilidad del sur
Acabamos nuestro recorrido por las diferentes Navarras que encierra esta Denominación de Origen en la subzona más meridional, la Ribera Baja, un territorio de menor altitud y precipitaciones anuales que apenas superan los 300 mm y donde se cultivan las mayores cantidades de uvas blancas de la D.O., entre las que destacan la Viura y la Moscatel de Grano Menudo.
En el término de Ablitas, una torre imponente corona la bodega Pago de Cirsus, un lugar muy especial tocado por la pureza del Cierzo, la cercanía del impresionante Moncayo y la generosidad del Ebro. Todo el viñedo, unas 135 hectáreas, está ubicado en una sola finca de 200 hectáreas, la cual adquiere el nombre de la mención D.O.P. Pago adquirida en 2014: Pago Bolandín, una nomenclatura que comparte con la de la D.O.P. Navarra.
Alejandro Gómez Sigala es el propietario y artífice de la parte vitícola del proyecto. Su mujer, Letizia Mangione, se encarga con exquisito gusto del hotel y restaurante. Fue en 2014 cuando, después de valorar varias zonas, se asentaron en Navarra atraídos por la particularidad de la finca y por la aptitud probada por el equipo técnico para el cultivo de la vid. La estructura del terreno está dibujada por dos colinas en cuyas mesetas el suelo es calcáreo de gran calidad y aporta finura a los vinos. En las partes más bajas, a esa caliza se le incorpora una mayor cantidad de arcilla.
Aunque la vida profesional de Alejandro ha discurrido fuera de España en actividades ajenas a la viña, es un apasionado de la agricultura y conoce a la perfección, como cualquier viticultor de la Ribera Baja, los puntos fuertes de ese territorio y los aspectos clave en los que el equipo técnico de campo debe trabajar para minimizar las dificultades: "Aquí las uvas maduran bien, pero hay que trabajar muy duro para que ese proceso de maduración sea el que nosotros queremos, pausado y completo". Para ello, en Pago de Cirsus ponen al servicio de la viña todo el conocimiento: medidores de humedad, observación de la masa foliar a través de fotos aéreas, manejo de la cubierta vegetal con gramíneas y leguminosas... Herramientas que siempre buscan el equilibrio de la planta y una forma de trabajar sostenible que dará como consecuencia un fruto sano y con el carácter de la Ribera Baja intacto. Para Alejandro, ese carácter queda dibujado por la máxima expresión frutal de cada variedad. Chardonnay, Moscatel de Grano Menudo, Tempranillo, Garnacha, Cabernet Sauvignon, Syrah y algo de Merlot es el cartel de uvas que podemos encontrar en aquel espacio de sosiego dedicado al vino.
En todo este recorrido hemos visitado zonas frías, de relieve ondulado, cercanas a áridos desiertos, frondosos bosques o montañas con nieve a lo largo de casi todo el año. Hemos estado en lugares regados por ríos, rodeados de montes o arropados por extensas llanuras donde el clima templado es la nota dominante. En todos esos paisajes la viña tiene su espacio para expresarse de forma diferente y, por lo tanto, entendemos que se ha de trabajar para proteger y dar valor a tanta diversidad.


La selección de Navarra 2021


Cada año la D.O.P Navarra elige una Selección de Vinos que la representa durante los actos promocionales de todo el año. En esta edición, el equipo de cata de MiVino ha tenido el privilegio de ser responsable directo de la selección.


La tradicional Selección de Vinos de la D.O.P. Navarra celebrada todos los años en torno al mes de marzo ha acogido algunas novedades importantes que en palabras del director gerente, Javier Santafé, y del presidente de la D.O., David Palacios, "tienen como objetivo que el evento cuente cada año con una mayor relevancia y proyección [...] que redundará en el beneficio de las bodegas elaboradoras y su prestigio".
Las dos principales modificaciones han sido, por un lado, la de limitar a cinco los galardones concedidos para centrar  la atención en un menor número de elaboraciones y dotarlas así del valor que merecen. Este cambio obedece a un proceso de distinción del talento que atesora la D.O.P. Navarra en las diferentes categorías. Por otro lado, el proceso de selección de los vinos ha sido realizado por un panel profesional de cata formado por expertos ajenos a la Denominación de Origen Navarra, que, como se recoge en las bases, irá variando cada año. El equipo de cata de MiVino está muy orgulloso de haber estrenado este nuevo modelo de Selección de Vinos de la D.O. Navarra. Orgulloso y también muy contento de los vinos elegidos mediante una cata a ciegas en la que los cuatro mejor puntuados de cada categoría fueron llevados a una cata final de la que salió el vencedor.
Estos son los vinos seleccionados en las diferentes categorías: Vino Blanco, Vino Rosado, Vino Tinto Garnacha, Vino Tinto y Vino Blanco Dulce.





Otazu 2020
Bodega Otazu
D.O.P. Navarra
Chardonnay


Ubicada en la zona más septentrional de la D.O. Navarra, esta bodega ha trabajado la Chardonnay con mimo exquisito para enseñar su versión más fresca y expresiva. Los toques florales, anisados y herbáceos marcan la personalidad en nariz. Todo se percibe con limpieza y una intensidad adecuada para su elaboración. En boca, la crianza en lías durante tres meses aporta untuosidad y un plus de complejidad que se agradece en elaboraciones jóvenes. El final es amplio y quedan recuerdos en los que predominan la fruta, la piel de cítricos y una sensación mineral que concluye con un sutil y delicado toque amargo.





Pagos de Araiz Rosado 2020
Bodegas Pagos de Araiz
D.O.P. Navarra
Garnacha


Procede del viñedo propio de la bodega ubicado en el término municipal de Olite. La edad media es de 20 años y está plantado en un terreno de textura limosa con parte de arcilla y canto en superficie. Este rosado elaborado, según marca el pliego de condiciones de la D.O., mediante el método de sangrado es un vino perfumado con aromas de fresas, frambuesas y un fondo de pomelo que le da un punto de viveza. En boca se muestra opulento, sabroso y el eco goloso resulta agradable sin caer en excesos para que no empalague. La frescura y el cuerpo moderado hacen que fluya y su recorrido sea refrescante.





Albret La Loma 2019
Finca Albret
D.O.P. Navarra
Garnacha


Bonita nariz la que enseña esta Garnacha de la zona de la Ribera Baja. Muestra aromas de fruta madura que recuerda al fresón. El punto silvestre lo pone ese recuerdo a hierbas de monte que encaja con la zona de procedencia, en la que el toque mediterráneo adquiere mayor presencia. En boca se aprecia una sensación jugosa sobre todo gracias a su tanino vivo y a un paso que conserva una buena acidez. La viña está plantada sobre un suelo de textura arenosa con cantos y cuyas principales cualidades son su austeridad y capacidad de drenaje. Estas características del suelo y la moderación climática de la zona dan una Garnacha frutal muy atractiva.





Beramendi Crianza 2016
Bodegas Beramendi
D.O.P. Navarra
Tempranillo


Expresión diferencial de este Tempranillo de San Martín de Unx de la zona de Baja Montaña. La buena intensidad aromática se centra en enseñarnos las notas de fruta negra y roja, a las que se incorporan matices especiados e inclusos silvestres que lo colocan en un perfil de mayor frescura. En todo momento, la crianza es discreta y no se apodera del conjunto varietal. Paladar con tensión, recuerdos herbáceos y una buena acidez que sostiene los recuerdos de frutas silvestres. La complejidad aparece en forma de toques de cacao y hojarasca. Largo, pero sobre todo es poseedor de una gran personalidad.





Valdelares 2020
Bodegas y Viñas Valdelares
D.O.P. Navarra
Moscatel de Grano Menudo


En la categoría de Mejor Vino Dulce ha destacado este Moscatel de Grano Menudo de gran intensidad y bien perfumado con detalles de piel de cítricos, fruta de hueso, flores blancas y matices amielados. En boca destaca por la frescura de su recorrido, que facilita que los matices se muestren en todo su esplendor y compense el dulzor, que nunca destaca demasiado. Muy persistente, con el fondo cítrico y floral como principal recuerdo. La bodega que lo elabora pertenece a la subzona de la Ribera Alta y mantiene un concepto de proyecto de pequeñas dimensiones en el que se implica la familia en todas las labores.


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