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Rosados para las mil paellas

  • Redacción
  • 2000-07-01 00:00:00

Identificado en España con la “paella”, el más universal de sus platos, el arroz es un cereal oriundo de la India y China, donde era consumido hace más de 3.000 años. Hoy todavía constituye su alimento principal, lo que llevó a sentenciar al gran Confucio que “una cocina sin arroz es como una hermosa mujer sin un ojo”. Y es que los granos de la “Oryza sativa” encierran un tesoro gastronómico insuperable. Porque no sólo es nutritivo, sino que posee en grado sumo la más inestimable cualidad culinaria: la capacidad de encerrar en su corazón albuminoso toda la riqueza sápida de los ingredientes con los que ha sido cocinado, y la esencia aromática de su condimento. De ahí que el arroz sea el manjar más versátil y acomodaticio de todos: casa a la perfección con cualquier ingrediente, desde el más refinado marisco hasta la carne más sustanciosa, pasando por todo tipo de pescados o sencillos productos del campo y la huerta. Por eso la “paella” puede contenerlos todos sin menoscabo de su receta. Porque en nuestro país existen numerosas fórmulas de preparala, algunas tan originales como acreditadas por la historia y la cultura. Prácticamente todas las regiones tienen su arroz: santanderino con salmón; arroz en cazuela con pata de cerdo, en Zamora; “empedrado” con bacalao y judías blancas, en Castellón de la Plana; habas y arroces se juntan en los “michirones” murcianos; y si son alubias y nabos, pues eso: “arros amb fesols y naps” de Tarragona. En fin, calderetas, “arros negro” con tinta de sepia, “arros al for”, “a banda” o el mentado “amb costra”; Naturalmente todos ellos encabezados por la reina, la ortodoxa “paella” valenciana seguida de su cohorte: huerta, marinera o mixta. Todos ellos elaborados con nuestros magníficos arroces “bomba” de Calasparra, Sueca, Cullera, o los no menos exquisitos del Delta del Ebro, y acompañados con un rosado fresquito y afrutado de Garnacha, Tempranillo, Cabernet Sauvignon o Merlot.

Viña Picota ‘99
Hijos de Félix Salas.
Subido de color, los aromas son frutosos, con recuerdos de frambuesa nítidos. Sabroso y con cuerpo, largo y bien estruturado.

Castillo de Monjardín ‘99 Castillo de Monjardín.
Un precioso color rosa y aromas especiados, con tonos de fruta madura, realzan la copa. Sabroso, con un paso de boca elegante.

Valdemar ‘99
Martínez Bujanda.
Brillante color rosáceo, aromas intensos y frutosos. Muy vivo en boca, de frescura intensa, deja el paladar gratamente aromatizado.

Gran Tehyda ‘99
Unión de Viticultores del Valle de la Orotava.
Brillante color púrpura. Muy intenso en nariz, predominan los aromas frutosos; es carnoso y largo, con un final delicioso.

Viña Oria ‘99
Covinca.
Buen color y capa alta. Recuerdos frutosos en nariz; fresco, ligero, con una acidez marcada. Agradable de beber.

De Casta ‘99
Miguel Torres.
Cereza y brillante. Limpio y frutoso. De un paso de boca fresco, ligero y vivo, al final resalta un toque goloso muy agradable.

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