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Turrón y otros dulces

  • Redacción
  • 2009-11-01 00:00:00

Antes de las prisas y las apreturas del último día, vale la pena planificar la despensa de Navidad, incluso, con tramposa picardía, ir catando, para seleccionar los bocados y copas que adornarán la mesa y que animarán la sobremesa. Ahora es el momento, cuando aparecen las novedades en el escaparate y las recibinos con el mismo deseo, con la misma impaciencia que los primores de la huerta. Los dulces de Navidad forman parte de la tradición de estas fechas como el Belén, el árbol, las guirnaldas, los renos, el gordo Papá Noel... De ese escenario inmovilista, los ingredientes más antiguos son las piezas del Belén, de las que se conservan verdaderas obras de arte de la imaginería en el Renacimiento y el Barroco; y por otra parte, ese arte efímero y tan refinado como primario que atañe a la golosinería. El turrón, tradicional en la zona del Levante, es una masa que se obtiene a partir de la cocción de miel y azúcar, con o sin clara de huevo. A esta masa se le incorporan después, con un amasado, almendras tostadas y peladas. La miel puede ser sustituida total o parcialmente por otros azúcares. La almendra también puede sustituirse o combinarse con pistachos, avellanas, nueces, cereales tostados... En el caso del turrón duro, cuyo máximo representante es el turrón de Alicante, la almendra se mezcla entera con el resto de ingredientes. En el turrón blando, conocido también como turrón de Jijona, la almendra se muele y se mezcla. A partir de aquí, las variedades de turrón que se pueden elaborar son múltiples, y la fantasía ha ido integrando en su composición ingredientes como yema, crema, praliné, chocolate o licores que dan nombre a cada uno de los diferentes tipos. Como no podía ser menos, cada año El Club del Gourmet en El Corte Inglés ofrece los mejores con su marca, con su marchamo de garantía. Un Alicante crujiente y de dulzor medido para que permita aflorar la calidad y el tueste de la almendra. Un Jijona en el que destaca la cremosidad, el gusto y los aromas, fruto de la selección de materias primas, como son las almendras marconas y mieles de azahar, trabajadas con una minuciosa elaboración transmitida de generación en generación desde 1646. Un proceso donde todo se tiene en cuenta, porque cada uno de los detalles se revela en la delicadeza del bocado final. Mazapán y demás golosinas Del mazapán se cuenta que fue inventado por las monjas del convento de San Clemente, en Toledo, durante una hambruna que padeció Castilla tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212). La ausencia de trigo en la ciudad y una despensa llena de azúcar y almendras hizo que dieran de comer a los hambrientos este suculento alimento. Toledo y localidades cercanas, como Sonseca, Ajofrín, Gálvez o La Mata, siguen siendo los lugares con más fama en la elaboración del mazapán. Se compone de un 50% almendra y un 50% azúcar. Es, por tanto, un alimento natural, de sabor intenso y textura fina, y de producción artesanal. Junto a mantecados y polvorones, la otra joya con fecha fija son las empiñonadas, que aprovechan el mejor momento de ese fruto, el regalo de esos pinos que, como adorno, cubriremos de falsa nieve. Para acompañar, acudimos también a la copa clásica: espumosos Brut que limpien el paladar sin agredir y moscateles con un puntito de acidez, de Málaga, de Navarra, de la Marina Alta de Alicante o manchegos de grano menudo.

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