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La “fruta” más embriagadora

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  • Diana Fuego, Antonio Candelas, Foto: PixaHub / AdobeStock
  • 2022-09-02 00:00:00

Los higos y el árbol del que brotan, la higuera, han sido venerados por diferentes culturas desde hace siglos. Su poder simbólico solo es comparable a su capacidad para evocar un verano infinito en el Mediterráneo. La carnosa dulzura de esta infrutescencia –spoiler: ¡no es una fruta!– hace de ella un bocado irresistible.


Los higos maduros desprenden un aroma dulzón tan embriagador que probablemente se haya convertido –con permiso de naranjos y limoneros– en la definición olfativa más sensual de la esencia mediterránea.
Y gran parte de ese atractivo se debe a que es una auténtica rareza frutícola. Es más, el higo ni siquiera es una fruta. Técnicamente es una curiosa infrutescencia: su carnoso interior –de aspecto un poco extraterrestre– esconde miles de flores que sí producen un fruto bastante desconocido, el aquenio, que a su vez lleva una semilla dentro. Estas miles de semillas son las responsables de la crujiente textura del higo, que provoca un delicioso contraste con su frágil voluptuosidad.
El árbol del que brotan, la higuera, da dos clases de frutos al año: higos al final del verano y brevas al comienzo de la primavera –de ahí la expresión "de higos a brevas"–. Desde tiempos inmemoriales ha sido un poderoso símbolo para diferentes culturas: de fertilidad, inmortalidad, prosperidad...
Según la Biblia, la higuera formaba parte del Jardín del Edén, y Adán y Eva taparon su desnudez con hojas de higuera. De hecho, hay quien piensa que la higuera fue el árbol del pecado original –el propio Miguel Ángel pintó esta desafiante reinterpretación en la Capilla Sixtina–, e incluso que Jesús la maldijo...
Los faraones egipcios se llevaron higos al más allá, y los romanos la consagraron a Baco, dios del vino. También se dice que Buda encontró la iluminación bajo una higuera y que la loba capitolina amamantó a Rómulo y Remo bajo su sombra.
Malditos o sagrados, es imposible resistirse a su llamada. Solos (frescos o secos) son un bocado exquisito, pero se suelen usar para preparar ensaladas y aperitivos con ingredientes como el queso o el jamón, postres, pizzas o mermeladas –nuestra favorita–.


Oro de Alejandría Vegamar 2021

Bodegas Vegamar
www.vegamar.es
D.O.P. Valencia
Moscatel

Esta fruta tan otoñal se puede tomar fresca o incorporada como ingrediente a mil y una recetas dulces. Comenzamos armonizando un helado de higo con la intensidad de un Moscatel valenciano con toda su paleta de matices mediterráneos, que van desde los florales a los de fruta de hueso, pasando por los cítricos. La buena acidez es el perfecto contrapeso para contrarrestar la suma de dulzores.


Viña Albina Reserva Dulce 2016

Bodegas Riojanas
www.bodegasriojanas.com
D.O.Ca. Rioja
Viura, Malvasía

De Valencia a Rioja, y de un dulce joven a uno reserva con todo lo que ello implica en cuanto a complejidad. Lo hemos probado con una tarta de queso e higos. La armonía no puede ser más apropiada. La cremosidad y acidez que aporta el queso es el nexo de unión entre la infinidad de matices del vino (flores, especias, fruta de hueso...) y la fruta reina de nuestra armonía.


Maestro Viña Axarkía 2020

Bodegas Dimobe
www.dimobe.es
D.O.P. Málaga y Sierras de Málaga
Moscatel de Alejandría

Si existe un dulce típico hecho con esta deliciosa fruta, ese es el pan de higo. Hecho a base de higos y almendras, su elaboración es tradicionalmente malagueña y tiene a sus mejores consumidores en las fiestas navideñas. Hemos optado por esta armonía de cercanía basada en el espléndido peso cítrico de sus aromas y sensaciones. La zona de origen (Axarquía) es lo que marca su personalidad.


Olivares Dulce Monastrell 2017

Bodegas Olivares
www.bodegasolivares.com

D.O.P. Jumilla
Monastrell

Pero no todo van a ser blancos. En nuestro país también se elaboran dulces a partir de uvas tintas, y la Monastrell es una de las mejores para este cometido. Sus registros aromáticos son tan diversos y tan apropiados para los sabores de la fruta que gozaréis con el resultado. Eso sí, estamos ante una armonía explosiva y contundente en cuanto a dulzor y matices.


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