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España sin complejos

  • Redacción
  • 1997-10-01 00:00:00

“Me suena a español”, dicen suizos y alemanes cuando algo les parece extraño(1). La verdad es que no sabría decirles de dónde procede esta expresión que, por añadidura, también favorece los prejuicios. Lo cierto es que los vinos de España aún hoy les “suenan a español” a muchos centroeuropeos. Sólo porque una vez, quizá a los veinte años, estuvieron de vacaciones en la Costa Brava y cayeron derrotados por la ingestión excesiva de sangría barata o de rosado agrio sulfuroso, por eso consideran de categoría ínfima los productos del país vinicultor potencialmente más prometedor del mundo, muy por debajo de los italianos baratos adocenados, que a su vez sólo superan a los argelinos, ya difíciles de encontrar.
A los vinos españoles no les vendría nada mal cuidar su imagen. Porque, aunque sea una injusticia sin par, ni las heroicidades de Alejandro Fernández ni los vinos mágicos de cuatro gnomos de las montañas del Priorato han podido cambiar hasta hoy la imagen del vino español y, desde luego, tampoco lo han conseguido los magníficos y tenaces vinos de las antiguas grandes bodegas de la Rioja. Hasta los mayores expertos en vino del mundo, gente con memoria fotográfica capaz de recitar de memoria doscientos Châteaux de Burdeos, sacuden la cabeza desconcertados ante las cifras míticas 890 y 904 de la bodega Rioja Alta.
La novedad es que el vino español parece buscar otro enlace con la cúpula mundial (enlace que, de hecho, hace tiempo que consiguió) aplicando el concepto de vinos varietales de diseño, según el modelo italo-americano.
¿Y sólo para que en lo sucesivo el vino de España ya no nos parezca “español” sino “americano”? Eso no significaría otra cosa que atar a Rocinante por la cola. Sería mucho más efectivo hacer caso omiso del estúpido proverbio mencionado al principio, o mejor aún, conferirle un sentido nuevo y positivo - y que los vinos de España sigan sonando “españoles”.




(1) “Das kommt mir spanisch vor” (“Eso me suena a español”): expresión del idioma alemán que podría equivaler a las expresiones españolas: “Me suena a chino” cuando no entendemos algo, o bien “¿Hablo chino?” cuando nuestros hijos no quieren obedecer. (N. del T.)

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