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Baleares por conocer

  • Redacción
  • 2004-06-01 00:00:00

Una de las mayores paradojas vitivinícolas españolas consiste en que donde más se concentra el turismo, es decir en los archipiélagos balear y canario, y donde mejor se puede promocionar nuestra pujante realidad enológica, la oferta de vino resulta pobre y monótona, tanto si se trata de elaboraciones propias como originarias de otras zonas del país. Parece como si los turistas, ávidos de sol y fiesta, sólo tuvieran interés en vinos mediocres, bajo el común denominador del bajo precio y la aplastante supremacía del rioja cuando se sube el escalón en la calidad. No se entiende muy bien esta actitud cuando existen bodegueros nativos de gran calidad y la oferta es tan variada como interesante. Así, en Baleares, el viajero curioso y el amante del vino con personalidad, van a encontrarse en apuros si quieren beber un Án Negra, tinto magistral elaborado con variedad autóctona Callet, la vieja y esforzada cepa que testimonia pasadas grandezas. Quizás lo tenga más fácil en un restaurante o tienda especializada de Madrid. Y sin embargo este vino nace en Felatnix (Mallorca), donde la viticultura agonizaba en peligro de extinción. Es obra de Francesc Grimalt, personaje singular capaz de recorrerse toda una región vitivinícola donde se arranca viñedo en busca de la cepa perdida. Ha impulsado la recuperación vitícola entre sus paisanos, al tiempo que mejoraba su bodega, tan austera inicialmente como bien dotada en la actualidad. A la Callet, de aromas intrigantes, con una aportación perfumada de frutas rojas y flores silvestres, le añade algunas pequeñas cantidades de otras uvas autóctonas de gran interés enológico como Manto Negro y Fogoneu, que aportan complejidad aromática. Es sólo un ejemplo. Como lo fue en su día el de Miquel Oliver, un hombre que ha emergido de la crisis vitivinícola con la fuerza de tres generaciones y la ilusión de las futuras. Su viñedo en el pago de Son Caló se beneficia de un inmejorable microclima, a casi 1.000 metros sobre el mar, acariciado por las brisas salinas que dejan su impronta. Allí cultiva una excelente uva Moscatel, en las variantes Alejandría, y sobre todo Frontignac, con las que elabora uno de los mejores moscateles jóvenes y secos de España. Una verdadera joya que refleja su amor por el viñedo y la sagacidad técnica de su hija y enóloga. Son dos opciones, blanca y tinta, que ejemplarizan las posibilidades de estas islas maravillosas, a las que se pueden añadir las de Son Bordils, Ribas, Macià Batle, Gelabert, Pere Seda, y otros esforzados elaboradores que están diseñando y construyendo una realidad vitivinícola que merece ser conocida y gozada. ¡A ver si se enteran de una vez los turistas!

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