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Duero: el río que nos une

  • Redacción
  • 2007-06-01 00:00:00

La viticultura y el vino nacieron en la ribera de los ríos Tigris y Eúfrates, hace más de cinco mil años. Quizás en Mesopotamia, la cepa haya dejado de embellecer sus campos hoy, pero lo que sí es seguro es que la mayoría de los grandes vinos del mundo son hijos ribereños. En la península ibérica no podía ser de otra forma, y las riberas de sus ríos se pueblan de viñas de sonoro nombre. En Vinum iniciamos la búsqueda del vino siguiendo el curso del Duero, uno de los ríos más emblemáticos del mundo. Cuando se hace mayor, ya en la Soria misma, comienza su aventura con los vinos. A su abrigo crecerán las denominaciones más atractivas, las que recogen su fuerza, su misterio y su carácter. Porque, dicen que los grandes vinos se curten, moldean y realizan en ese estrechísimo filo de la navaja que separa la grandiosidad del fracaso. En el caso de nuestro Duero, sin su benéfico influjo no existirían muchos de los ilustres ejemplos que la Denominación de Origen Ribera del Duero acoge. En esos abiertos y calizos valles, en los que el rigor del invierno castellano se hace notar como si de la Siberia se tratase, solo es posible gracias a su influjo y protección. Ya no parará de verse la viña desde sus orillas, río abajo, pasando por las distintas comarcas vitivinícolas, Cigales, tierras vitícolas de cantos rodados que se encuentran algo más lejos de su influencia, Rueda, donde el tinto Duero por excelencia se reconvierte en blanco, de Toro, Tierras de Zamora, de Los Arribes del Duero, hasta llegar a Portugal que desde la frontera misma inicia la aventura de uno de los vinos más famosos del mundo: el Oporto. Un magnífico ejemplo de cómo un río es capaz de ofrecer una alta calidad en la caliza meseta castellana y en las vertiginosas “encostas” del Douro. También la variedad, Tinto fino/Tinta Roriz, nos une y se adapta al curso del río. En Castilla y en León sus vinos son corpulentos, estructurados, con los años se tornan elegantísimos Y en Portugal los grandes “vintages” llegan a ser casi eternos. Y cuando se funde con el mar, desde las dos orillas, de Porto y Vila Nova de Gaia, saldrán las joyas recogidas a lo largo de sus riberas: los rubíes, los “tawny” o los “vintage” serán testimonios y demostración última de que el Duero/Douro es uno de los grandes ríos de vino del mundo.

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