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Si yo fuera rico...

  • Redacción
  • 2011-06-01 00:00:00

Los ricos generalmente tienen todo lo que necesitan: chalé con cancha de tenis, jet privado, un yate y todo un parque móvil de coches de lujo. Para ser completamente felices, lo único que les suele faltar es una finca vinícola. Cinco de los diez franceses más ricos también lo han visto así, y han adquirido una o incluso varias fincas de cru classé. El ejemplo más reciente es el empresario François Pinault, propietario de Latour, que ha logrado hacerse con una perla de la máxima categoría (aunque en ocasiones estuvo bastante descuidada): Château Grillet en el norte del Ródano, una diminuta finca vinícola (producción anual de 10.000 botellas) ¡con denominación de origen propia! Pero el primer puesto en la lista de los millonarios propietarios de châteaux lo ostenta Bernard Arnaud, el jefe del grupo de productos de lujo LVMH, el cuarto hombre más rico del mundo y propietario de Cheval Blanc y de Yquem (arriba, en la foto). El constructor de aviones Serge Dassault es propietario de la finca del mismo nombre en Saint-Émilion, Alain y Gerard Wertheimer (Chanel) poseen Rauzan-Ségla en Margaux y Canon en Saint-Émilion, y Martin y Olivier Bouygues han invertido una (pequeña) parte de su fortuna en Montrose, en Saint-Estèphe. Solo en 104ª posición en cuanto a su fortuna se sitúa el inmobiliario Jean-Jacques Frey, que en los últimos 20 años se ha convertido en un peso pesado en lo que respecta al vino: es propietario de La Lagune en Burdeos, Paul Jaboulet Aîné en el Ródano y un 45 por ciento de Billecart-Salmon en la Champagne. Ya solo dos de las máximas fincas superiores de la región bordelesa siguen en manos de una auténtica dinastía vinícola: Pétrus (Moueix) y Ausone (Vauthier).

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