Política sobre cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).

Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.

Configuración e información Ver Política de Cookies

Mi Vino

Vinos

CERRAR
  • FORMULARIO DE CONTACTO
  • OPUSWINE, S.L. es el responsable del tratamiento de sus datos con la finalidad de enviarles información comercial. No se cederán datos a terceros salvo obligación legal. Puede ejercer su derecho a acceder, rectificar y suprimir estos datos, así como ampliar información sobre otros derechos y protección de datos aquí.

Alain Brumont. “Mi trabajo es extraer el terruño”

  • Redacción
  • 2010-12-01 00:00:00

Tarde de gala en la vinatería Santa Cecilia. Dos ases del vino, el francés Alain Brumont y el catalán René Barbier -filosofía compartida, sinergia de alto voltaje- presentan sus creaciones basadas en variedad de uva, recuperación de terruños excepcionales -el Priorat, el Madiran en el suroeste francés- y búsqueda de la calidad sin concesiones. Dos talantes bien diferentes, la personalidad arrolladora de Brumont, la discreta profundidad de Barbier, en busca del vino perfecto. Y enfrente un puñado de críticos, comunicadores y aficionados con nombre propio para degustar y diseccionar esas piezas de caza mayor. El Método de Alain Brumont ha dado la vuelta al mundo como un estilo propio de cultivo y elaboración que es defensa de la biodiversidad, del agua, del paisaje, por encima de la pura agricultura biodinámica. Persiguiendo el sol Empieza por la protección del viñedo de cualquier contaminación exterior, para lo que ha de aislarse de polución de carreteras, de industrias o de ríos sucios a 100 kilómetros a la redonda. No es fácil. Su lucha, que le ha valido el título de Mejor Vinificador de Francia y posteriormente del Mundo, comenzó hace 30 años, situando los viñedos en calveros, en colinas separadas por bosques, de modo que los pesticidas de los alrededores se queden filtrados en los árboles y tampoco las posibles plagas se puedan transmitir entre ellas. Están orientadas de modo que el sol las acaricie, a todas por igual desde que sale hasta que se acuesta, que las seque pronto por la mañana y que no las queme por la tarde, y que podando las hojas sucesivamente se fuerce la transpiración del fruto, al estilo deportista. Con esa exposición y con una uva única el trabajo de Brumont es de una exquisita precisión, consigue que el momento de floración sea común, con apenas una hora de diferencia, y que el momento de madurez perfecta para la vendimia no se prolongue los habituales 15 días. El calibre sucesivo de los botones, de los racimos y de los granos exige una intervención manual constante y sabia, pero al final produce lo que este puntilloso elaborador busca: el fruto perfecto, todos y cada uno. No es raro, pues, que sus vecinos viticultores pretendan burlarse de su estilo diciendo que conoce cada cepa por su nombre. Y a él le halaga. El Método Brumont Sus vecinos también se sorprendieron cuando seleccionó los pagos actuales. Presume de que son los mejores del Madiran, pero lo cierto es que esa tierra arcillosa sobre un lecho de piedra la encontró abandonada por sus anteriores propietarios, e incluso olvidada por la filoxera debido a sus dificultades, a su exigencia de trabajo, ya que es imposible mecanizarla. Así, libre, sola, era tan sana que no necesitaba más protección que el Método Brumont, es decir, la observación. Saber lo que necesita el suelo, regar, si es necesario, con agua de fuente pura, y practicar el equilibrio biodinámico, respetar la flora con el sistema de micorrización (en sus tierras, en los surcos entre las cepas, tiene catalogadas 600 variedades de plantitas silvestres) y proteger los insectos polinizadores. De esta manera ha conseguido un suelo 10.000 veces más rico en biodiversidad que los suelos trabajados con los sistemas habituales. La misma filosofía se aplica en la bodega. No usa el vino de prensa, no filtra ni clarifica, y se lo puede permitir porque su uva base, la Tanat, tiene la propiedad de no decantar residuos sólidos. En busca del terruño El resto lo hace la madera, sobre la que lleva investigando 25 años. Esa investigación permanente es la que ha propiciado el salto desde la generación de su padre -un vinatero del Madiran, elaborador de eso que allí llaman petit vin- hasta codearse con pleno derecho con los grandes de Burdeos o Borgoña, y en 20 años alcanzar el prestigio que a otros les ha costado tres siglos. A pesar de que defiende y propaga su sistema como el evangelio, Alain Brumont se resiste a convertirse en un flying wine maker. Lo que quiere es profundizar en su terruño, en el Madiran y en la Gascoña, que considera los territorios vitícolas más interesantes. “Mi trabajo es extraer el terruño”. Ése es el trabajo que ha querido exponer en las recientes jornadas de puertas abiertas de su bodega, los días 21 y 22 del pasado mes de noviembre. Y el término exposición tiene aquí un sentido amplio, ya que cuando a Brumont se le pregunta por su personal definición del vino siempre contesta lo mismo: “El vino es la materia en la que desarrollar mi arte.” Sus obras tienen nombre y las distribuye en España Los Vinos del Mundo: Son Montus, el blanco de petit corbu Les Jardins de Buscasse, Château Montus Les Menhirs, con la explosión frutal de la Tanat y la delicadeza envolvente de la Merlot, o ese Mas La Tyre del que los críticos han dicho que el el mejor Madiran que se ha elaborado nunca.

enoturismo


gente del vino