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Brindar al principio

  • Redacción
  • 2002-11-01 00:00:00

Nunca nos cansaremos de aconsejar que se beba el cava como aperitivo o como acompañante de toda la comida. En el primer caso, el carbónico estimula las papilas gustativas. En el segundo, se va integrando con el resto de los alimentos, de manera que se evita la saturación que suele provocar el exceso de carbónico. Lo cierto es que es casi un disparate ingerir una bebida espumosa, como el cava, al final de una comida copiosa: las burbujas en nuestro estómago ahíto ejercen un efecto similar al de un explosivo. Una vez saciados, el brindis con cava -ingiriendo una dosis de carbónico en un estómago que está al límite de su dimensión- a menudo ejerce un efecto devastador que se traduce en náuseas e incluso leves trastonos del aparato digestivo.

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