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Rioja Alavesa. La cuna del tinto

  • Redacción
  • 2004-12-01 00:00:00

Los nuevos vinos de “cosechero” ya están aquí. Y con ellos, la ocasión de catar y conocer las bondades de la nueva vendimia, en un año excepcional que ha producido vinos muy cargados de color, frutosamente tánicos, algo subidos de alcohol y sabrosos hasta el paroxismo. En las bodegas de la Rioja alavesa, cuna de los tintos de maceración carbónica y la zona de mayor producción de esta entrañable tipología, hace apenas unas semanas ha terminado la fermentación, y el aroma intensamente afrutado, a zarzamora y frambuesa, anuncia la presencia de los primeros tintos de este año del 2004.. orman la Rioja alavesa un laberinto de colinas donde el terreno se desliza suavemente en estratos fascinantes, mientras el tenue sol otoñal juega al escondite con las sombras del viñedo, que languidece. El Ebro discurre aburrido, y deja que se evaporen sus aguas, sembrando de benditas humedades la atmósfera, en la que aún pueden escucharse los ecos de la vendimia recién terminada. En las bodegas, acabada la fermentación apenas hace unas semanas, el aroma anuncia la presencia de los primeros tintos de este año del 2004, abundante y de calidad. Para el que quiera conocer las virtudes de la última añada, nada mejor que acercarse a degustar los nuevos tintos de “cosechero” que las bodegas alavesas acaban de elaborar en sus lagos de cemento o las modernas tinas de acero inoxidable. Son vinos pletóricos de color, que va del violáceo oscuro al rojo carmesí, pasando por el grana anaranjado, con la única nobleza posible en la juventud recién estrenada del primer tinto, que es la elaboración por el sistema tradicional de “maceración carbónica” que aporta al vino ecos de fruta compotada con sus apuntes brillantes de mora y fresa, la atmósfera otoñal de sus evocaciones florales, desde la violeta al jazmín, el silencio sonoro de sus notas minerales. Y todo sin las reverencias exigibles a los de buena crianza. Liberalidad que se acompaña de respeto cuando el vino, sin más afeites que los que su peculiar elaboración proporcionan, adquiere esa inaprensible dimensión de la obra perfecta en su sencillez. No es de extrañar que los vinos de “cosechero” impongan su atractivo entre los vinos jóvenes gracias a su aroma explosivo, casi violento, muy rico en notas frutales. Un canto jovial a los taninos maduros, frutosos y perfumados. Aromas y gustos con la impronta del terruño como fe de bautismo, ya que cada tinto de “cosechero”, elaborado generalmente con uvas propias de la variedad Tempranillo, lleva el sello de su origen particular y el fino cosquilleo de una fermentación apenas terminada. Un viaje de ensueño Para conocerlos y degustarlos antes de que aparezcan en las tiendas, las tabernas y los restaurantes -lo que ocurrirá a partir de enero del 2005- hay que acercarse a la Rioja alavesa, subzona vasca de la D.O. Rioja Calificada, donde este tipo de vinos tiene su centro neurálgico. El viaje merece la pena porque el viñedo luce una belleza arrebatadora. Y es que pocos paisajes tienen tal capacidad de sugestión y muestran una paleta cromática tan sutil como el de un viñedo en otoño. Tras la vendimia, la cepa, descargada de sus frutos, desfallece. La actividad biológica se ralentiza según avanzan los fríos otoñales, lo que se refleja en las hojas que van cambiando su inicial color verde intenso hacia una tonalidad rojo encendido, para terminar en ocre oscuro y caoba claro, perdiendo finalmente su follaje en invierno. Entonces, los sarmientos se alzan desnudos sobre el cielo. A la belleza paisajística, efímera como todo lo realmente hermoso, se añade el atractivo histórico de sus pueblos, como el de Samaniego, donde se puede visitar la bodega de Fernando Remírez de Ganuza, hombre afable y de proverbial locuacidad que ofrecerá encantado su nuevo tinto elaborado con técnicas de vanguardia. En Elciego, Florentino Martínez, de bodegas Luberri-Amestoy, tiene siempre abierta la puerta al visitante, orgulloso de su modélica “maceración carbónica”. Pero no están solos. Muchos son los bodegueros que abren sus puertas al visitante, como Valdelana, Primicia, Bauza, Arabarte, Luis Alegre, Puebla de Labarca. Bodegas situadas en Laguardia, Labastida, Lapuebla de Labarca, Villabuena, Baños de Ebro, Lanciego, Leza… hermosos pueblos, nobles villas, llenas de arte y cultura donde el viajero puede darse un baño de historia… y del primer vino nuevo. Más información ABRA Asociación de bodegas de la Rioja Alavesa www.riojalavesa.com

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