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Las «cremas». La cara amable del alcohol

  • Redacción
  • 2008-03-01 00:00:00

Las cremas, y no hablamos de los productos de belleza, se han puesto muy de moda en la última década, sobre todo entre las mujeres. Un perfume delicado, un ligero acento alcohólico y un notable sabor dulzón son la clave de esta singular bebida. Bailey’s es la primera crema de whiskey, creada en 1972, con origen irlandés. Sobre su elaboración poco o nada se sabe. El diccionario de la Real Academia dice, con respecto a la palabra crema: “1. sustancia grasa contenida en la leche. 2. nata de la leche. 3. licor dulce y bastante espeso… entre otros. Con éstas tres descripciones ya podríamos tener una idea aproximada del producto, incluidas dentro de la familia de los licores. La crema es la mezcla de un producto lácteo, o su derivado, alcohol -normalmente de los destilados más conocidos: whisky, brandy, ron, orujo-, almíbar (como mínimo 250 gr/l de azúcar), aromas naturales -como el cacao, la vainilla, el café- y colorantes alimenticios autorizados. El contenido alcohólico mínimo es de un 15%, aunque lo más frecuente, entre las marcas comerciales, es que se acerque sobre todo al 17%. En España las cremas no están reglamentadas. Así, quién quiera elaborar este brebaje tiene que acogerse al reglamento de la UE (1576/89). Una de las primeras empresas españolas que apostó, en el año 2000, por la crema fue la bodega jerezana Williams & Humbert, con su marca: crema de Alba. En la misma aventura también se ha embarcado el orujo -por cierto algunos muy buenos- y seguro que otros seguirán su estela. Fuera de nuestro país el abanico de posibilidades y marcas es bastante más amplio, pudiendo encontrarse cremas de frutas (casís, frambuesa, banana, membrillo), de frutos secos (cacahuete, almendras), de café, de menta, de violeta... Casi todas ellas tienen un uso muy frecuente para coctelería o como bebida de sobremesa. Hay muchas formas de disfrutar una crema aunque lo más frecuente es tomarlas servidas en vaso bajo o copa de balón, con una o dos piezas de hielo; también como alternativa a la leche condensada en su mezcla con el café. Sería algo parecido a un “carjillo-bombón”. Por último, una advertencia: es preferible tomar una copa de crema, de lo que sea, en la sobremesa o a media tarde, pero nunca como aperitivo pues su elevada cantidad de azúcar podría quitarnos el apetito.

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