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La tercera botella de burdeos ya está abierta, pero, ¡horror!, de repente en la cabeza todo empieza a dar vueltas: imposible beber una gota más. El achispado, ofuscado, se esfuerza por introducir el corcho en el cuello de la botella, se tira en la cama y lanza una jaculatoria: “¡Señor, hágase Tu voluntad, pero no permitas que le ocurra nada al vino!” Tales ruegos a la deidad podrían ser superfluos gracias a PlatyPreserve. Se saca el tapón de la bolsita de plástico, se introduce el grand cru, se aprieta para que salga el aire y el vino se mantiene fresco. Según su fabricante, incluso durante semanas. Así que este vino embolsado también puede acompañar nuestras excurisones campestres sin miedo a que se nos rompa una botella en el coche durante el trayecto. Pero el resultado de la operación de embolsado no es el que esperábamos. De nada sirvieron los rezos y, a los tres días, el vino ha entablado una gran amistad con el vinagre.
