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Rosado en Alemania: Estilo descolorido - Intrusos de color piel de cebolla

  • Redacción
  • 1999-06-01 00:00:00

Quizá sea sencillamente cuestión de gustos. Si a un vinicultor alemán se le muestra el mejor rosado de la variedad Garnacha, empezará a hacer muecas nada más verlo: “Puaj, parece refresco de frambuesa con gas.” Los rosados alemanes se distinguen inmediatamente de todos los demás por su aspecto exterior. No les queda más remedio: si fueran más rojos, se situarían cerca de algún Portugieser o Trollinger, que se consideran tintos. Quien esté acostumbrado a los rosados habituales en el ámbito internacional, de color rojo caramelo, al ver los Weissherbst alemanes se preguntará de dónde habrá podido salirle ese imposible color rojo amarillento-marrón.
La respuesta es sencilla: para hacer Weissherbst, se extraen menos pigmentos de los hollejos, lo que no produce un rojo más claro, sino ese típico color salmón y cebolla. Las variedades tintas alemanas, como Spätburgunder (Pinot noir), Trollinger y Portugieser poseen menos color que las variedades hispano-francesas Garnacha, Cariñena, Cinsault y Mourvèdre.
Como para acentuar aún más la diferencia, la ley alemana del vino, por añadidura, no permite tiempo alguno de maceración sobre los hollejos para el Weissherbst, es decir, aún menos color. El mosto de variedades tintas debe ser prensado inmediatamente después de la maceración. El color óptimo, según la opinión generalizada, es un “rosa salmón claro”. Legalmente, el Weissherbst no es otra cosa que un vino superior rosado varietal puro alemán. El vino de mesa no puede llamarse Weissherbst, sino “sólo” rosado, también el de uvas alemanas.
Hay otras dos razones, bastante menos agradables, de la algo descolorida tradición del Weissherbst. La primera: mientras que en los países del sur se vendimia bastante pronto y se emplean para el vino rosado uvas totalmente maduras e intensamente rojas, el Weissherbst solía hacerse con variedades corrientes de maduración temprana. Como el Portugieser, que tiende a la podredumbre y, así, como Portugieser Weissherbst barato y dulzón, les empasta el paladar a los espíritus simples… La segunda: a veces, el Weissherbst también es una especie de “producto de desecho”. Cuando se pretende llegar a embotellar un buen tinto, se seleccionan las uvas sanas, y las uvas con podredumbre noble que no son óptimas para el tinto se elaboran para Weissherbst. Y ya se va sabiendo que la botritis es a la uva lo que el agua oxigenada es a la rubia teñida: hace palidecer todo color. El resultado podrá ser excelente al paladar, pero siempre será pálido…
De todas formas, hay varias docenas de buenos productores cuyo afán, ya de antemano, es embotellar Weissherbst superior a la media. Como excepciones, confirman la regla. La mala imagen del Weissherbst, al que apenas algún aficionado al vino presta cierta atención –le pasa como a cualquier rosado–, posiblemente tenga que ver con el hecho de que mucha sombra oscurece la poca luz. De los cien millones de botellas de vino rosado alemán, muy pocas son algo más que un producto de consumo corriente.
Pero, ¿acaso no puede decirse lo mismo de toda una serie de regiones vinícolas “serias”? Una cosa hay que reconocerle a los vinicultores de Baden, Württemberg, Palatinado, Renania-Hesse y del Ahr: quien investigue un poco por allí encontrará toda una serie de vinos excelentes que saben ser más que un compromiso entre tinto y blanco, y más que un vino para terrazas, fácil de beber en días cálidos (a lo que, por otra parte, tampoco hay nada que objetar). Si se tiene en la copa uno de estos vinos, incluso se soportan las miradas compasivas de los vecinos de mesa, que creen que uno es un ceporro que ha pedido un aburrimiento rosa.


Rosados de Alemania

HH
Käsleberg Spätburgunder
Weissherbst QbA tr. 1998
Salwey, Oberrotweil
Armónico y elegante, tipo Weissherbst, que se inclina fuertemente en dirección al blanco, y que del tinto sólo tiene la nota de fresa y el terciopelo, crujiente y seco, pero nunca ácido.
H
Durbacher Kochberg Spätburgunder Weissherbst QbA tr. 1998
WG Durbach
Tan suave y aterciopelado como sólo puede serlo un Borgoña; de paso simple y fácil de beber; un Weissherbst clásico y agradable.
HH
Durbacher Kochberg
Spätburgunder Rosé QbA tr. 1998
WG Durbach
Con aromas como los de un blanco vigoroso, es discreto en boca y elegante, juguetón, con fina acidez; un Weissherbst moderno y seco.
H
Waltershofener Steinmauer, Spätburgunder Weissherbst QbA tr. 1997
Landmann, Freiburg
Un vino sencillo, fácil de beber, que podría ser perfectamente un Grauburgunder.
H
Durbacher Schloss Staufenberg
Kabinett, Spätburgunder Rosé tr. 1998
Max Markgraf von Baden, Salem
Un rosado armónico, suave, redondo, con aromas de membrillo y fresas.
HH
Spätburgunder Weissherbst
Spätlese tr., 1997
Knipser, Laumersheim
Aromas complejos, frutosidad juguetona, fresco con buena maduración de la uva, un delicado azúcar residual y reminiscencias de fina acidez; un Weissherbst moderno, ejemplar.
HH
Cabernet Sauvignon Auslese tr. 1997
Knipser, Laumersheim
En la nariz se percibe la crianza en barrica; muy lleno y corpulento en boca; literalmente se distingue la uva madura; no tanto para tibias noches de verano, más bien como acompañante gastronómico serio para asados de cerdo y de vacuno.
H
Spätburgunder Rosé Kabinett tr. 1998
Becker, Schweigen
Ya en el color frambuesa se ajusta más bien al tipo “internacional” de rosado: aromas de guinda y membrillo, en boca, delgado y frutal; un mañoso intento de combinar el tipo internacional de rosado con las mejores cualidades alemanas, como el frescor y la acidez.
H
Portugieser Weissherbst QbA tr. 1998
Becker, Schweigen
De cuerpo delgado, con una acidez fresca para un Portugieser; buen vino moderno.
H
Schillerwein tr. 1998
Schnaitmann, Fellbach
Fresco y centelleante, con delicados taninos; muy moderno y bien hecho.

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