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El pasado ya está aquí

  • Redacción
  • 1999-02-01 00:00:00

Predestinados. El encuentro del sol y la solera no puede concluir más que en una dulce historia de amor. Y desde ahora el poema surcará mares y tierras encerrado en una botella o, para ser exactos, en mil botellas.
Pero empecemos por el principio. Érase una vez una bodega malagueña, cuerpo y alma de esa Denominación donde ha pasado al olvido la larga fama de antaño, la que prestigió sus vinos al mismo nivel que los míticos Portos, jereces, Marsalas...
Esa bodega, la de López Hermanos, se ha adaptado a los gustos de hoy con un ligero moscatel, el Cartojal, y ha conservado carácter y nombre con su inmutable Málaga Virgen. Una visión y una constancia que le permiten colocar en las mesas casi dos millones y medio de botellas anualmente. Pero junto a este alarde de adaptación a los tiempos y los gustos, en López Hermanos siguen conservando el entrañable y eterno sabor por las glorias enológicas de una zona que fue famosa en el mundo por sus dulces viejísimos. Son los Pedro Ximén Extra Viejo, Don Juan, Moscatel Don Salvador y Seco Málaga, vinos cuyas soleras se remontan a los años de fundación de la bodega y que se han mantenido desde entonces, con el “refresco” oportuno a base de vinos más jóvenes pero elaborados con fórmulas antiguas que obran en poder de la familia, y que se han transmitido de generación en generación. Los vinos han sido embotellados respetando las condiciones de su estancia en las botas, sin tratamientos ni clarificación, tan sólo mediante decantación natural para preservar todas sus características.
Hora es ya de concederse un capricho, un lujo para bebedores y coleccionistas. Ya está a punto una edición limitada de vinos trasañejos, botas que han dormido en el rincón más reservado de la gran bodega durante sesenta años.
Son el canto a la uva Pedro Ximénez nacida en la tierra que la encumbró y elaborada con el mimo que supo extraer su mayor gloria, su intenso dulzor, su calor de sol, su sedoso terciopelo.
Don Juan se llama la obra y, como aquel, ha nacido para conquistar. En la copa su oscuro marrón tostado tiene reflejos de yodo, en la nariz es un viaje a un oasis de palmeras datileras y a un paraíso caribeño de tabaco y café. Y en la boca la persistencia, el recuerdo imborrable, dulce y un punto amargo, del beso que ha despertado a esta bella durmiente.
Se ha vestido a la antigua para la ocasión, con etiquetas que reproducen las de principio de siglo, y costará alrededor de 5.000 ptas.

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