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SAINT-ÉMILION Y POMEROL

  • Redacción
  • 2005-06-01 00:00:00

Se embotellaron en la primavera pasada, por lo general entre mayo y junio. Salieron de los châteaux a partir de septiembre. Oficialmente han salido al mercado en la primavera de 2005, lo que no ha impedido a los mayoristas ofrecer las primeras botellas de Burdeos de la añada 2002 ya desde el pasado mes de octubre. Es decir, justo en el momento en que volvíamos a examinar con lupa dicha añada y la comparábamos con nuestras impresiones de la cata en primeur en la primavera de 2003. La historia de una cosecha de Burdeos es, de hecho, toda una historia... ¿Que por qué no empezamos antes con las catas? En primer lugar, queremos degustar lo que verdaderamente es la versión definitiva de la añada y no la versión «beta». En segundo lugar, es prácticamente imposible catar durante los dos primeros meses después del embotellado (incluso en el momento en el que lo hacemos, la cata constituye un ejercicio terriblemente intelectual, pues los vinos se presentan tremendamente cerrados). Y en tercer lugar, en el ámbito de los vinos de Burdeos aún se van a poder encontrar gangas durante cierto tiempo, no hay por qué limitarse a unas pocas ofertas de señuelo. En más de un aspecto, el año 2002 es uno de los más complicados de la historia de Burdeos. Simplificando: sequía, inestabilidad meteorológica, cosecha escasa, un estupendo tiempo de vendimia, condiciones difíciles para la Merlot, buenas a muy buenas para la Cabernet Sauvignon. Todo esto pone de manifiesto (y repito, esta descripción es muy somera) que los vinicultores de los vinos aquí presentes de Saint-Émilion y Pomerol no han sido precisamente mimados por las circunstancias. Pero a pesar de todo, sus mejores hijos son francamente recomendables, pues podremos deleitarnos dentro de bastantes años con su riqueza aromática y su casta. En otras palabras, cada cual puede seguir comprando tranquilamente su Saint-Émilion favorito y su apreciado Pomerol, siempre que lo encuentren a un precio atractivo. Pero el año 2002 no es un año para la especulación. Lo mejor es comprar para disfrutar, y esto significa, en el caso de la mayoría de los vinos de la «orilla derecha», dentro de seis u ocho años. Barbara Schroeder y Rolf Bichsel cataron por segunda vez todos los vinos seleccionados anteriormente (y algunos casos dudosos). A continuación, presentamos los mejores. Los vinos de Pomerol, en general, parecen haberse desarrollado con más rapidez que los de Saint-Émilion y, por ello, en el momento de la cata resultaban un tanto más accesibles y equilibrados. Por otra parte, los mejores terruños tienen una clara ventaja. Los aficionados al Pomerol con casta encontrarán algunos vinos excelentes, pero es absolutamente imprescindible dejarlos reposar en la bodega. 16 Clos L’Église Buena mezcla de casta y suave estilo complaciente, excelentes hechuras. Termina frutal y algo alcohólico: una buena inversión en este difícil año para el Pomerol. 2008 a 2016. 16 Château Le Bon Pasteur La vida es demasiado corta como para desperdiciarla con vinos malos. O con los que sólo ofrecen placeres intelectuales... Y eso es, precisamente, lo que no le ocurre a este vino de turgentes pechos, hechuras perfectas, seductor con su frutalidad de ciruela, florales notas de roble y taninos bien enmascarados. Para comérselo. 2006 a 2012. 16 Château Le Gay A pesar de la aspereza que le impone su añada, está francamente conseguido, con cierta casta, ante todo coherente consigo mismo. Muy recomendable. 2008 a 2015. 16 Château Latour à Pomerol Wie alle Moueix-Weine betont fruchtig und sehr ausgewogen trotz seiner spürbaren Dichte. Die Tannine sind gewiss kantig, aber genau richtig. Wird herrlich schmecken in vier bis acht Jahren. 2008 bis 2014. 16,5 Château Clinet Recomiendo a quien quiera beber dentro de cuatro o cinco años un gran Pomerol de 2002 que olvide el intelecto y se permita el lujo de comprarse una botella de Clinet. Porque este vino lleno y aterciopelado, con tan sólo un deje amargo en el final, es sencillamente un placer. Eso vale lo suyo y merece una buena nota. 2006 a 2010. 16,5 Clos du Clocher Hace plenamente justicia a sus modelos y brilla por su equilibrio y sus hechuras precisas. Muy recomendable. 2008 a 2020. 16,5 Château Nénin Generalmente catamos este vino junto al Léoville Las Cases, pero esta vez, por casualidad, se hallaba situado entre La Conseillante y Vieux Certan. Tanto más impresionante fue su actuación. Nénin presentaba aromas especiados, carnosidad, frutalidad y casta, y si no fuera por su final un poco duro, por otra parte algo normal en esta fase de maduración, le habríamos dado una puntuación aún superior. 2008 a 2016. 17 Château Trotanoy Su estilo es algo abrupto y cerrado, como es frecuente en este estadio, pero tiene mucha casta y unos excelentes taninos concentrados sin ángulos ni aristas. Es imprescindible dejarlo madurar, aún puede mejorar mucho. 2010 a 2020. 17,5 Château L’Évangile Nariz maravillosamente floral, en boca redondo y lleno, suave y largo, con taninos maduros y crujientes, se presenta lleno, denso y con contenido, el final es más que sabroso. 2008 a 2020. 17,5 Château La Fleur Pétrus Sencillamente arrollador con su estilo frutal y mineral, especiado, denso y aterciopelado, muestra casta y resulta muy largo: nunca decepcionará. 2008 a 2016. 18 Château La Conseillante Se yergue como un monolito errático de entre los muchos y ciertamente bien hechos vinos de Pomerol, resulta denso y poderoso, seco y anguloso, aunque ya revela su futura elegancia. Pero atención, en esta fase es imbebible, claramente necesita madurar. 2012 a 2030. 18 Château Lafleur Un vino increíble. Este año, en el que hasta los más grandes terruños han producido vinos más bien secos, Lafleur seduce por su especial estilo aterciopelado y especiado, y no se puede negar que beberlo ya es un placer. Sólo en el final muestra, además de sus componentes frutales, un deje que dureza. Impresionante, inusual, grande. 2008 a 2018. 18 Vieux Château Certan Soberbio. En el ataque resulta un poco más accesible que su contrincante directo La Conseillante, más seductor y airoso, pero termina igualmente seco y con casta. ¡Qué densidad, qué carácter! Elevamos las apuestas... 2010 a 2020. 19 Château Pétrus Puede que 2002 no sea el año del Pomerol, pero de este Pétrus se hablará durante mucho tiempo. Hoy presenta fuerza pura y casta, cierta robustez y una densidad de textura inusual para esta añada. A esto se añade un enorme potencial aromático, como el que se produce en los años en los que la uva ha madurado hasta el límite. El hecho de que todo ello armonice con tanta perfección quizá sea el resultado de un gran terruño, pero con seguridad también el mérito de unas personas que saben lo que es un gran vino. Tiene todo el potencial para entrar a formar parte de la Historia como uno de los más grandes Pétrus. Ha sido la sorpresa de esta cata. 2015 a 2030. Los taninos duros y amargos son una de las características de esta cosecha en Saint-Émilion. En el mejor de los casos, se esconden hábilmente tras la madera dulce; en el peor, la elaboración los potencia aún más. A pesar de una estructura casi siempre impresionante, que hace pensar en una maduración larga, habrá que procurar que no se nos pase el momento álgido de su maduración. Pasado este momento, aunque estos vinos no resultarán oxidativos, sí se volverán angulosos y extenuados. 16 Château Berliquet Púrpura intenso; tremendamente seductor con sus aromas de bayas oscuras y especias; gusta por su frescor y casta, los taninos son duros y algo amargos, como es habitual en esta añada. 2008 a 2014. 16 Château de Pressac Todo es coherente en su frutalidad y especiado: la sabrosa e intensa fruta, la densidad adecuada, el final de frutillos maduros, los taninos bien integrados, sorprendentemente suaves y frescos ya en este estadio; tiene encanto y elegancia. Un vino espléndido. 2008 a 2014. 16 Château Haut Sarpe Todavía muy marcado por la madera en este estadio; café y chocolate, cereza; en cambio, la fruta es para comérsela y los intensos y maduros taninos apenas resultan amargos ni ásperos. En conjunto, no carece de casta y es especialmente notable este año. 2008 a 2016. 16 Château La Gaffelière Si no fuera por el final algo áspero y toscamente tejido, que ya nos llamó la atención en primeur, este vino merecería una calificación más alta, pues revela cierta elegancia y posee unos aromas agradables y muy prometedores. Hay que estar atentos para no dejar que pase el momento óptimo de su maduración. 2008 a 2014. 16 Château Troplong Mondot Los taninos aún son determinantes, la madera los envuelve acertadamente, confiriéndole al vino una nota floral. En conjunto, buenas hechuras; responde a las expectativas. 2009 a 2018. 16 La Chapelle d’Ausone Decididamente jugoso, a pesar de los taninos ásperos, pues éstos se pierden en la exuberante fruta. 2009 a 2013. 16,5 Château Belair A pesar de la difícil fase de cata en la que evidentemente se encuentran muchos vinos de Saint-Émilion, resulta bien perceptible el equilibrio y frutalidad que caracterizan a este vino. Madurará hasta convertirse en un vino fiable, que responde a las condiciones de su cosecha. 2010 a 2015. 16,5 Château Bergat Seductora nariz con aromas de cereza; fruta intensa y jugosa, denso y largo, con taninos aún jóvenes, ásperos y angulosos, pero bien integrados, con un componente amargo y notas de humo en el final. Coherente, como en primeur. 2007 a 2014. 16,5 Château Cros Figeac La madera de roble, magistralmente empleada, resalta la frutalidad, los taninos son ásperos y recuerdan a la pimienta, como es habitual en esta añada, y el conjunto está logrado de manera coherente. Estupenda botella. 2008 a 2015. 16,5 Château Grand Mayne ncreíblemente sabroso con sus jugosas notas de zarzamora y sus taninos angulosos y ásperos, aún más refinados por la elaboración. Un buen vino. 2010 a 2020. 16,5 Château Pavie Macquin Intenso, fresco, denso, vigoroso, con casta y muy largo: todo encaja en este vino excepcional, cuya embriagadora frutalidad se prolonga hasta el largo final. Altamente deleitable y recomendable, al madurar podría incluso subir otro medio punto. 2008 a 2020. 16,5 Château Trotte Vieille Responde a lo que ya indicaba la cata en primeur. Vuelven a hallarse las notas terrosas, el estilo fresco y crujiente, la densidad y aspereza... Aunque sólo fuera por haber elaborado el buen potencial con tal exactitud, los vinicultores merecen la enhorabuena. 2009 a 2018. 17 Château Beau-Séjour Bécot La precisión no es asunto fácil cuando se trata de un producto vivo como lo es el vino. Pero este BSB resulta francamente preciso a la par que fresco, con taninos crujientes y un seductor final de frutillos. Siempre será sabroso y, a pesar de un final muy seco, ya se puede disfrutar bebiéndolo. Un extraordinario placer. 2008 a 2018. 17 Château Cadet-Piola Una vez más, con hechuras fuera de lo común. Los vivaces taninos, ciertamente ásperos, se ahogan en una textura seductoramente frutal, el final es interminable: aún debe madurar. 2010 a 2020. 17 Clos Fourtet Ha perdido muy poco de su clase durante los 18 meses transcurridos desde la cata en primeur. Frutal y denso, complaciente sin ser tosco, únicamente muestra un final algo duro, lo cual no deja de ser normal para la fase en la que se encuentra actualmente. 2009 a 2020. 17 Château La Serre Mantiene su habitual estilo discreto, agradablemente frutal y especiado; posee gran elegancia y una finura rara en su añada, taninos pulidos a la perfección, frescor; la madera está presente, pero perfectamente integrada. Cumple todas las promesas del primeur. ¡Soberbio! 2008 a 2018. 17 Château Tertre Rôtebœuf Un Tertre individualista, cuya madera especiada combina bien con los taninos, que recuerdan a la pimienta y a los posos de café. Posee carácter, y en él reside su encanto. Deberá madurar durante más tiempo que las añadas “más maduras” de esta finca, y en cuanto a la calificación, aún podrá mejorar. 2010 a 2016. 17 Château Magdelaine No es la primera vez que recibe el Premio del Jurado al equilibrio y al encanto este vino extraordinariamente elegante y frutal, que tampoco carece de plenitud ni de longitud. Siempre será un placer. 2006 a 2016. 17.5 Château Canon Ya en primeur llamó positivamente la atención y ahora confirma la impresión de entonces: sin ocultar la aspereza propia de la añada ni los correspondientes taninos que recuerdan a la pimienta, brilla por su finura y su aterciopelado, es denso y lleno. Un pequeño milagro, teniendo en cuenta su situación en primeur, y uno de los mejores vinos de su región. 2010 a 2020. 18 Château Angélus Increíblemente robusto y, no obstante, lleno de nobleza, con taninos perfectos, frescos y vivaces con mucha casta. Una vez más, Angélus muestra su clase y defiende su posición en el grupo superior de Saint-Émilion. Debe madurar. 2010 a 2020. 18 Château Figeac ¡Qué espléndida botella de vino! La Cabernet domina claramente y marca la aromática de este vino, la fragancia a grosellas negras se percibe desde medio metro de distancia. Luego en boca es concentrado, denso, vigoroso, con casta, pero también frutal y lleno; incómodo en esta fase, como debe ser, con un increíble potencial: se trata de uno de los Figeac más individualistas de entre todos ellos y uno de los mejores vinos de su región. 2010 a 2030. 18 Château Ausone Aromática compleja e interesante, es especiado y mineral, en boca intenso y denso, hechuras sólidas y firmes con taninos duros pero no amargos, increíblemente intensos y un final que no parece acabarse nunca. Pura casta. 2012 a 2025. 18 Château Cheval blanc Inicialmente cerrado, tras airearlo la aromática se revela increíblemente compleja con notas de cuero, tabaco, moca; el amargor anotado en primeur ha desaparecido, la textura se ha reafirmado, apoyada por unos taninos vigorosos, tremendamente firmes y frescos. De gran finura y precisión. 2010 a 2025.

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