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Ensayo sobre la Bobal

  • Redacción
  • 2006-12-01 00:00:00

Cólo hay que desviarse unos kilómetros de la rápida autovía A-3, perderse por una de aquellas estrechas carreteras interiores, parar en un alto donde la vista domine, para sentir la comarca de la Manchuela bajo otro prisma. La tierra rojiza se contrae, entre pequeñas colinas que ofrecen una panorámica relajante, donde el espíritu se recrea y goza de su limpieza de aromas o de la intensidad cromática, desde los verdes oscuros de los pinos, los vistosos campos de cereal que, según la estación, cambian de tonalidad, la blancura de los pueblecitos y, cómo no, las hileras bien formadas de la viña. Aunque sea una visión bucólica del campo conquense la verdad es que no es fácil la vida del viticultor en esa comarca donde un kilo de uva no vale gran cosa, procedente generalmente de pequeños majuelos que pocos recuerdan cuando se plantaron. Vides que buena parte de ellas han sobrevivido a la filoxera y que apenas si dan unos cuantos gramos por cepa. Durante muchos años esta maravillosa materia prima ha pasado a engrosar el limbo del granel de las cooperativas con más pena que gloria. En los últimos tiempos parte de ellas han sido rescatadas por personas que saben lo difícil que resulta obtener estos productos. Como José Antonio Ponce, que después de realizar los estudios de viticultura y enología ha vuelto a Iniesta, su lugar de nacimiento, para trabajar los viñedos de la familia. Y trae una filosofía muy racional: hacer una viticultura totalmente ecológica para rescatar del olvido esas uvas de la variedad Bobal en pureza. Se hizo cargo de unas 22 hectáreas de viña, la más joven con más de treinta años pero también descubrió un pequeño majuelo de ¡media hectárea! con más de 60 años y cepas prefiloxéricas que le causó gran impresión. Esas uvas las vinificó aparte, el mosto resultante lo acomodó en barricas de roble francés y se crió con sus lías finas durante once meses, al cabo de los cuales se embotelló sin clarificar y filtrar. El vino expresa la originalidad de la Bobal, su gran dimensión aromática, su boca carnosa, concentrado, de generosa graduación alcohólica; es decir, posee todos los ingredientes para aguantar en botella unos años, evolucionando a mejor. El inconveniente es que solo 1.500 botellas han visto la luz y muchas de ellas ya han rendido pleitesía a la impaciencia de sus propietarios. Si por suerte cae algún ejemplar en nuestras manos erraremos con la eterna duda existencial (de nuestra existencias, claro): ¿abrir o no abrir? P F 2005 Bodegas y Viñedos Ponce C/ La Virgen, 34 – 16235 Iniesta (Cuenca) Tel. 677 43 45 23 ponce@iniestahoy.com Precio: 15 euros.

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