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LEYENDAS: CHÂTEAU PÉTRUS

  • Redacción
  • 2007-02-01 00:00:00

Poderío y encanto Tiene fama de ser uno de los vinos más exclusivos del mundo. El atributo de “leyenda” le va como anillo al dedo. Quizá ya existan en el mundo vinos más raros y caros que Pétrus. Pero ninguno es tan legendario. Y eso que su fama es reciente. Cuando los príncipes y los presidentes norteamericanos se interesaban por Lafite, Yquem o Margaux, por un Montrachet o un Romanée-Conti, Pétrus aún era un completo desconocido y posiblemente en sus viñedos ni siquiera crecieran cepas todavía. En su primera mención en una clasificación bordelesa aún se contaba entre los vinos burgueses. Tanto más fulminante fue su ascenso. En 1879 fue el mejor vino de Pomerol y, tras la Segunda Guerra Mundial, poco a poco se fue convirtiendo en el vino de Burdeos más caro y apreciado de todos ellos. En 1949 se sirvió en el banquete de boda de la reina de Inglaterra, en los años 50 lo bebieron Kennedy y Einstein, y en 1959 superó por primera vez el precio de todos los demás vinos de Burdeos. El secreto del éxito de Pétrus reside en su estilo inimitable, que aúna opulencia y elegancia, vigor y refinamiento. En este sentido, pertenece a los verdaderos arquetipos del vino. A la impresión de plenitud y aparente suavidad que en un primer momento le hace parecer femenino y accesible, sigue súbitamente el vigor y la fuerza; pero ésta no se potencia hasta la ostentación y la jactancia, más bien al contrario, termina lleno de encanto. Muy pocos vinos son capaces de ofrecer tal momento de perfecta armonía como un madurado Château Pétrus. Historia Pétrus se menciona por vez primera en 1837. En 1923 la finca, apenas rentable, pasó a manos de Madame Loubat, también propietaria del mejor restaurante de la cercana Libourne. A partir de 1964, fue adquiriendo la mayoría del viñedo el comerciante de vinos Jean Pierre Moueix, que había reconocido pronto la calidad de estos vinos y a quien la finca debe su fama mundial. Situación La parcela, de apenas 11,5 hectáreas, está situada a 40 metros sobre el mar, en el punto más alto de Pomerol. La curiosa característica de este viñedo es que su superficie está cubierta por una capa de unos ocho metros de espesor de un denso lodo negro azulado mezclado con arena. Este árido suelo entorpece el crecimiento de las vides, pero garantiza el suministro de agua. Añadas Entre las más grandes añadas de Pétrus después de la Segunda Guerra Mundial se cuentan 1947, 1961, 1970, 1971, 1982, 1989, 2000 y 2005. Pero Pétrus es de esos vinos que también son excelentes en los años problemáticos. Es un vino de maduración lenta. La cosecha de 1970 todavía posee una asombrosa vitalidad, la de 1989 acaba de llegar a su momento óptimo, la de 1990 aún debería descansar. Añadas como 1999 y 1996 ya se catan con agrado, 1994 y 1993 ya son excelentes, 1995 y 1997 se acercan a su momento óptimo. Precio Anualmente sólo se embotellan 26.000 botellas de Pétrus, ni siquiera la mitad de lo que normalmente produce un viñedo del tamaño de las parcelas de Pétrus. La razón no es sólo la rigurosa política de limitación de cantidad, sino también la minuciosa selección. Lo que no vale para Pétrus se emplea para hacer un Pomerol sencillo. Aunque en lo que respecta a la política de los precios se mantiene la mayor discreción, el precio de salida de una botella no es enorme, pero debido a la demanda y a la especulación que ésta conlleva, rápidamente alcanza una altura vertiginosa. El 29 de octubre de 2006, una botella de 1943 cambió de manos durante una subasta de Christie’s en París por 2.100 euros. Dos semanas antes, seis Magnum de 1995 alcanzaron en Ginebra los 12.500 euros y doce botellas del muy buscado 1989 llegaron a 28.000 euros. La legendaria cosecha de 1982 asciende hasta unos 3.000 euros la botella, a unos 100 euros el sorbito.

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