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Rojo y Negro

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  • Redacción
  • 2014-05-29 11:36:18

Felipe Gutierrez de la Vega dejó el mar por la tierra allá por los años setenta, pero su casa, su bodega, sus vinos, concentran el poso de historia, de cultura, de profundidad y de sabor maduro de todo el Mediterráneo.

www.bodegasgutierrezdelavega.es

La idea de personificar el vino a través de la literatura y la música se inauguró con la marca que es emblema de la bodega, el Casta Diva, dedicado a Bellini y a Montserrat Caballé, cuyo canto acuna las barricas en la bodega tallada en piedra viva. En los 80 verían la luz  el Ulises de Joyce, el Rojo y Negro de Stendhal, el Tambourine de Dylan o el Viña Alejandría de Kavafis. Y con ellos los premios constantes.

Cuando se asentó con su compañera Pilar en ese Mediterráneo interior que es el pueblecito de Parcent, en las viñas familiares, tan cerca y tan lejos de las playas turísticas, inauguraron una forma de vida y de trabajo basada en el respeto y homenaje a lo natural, la cocina del pan, el ajo, el aceite de oliva, el vinagre, la miel, la naranja, los arroces elaborados artesanalmente y la recuperación y creación de hasta catorce vinos que han exprimido lo mejor de la tierra y de las uvas locales, los olvidados fondillones a la antigua, el esplendor solar de la Moscatel, la profundidad de esta variante de la Garnacha que aquí llaman Giró, de la que nace el Rojo y Negro.

La viña está orientada al sur en el valle de Xaló -el río Jalón-, que anima este rincón de la Marina Alta, de ahí su nombre: Solana del Jalón. Tierra roja arcillosa y calcárea, a 400 metros de altitud, plantada en vaso hace más de 40 años. Salen 5.000 botellas. La vendimia manual macera y fermenta en toneles abiertos y madura en roble francés 14 meses. Este es el resultado de ese mimo.

 

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