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Noah Gordon, ¿el vino es un tema para un best-seller?

  • Redacción
  • 2008-09-01 00:00:00

Con El médico y El chamán, este autor de grandes éxitos de ventas ha llegado a un público verdaderamente amplio. En octubre de 2007 se publicó La bodega, su último libro, ambientado en el mundo del vino español. Texto: Andreas Seidl Señor Gordon, el próximo mes de noviembre cumplirá usted 82 años. ¿O son 70?? (Se ríe.) En realidad no parezco tan mayor, ¿verdad? ¿Escribir le mantiene joven?? Escribir mantiene despierto mi espíritu. Así no sólo puedo decir que estoy vivo, sino viviendo realmente, interesado por las cosas que pasan. En estos momentos, me interesan las disputas entre los políticos. Nuestro sistema es sencillamente espantoso. ¿Qué quiere decir exactamente con espantoso? Yo soy demócrata, ¿sabe usted? Durante las primarias del Partido Demócrata, ambos candidatos no hicieron más que acusarse mutuamente. Todos los contenidos importantes, todos los problemas quedaron olvidados. En mi casa, vivimos una situación bastante tensa. Yo apoyaba a Obama y mi mujer, Lorraine, se mostraba favorable a Clinton. Ha sido una situación poco habitual, porque llevamos casados mucho tiempo y casi siempre compartimos la opinión en cuestiones políticas. En su último libro, La bodega, las intrigas políticas también desempeñan un papel importante. Pero el tema principal es el vino y la vinicultura en el siglo XIX. ¿Se presta este contenido para escribir un best-seller? Yo no escribo best-sellers, sino libros. Naturalmente que me alegro si mis libros gustan a mucha gente. Pero si me preguntan cómo se escribe un best-seller, la respuesta es: “No lo sé”. Hace ocho años publiqué un libro, El médico de Zaragoza, que trata de una época muy dura de la Historia de España. En algún momento pensé: “¿Por qué no escribir un libro situado en una época menos cruda?”. Claro que también hay elementos trágicos en el libro, guerra y violencia, pero en general trata de personas con una actitud positiva frente a la vida. Entonces estuve meditando sobre qué aspecto de España es especialmente hermoso, además de las gentes y el paisaje. Y así llegué al vino. Y pensé: “Así, hasta el proceso de documentación será entretenido”. (Se ríe.) Mi hijo y yo fuimos a visitar una serie de bodegas. Hablé con los vinicultores sobre sus antepasados, la evolución del vino español, el suelo, los procedimientos químicos y el terruño. Entonces, ¿es usted un verdadero experto en vinos con una gran bodega? En realidad, crecí sin tener mayor contacto con el vino. Sólo bebíamos vino en las bodas judías, un jarabe dulzón del que nunca tomábamos mucho. Cuando probé por primera vez vinos verdaderamente buenos, ya era un hombre de mediana edad. Al principio no era capaz de distinguir una botella de dos dólares de un buen vino. Sencillamente me bebía lo que tenía en la copa. Poco a poco fui interesándome más por el tema y hace algunos años encargué la construcción de una pequeña bodega para 220 botellas hecha con tubos de terracota. Para documentarse, ¿entrevistó también a periodistas especializados en el mundo del vino? No, para el libro no. Naturalmente leo revistas de vinos para aumentar mis conocimientos como consumidor. ¿Qué opinión le merece su compatriota Robert Parker? Sé que ha sido criticado por su sistema de puntos. Tampoco creo que nadie sea capaz de distinguir sin atisbo de duda la diferencia entre un vino que tiene 88 puntos de otro con 91. Pero, como lector, uno se puede imaginar muy bien la diferencia entre un vino calificado con 88 puntos y otro que ha recibido 71. Es un sistema de valoración que puede resultar muy útil. La bodega, como es habitual en sus libros, se desarrolla sobre el trasfondo de la Historia de Europa. ¿De dónde procede su interés por el pasado del Viejo Continente? Posiblemente porque soy hijo de inmigrantes por parte de padre. Mi padre fue uno de los judíos rusos que emigraron a América. Aunque la cultura judía sí me fue transmitida, no así las raíces rusas. Ya de niño sentía una gran curiosidad por la historia de otros pueblos, pues sabía que mis propios antepasados procedían de otra cultura. Tiene usted una comunidad de fans en Europa, pero no en Estados Unidos. ¿Se interesan menos sus compatriotas por el pasado europeo? No soy de esas personas que consideran a los estadounidenses incapaces de interesarse por temas ajenos a los de su país. El hecho de que haya funcionado de otra manera más bien tiene que ver con las distintas condiciones de publicación. En los Estados Unidos logré mi primer best-seller en 1965. Si luego no se publica muy pronto el siguiente libro, se corre el riesgo de deslizarse hasta una especie de tierra de nadie. Además, mi agente estadounidense cambió de empresa poco antes de que El médico saliera al mercado. Por ello, como se suele decir de los autores en tal situación, me quedé huérfano. Antes pensaba que un buen libro se vendería de todas formas. Pero luego tuve que constatar que no es así. En España y Alemania, todo fue distinto. La gente se comprometió intensamente con mis libros. Además de su gran éxito entre los lectores, también ha recibido varios premios literarios. ¿Sigue usted leyendo las críticas? Aunque todos los escritores lo dicen, en mi caso realmente es así: ya no leo las críticas. El problema es que las buenas críticas te ponen mejor de lo que eres, y las malas, peor... El protagonista de La bodega es joven y sigue evolucionando constantemente. También en El médico el protagonista es un personaje adolescente. Parece que se interesa por la juventud... Sí, ese tipo de personajes me interesa mucho. La juventud es un tiempo verdaderamente dramático por todos los retos que trae consigo esa edad. Ésos son los retos que también se le plantean a Josep en La bodega. Cuando de repente tiene que defenderse solo y no tiene ningún amigo en el que apoyarse, al principio se siente desconcertado. Y tiene miedo, mucho miedo, a arreglárselas solo en el mundo. Cuando se está escribiendo algo así, se llega a sentir el mismo miedo que el personaje. Y de eso se trata a la hora de escribir: de sentirse absorbido por los personajes. Su protagonista vive tiempos difíciles. En su biografía, usted ha escrito que también ha pasado por épocas duras. ¿Qué quiere decir con eso? Crecí en la época de la crisis económica mundial. Muchos miembros de mi familia no tenían trabajo. Me acuerdo de un tío mío que pasaba los días sentado mano sobre mano. Aunque éramos muy pobres, no recuerdo haberme acostado jamás hambriento. Además, como parte de un gran clan familiar, me sentía muy protegido. Y luego están los dos años que pasé en el ejército. Nunca estuve en una situación de verdadero peligro, porque no me llamaron a filas hasta casi el final de la guerra y no estuve involucrado en ninguna acción bélica, pero el ejército no me gustaba. Nunca se podía preguntar “¿Por qué tengo que hacer esto?”, y eso me parecía absurdo. Es decir, nunca habría podido llegar a ser un buen soldado. ¿Y los buenos tiempos? ¡La familia! Soy una persona absolutamente familiar. Cuando se reúne la familia al completo para el Día de Acción de Gracias, somos 50 personas. Hay mucha animación, los niños juegan... Y naturalmente, está mi propia familia, mis tres hijos y nietos. Uno de mis nietos es muy buen futbolista, quizá llegue a jugar en Europa algún día. (Se ríe.) Y mi mujer, con la que estoy felizmente casado desde hace más de cincuenta años. Un escritor necesita una esposa verdaderamente valiente, y así es Lorraine. (Se ríe.) ¿Cree usted que sus libros aún se leerán dentro de cincuenta años? No sé durante cuánto tiempo se leerán mis historias. Recientemente he oído decir que John Grisham no cree que sus libros vayan a interesar a nadie dentro de cuarenta años. Mi primer gran éxito, El rabino, se publicó en 1965 y todavía se lee. Así que puedo considerarme muy satisfecho en ese sentido. Pero si dentro de cincuenta años tendré muchos lectores o no tampoco es una cuestión demasiado importante. Cuando era niño, sólo ansiaba dos cosas: de mayor, quería ser periodista y escritor. Y he conseguido ambas cosas. ¿Qué prepara después de La bodega? Mi intención ahora es publicar un libro de relatos cortos. Si para escribir una novela necesito una media de cuatro años, esto significa sencillamente que no podré escribir muchas novelas más. En mi juventud ya escribía relatos cortos que vendía a diversas revistas. Me alegro mucho de poder empezar a trabajar en esto ahora. Noah Gordon Noah Gordon alcanzó la fama a nivel internacional como escritor con su novela El médico, un fijo en las listas de los libros más vendidos de todo el mundo durante los últimos años. Su última novela, La bodega, fue publicada en España el 24 de octubre de 2007 por Roca Editorial. El escritor, que el próximo 11 de noviembre cumplirá 82 años, lleva casado 57 con su esposa, Lorraine, con la que tiene tres hijos. Viven cerca de Boston.

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