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Imported Item - 2013-10-09 14:27:11

  • Redacción
  • 2010-07-01 00:00:00

La bodega que fuera primera exportadora de Finos de Jerez en manos de su fundador, Manuel María González, y de su tío y mentor, el famoso Tío Pepe, cumple 175 años. La sonada fiesta merece un emotivo recorrido por su andadura pionera, sembrada de hitos, personajes, creaciones y, sobre todo, vinos y brandies que han hecho y siguen haciendo historia. Visitar la bodega jerezana es, para los 250.000 enoturistas que pasan anualmente, una experiencia deliciosa e inolvidable en muchos sentidos. La propia calle es un homenaje al nombre del fundador, lo que da idea de la importancia de su obra, no sólo en el mundo de los vinos sino en la propia ciudad donde González Byass, a lo largo de sus 175 años, ha sido puntal de desarrollo económico, social e incluso financiero para llevar a cabo obras públicas vanguardistas en cada época. Atravesar el portón es entrar, como Alicia, en un país de maravilla, donde los ratoncitos suben escaleras minúsculas para tomar su aperitivo, su Fino diario, y los toneleros parecen ensayar una película en blanco y negro; donde conviven armoniosamente los sedimentos del tiempo, las magníficas obras eifelianas, el racionalismo de Torroja, las cúpulas milagrosas, el autogiro de Juan de la Cierva, las oscuras soleras que duermen a la sombra de estera y cal, las firmas de reyes y presidentes de todo el globo, las botellas añosas, los árboles centenarios venidos de otros mundos... Todo, envuelto en un embriagador perfume que no es una frase hecha sino los invisibles aromas de criaderas y alambiques que regalan al aire los efluvios que en bodega se llama “la parte de los ángeles”. El grupo el completo Claro que hoy día González Byass ha traspasado los muros jerezanos y constituye un grupo que invita a recorrer la geografía vitivinícola española. Fue en 1982 cuando Bodegas Beronia, una de las más emblemáticas de la D.O. Calificada Rioja se une a González Byass. Con una comercialización de más de cuatro millones de botellas, controla más de 840 hectáreas de viñedo y tiene un parque que supera las 25.000 barricas que se reponen, como edad media, a los cinco años. Un año más tarde, en 1983, el grupo acogió una bodega amparada en la D.O. Cava y D.O. Penedés, Vilarnau, que elabora vinos y cavas desde 1948 y que se completó en 2005 con la inauguración de una nueva bodega construida al estilo chateau, en medio de sus 16 hectáreas de viñedos. Siguiendo su apuesta por la elaboración de calidad en distintos orígenes, González Byass ha recuperado la tradición de los vinos tintos en la provincia de Cádiz con Finca Moncloa, en Arcos de la Frontera, y en mayo de 2006 inauguraban una bodega de nueva construcción en Otero (Toledo) con 200 hectáreas de viñedo propio, donde producen y envejecen vinos de calidad. Se bautizó como Finca Constancia, nombre que homenajea la primitiva bodega de Jerez y que, como una premonición, sigue definiendo el espíritu tenaz e imparable de la firma. En julio de 2008, González Byass adquiere Viñas del Vero, la primera bodega por volumen y calidad de la D.O. Somontano que, con más de seis millones de botellas al año, absorbe el 45% de la producción de la pujante denominación de origen. Sus vinos componen un catálogo ejemplar de tipos y variedades de uva, Jóvenes, Crianza, Colección Viñas del Vero (Gewürztraminer, Chardonnay, Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah y Pinot Noir), Vinos de Autor (Clarión y Gran Vos) y las especialidades (el espléndido viñedo viejo y de altura de Secastilla, la primorosa envoltura de Blecua y Series Limitadas). Todo queda en familia La expansión de la firma, tanto en elaboración como en comercialización, fortalecida desde remotos tiempos por una visionaria vocación exportadora, podría dar idea de esa actividad global que lleva a perder carácter y personalidad. Sin embargo, en este caso, las fusiones esporádicas se han resuelto siempre a favor de la propiedad y gestión de la familia original. La casa sigue dirigida por la familia González, concretamente por la quinta generación de descendientes directos de su creador, Manuel María González, que ocupan puestos directivos. Y en la actualidad, la estructura accionarial se reparte entre la familia González (95,71%), Mercian Corporation de Japón y Haecky Holding de Suiza. Ambos han sido distribuidores de Tío Pepe durante más de 25 años. La herencia del Tío Pepe José María Ángel y Varga fue una de las primeras personas que ayudaron y asesoraron a su sobrino, el fundador, Manuel María González Ángel cuando se inicia en el negocio de los vinos. En aquel momento, en 1835, los vinos para la exportación eran los olorosos abocados, y ellos, por primera vez, adquirieron vino fino de diferentes casas, pequeñas partidas, de pocas botas, seleccionadas personalmente por el propio Tío Pepe entre algunos almacenistas. Pocos meses antes el Gremio de Vinatería había abolido la estricta prohibición de que una casa concentrara las labores de cultivo, crianza y exportacion y con las nuevas normas el joven Manuel María, a sus 23 años, alquila una pequeña bodega y envía las primeras 10 botas a Inglaterra en el barco Brillian. Todo está documentado en los añosos archivos, y lo que fueron simples cifras contables en su día hoy desgranan vida e historia plena de emoción, como las dietas del viaje del Tío Pepe a Manila o la incorporación del socio, Juan Bautista Dubosc, que aportaba sus contactos en Londres y que años después solicita a Jerez una cabra para criar a su primer bebé. Todo está en los papeles y es una invitación, una más, para una visita pausada y emotiva. La imaginación al poder Esos primeros pasos situaron la bodega en 1840 entre las 10 principales exportadoras; en 1851 la reina les concede el título de Proveedor Real, en 1855 reciben la primera Medalla en la Exposición de París... Y mientras empiezan a colaborar en la modernización de la ciudad, en la traída de aguas, en el primer ferrocarril urbano, la plaza de toros, la electricidad, la plaza de abastos... a la vez que incorporan los sorprendentes inventos a la bodega: las primeras máquinas de escribir, el teléfono, el automóvil memorable de uno de sus consejeros pioneros, el Marqués de Torresoto, que fue quien encargó a Juan de la Cierva un prototipo de su invento, el autogiro, para uso de la bodega. Se bautizó como Jerez y se empleó para viajes y carga. La máquina, de color escarlata y plata, llegó a Barcelona el día de Nochevieja de 1934 y causó tal sensación que el inicio de una corrida de toros hubo de posponerse hasta que la exaltación se hubo disipado. Eso por no hablar del acierto de su imagen publicitaria, que comenzó en vallas de camino, se lanzó al estrellato con el icono de sombrero y chaquetilla que creó Luis Pérez Solero en torno al año 1935 y que más recientemente incluso ha logrado un León de Oro en el Festival de Cine Publicitario de Cannes. Y detrás, siempre el vino Vida que bulle, imparable, a lo largo de esos 175 años. Nuevas bodegas, la primera Constancia, la excepcional construcción eifeliana de La Redonda, la innovadora Tío Pepe de Eduardo Torroja, incluso un barco propio. Y detrás, siempre el vino y sus adláteres, como los aceites y vinagres de Hacienda de Bracamonte o brandies como el Lepanto, cuya destilería y bodega por imperativo legal y por seguridad están separadas de la de los vinos, casi recónditas, protegidas por bellas rejas y serones que tamizan la luz hasta crear una deliciosa penumbra que sugiere misterio y magia. El brandy también se cría por el sistema de soleras y criaderas en barricas que antes han contenido los grandes vinos. El Lepanto, en botas de Tío Pepe; el Lepanto OV, en las de Apóstoles y Matusalem; y en las de Noé, el PX, que se presenta en un decanter diseñado por la Real Fábrica de La Granja. Si las cifras cantan, sorprende gratamente que, por ejemplo, en todas las catas nacionales e internaciones, en todas las comparaciones con los más grandes vinos, como en la reciente Guía del Vino Cotidiano editada por MiVino, la estrella de González Byass, el fino Tío Pepe, aparezca, con su “constancia” secular, calificado con la máxima puntuación. La razón hay que buscarla en las perfectas instalaciones, en el poso de la experiencia y, sobre todo, en el control de calidad permanente y sin fisuras que hizo a la bodega fundadora del Consejo Regulador y de un centro de investigación propio, el CIDIMA, que se inauguró en el año 1955 y que sigue analizando cada posibilidad de mejora en cada botella, desde las 900 hectáreas de viña en el triángulo de Jerez hasta las más remotas y actuales. Es la garantía de esos nombres ya eternos en la memoria: Tío Pepe, Alfonso, Solera 1847, Néctar PX, Croft, Apóstoles, Matusalem, Noé, Lepanto. Una lista casi tan larga como la de los personajes mundiales que han dejado su firma en los toneles, una lección de historia, desde testas coronadas hasta la flor y nata del arte de estos dos últimos siglos. Eso es solera, la misma que nutre sus soleras. Bodega gonzález Byass Calle Manuel María González, 12 11403 Jerez (Cádiz) Tel. 956 357 000 Fax. 956 357 044 www.gonzalezbyass.es elrincondegb@gonzalezbyass.es

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