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La viña que habita en Cebreros

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  • Redacción
  • 2018-02-27 13:57:00

La Denominación de Origen Cebreros, cuyo nacimiento tuvo lugar hace unos meses, ha sido el objeto de nuestro último viaje. Hemos querido conocer el viñedo, el entorno y la historia de aquellos que un día decidieron dar un paso al frente y comenzar a construir una figura administrativa que pudiera proteger y promocionar una actividad vitícola que se lleva desarrollando en la zona desde hace décadas.

E s probable que la viticultura no haya sido la principal vía de ingresos de las familias de la comarca, pero sí un complemento económico importante para una región que vive en gran medida del sector servicios y especialmente del turismo de fin de semana. Ubicada en Ávila, a poco más de una hora de Madrid, la recién estrenada D.O. está comprendida por 35 municipios de los cuales Cebreros es el que funciona como capital de la zona productora y le da nombre. Dos afluentes del Tajo, el Alberche y el Tiétar, serpentean por sus valles definiendo los microclimas que allí se dan junto con los majestuosos accidentes montañosos del Sistema Central. Este es un proyecto recién estrenado con nueve bodegas iniciales que está echando a andar y que necesita tiempo para tomar confianza y comprobar que todo el esfuerzo que han dedicado las partes implicadas no ha sido en balde, aunque no debemos olvidar que aquí algunos de los más reputados elaboradores del país llevan años haciendo grandes vinos y eso es un extra de motivación muy importante.

 

Diversidad de paisajes
Para escuchar los primeros latidos de la nueva D.O. era necesario pisar el mismo terreno, respirar el mismo aire y divisar las mismas cumbres que las cepas allí plantadas de Garnacha y Albillo. Estas son las dos uvas mayoritarias, aunque se puede encontrar algo de Tempranillo, Chelva, Garnacha Tintorera y alguna más. En el recorrido nos acompañan Marta Burgos, directora técnica; Rubén Díaz, viticultor y miembro de la Asociación Vinos de Cebreros, que es la que gestiona la Denominación de Origen; y Bárbara Requejo, enóloga de la Bodega Soto y Manrique. Es un día frío, pero calmado en cuanto a inclemencias meteorológicas, ideal para realizar labores de poda en la viña. De hecho, a lo lejos se podían divisar las columnas de humo formadas por la quema controlada de los sarmientos cortados. En el primer viñedo plantado en los que denominan El Galayo sobre un terreno de esquistos de pizarra, Rubén nos explica los diferentes tipos de suelos que se pueden dar en la zona. Aunque la mayor parte de los terrenos son graníticos más o menos disgregados, existen pequeñas zonas de pizarra como esta y la que se encuentra en la subida al castañar de El Tiemblo. Estos matices de composición marcarán la personalidad del vino sin lugar a dudas, pero la particularidad de la zona no solo la marca la naturaleza del suelo, sino otros aspectos como las variadas orientaciones de las laderas, la profundidad del terruño, las altitudes –que pueden ir desde los 500 metros hasta rozar los 1.100– y las poderosas corrientes de aire que pueden llegar a refrescar parajes que en otras latitudes serían cálidos, y en consecuencia influir en el ciclo de maduración de la planta. Una planta que este año ha sufrido lo indecible para poder dar el primer fruto calificado dentro de la Denominación de Origen. Heladas, granizos y la severa sequía que sufre el viñedo español han puesto a prueba la capacidad de respuesta de la viña. Aún podemos ver las heridas de guerra en los sarmientos desnudos, pero el campo es lo que tiene y hay que mirar hacia delante con la esperanza de que la próxima campaña el tiempo sea más benévolo.

Llegamos al siguiente viñedo, propiedad desde hace unos meses de la bodega Soto y Manrique y cercado con un muro de piedra que recuerda a los clos de la borgoña francesa. Esta delimitación física y las variadas orientaciones que se dan en él le confieren una estética distinta a la que estamos acostumbrados. En este caso, Bárbara considera que un cuidadoso trabajo en campo no solo garantiza la calidad del fruto, también preserva la integridad del paisaje. Esta es una zona donde las precipitaciones suelen llegar en cortos periodos de tiempo, por lo que se favorece la erosión de las laderas. No abusar de las labores de labranza minimiza el arrastre de la tierra. No obstante, de vez en cuando viene bien para oxigenar el suelo y eliminar las pequeñas hierbas que quitan humedad a la cepa.

Para acceder a la tercera parcela tenemos que cambiar de vehículo. Hace falta algo más robusto para poder llegar al viñedo de Javier Carvajal, un madrileño de Chamberí al que la crisis jubiló por adelantado. Entre fogones, un amigo y el fantaseaban con tener su propio vino algún día. Llegó a El Tiemblo hace cuatro años y le ofrecieron una viña con la condición de que la cuidara: solo media hectárea plantada en terreno pizarroso a 930 metros de altitud en una ladera norte de Gredos y en un paisaje de ensueño. Rodeada de pinos, trabajar aquella viña de más de 60 años es una delicia. Javier la mima con esmero y Daniel Ramos, un apasionado y reconocido elaborador de la zona que tiene entre manos unas 20 elaboraciones, le asesora y elabora con acierto el vino de aquel escondite vitícola.
De ahí a El Barraco, cuna de insignes ciclistas, donde nos detenemos en el paraje de San Marcos a observar una viña con una orografía llana donde el suelo está formado por granito bastante disgregado. La cooperativa de El Barraco recibe toda la uva del municipio. Actualmente, en un año decente de calidad y producción pueden entrar en sus instalaciones cerca del medio millón de kilos de uva, aunque antes de que se llegara a arrancar un buen puñado de cepas podían elaborar más de millón y medio. Este dato nos da una idea de la evolución del sector en una época en la que se subvencionaban los arranques de viña.

 

Vino de pueblo, parcela, viña
Estas menciones que proceden de la Borgoña francesa y que tantos quebraderos de cabeza han generado en las denominaciones decanas de nuestro país, se pueden utilizar en los vinos amparados por la D.O. Cebreros. Marta explica que esta concepción de dividir el viñedo para preservar el carácter de la viña y así expresarlo en el vino posteriormente se ajusta bastante a lo que se quiere conseguir en la zona. En la actualidad existen 150 hectáreas inscritas divididas en 299 parcelas. Este sistema tan disgregado favorece esta gestión del viñedo. Pero esto no solo es una cuestión de interpretar o entender el cultivo de la vid sin tener en cuenta lo que tenemos entre manos. Bárbara considera fundamental que para que el vino de parcela o de pueblo tenga sentido sea la Garnacha y no otra uva la que predomine en la región. Esta variedad tiene la cualidad de expresar de forma clara las diferencias de suelo, altitud y clima, por lo tanto es sensato trabajar en esa dirección. Así se puede capturar en una botella de vino el sabor del paisaje en el que la viña recoge su esencia y la entrega en forma de uva.

Rubén cree que estas elaboraciones son una gran posibilidad para posteriormente hacer una cata vertical donde la añada marque el carácter del vino. Algo así como si el vino fuera transmisor de lo que ocurrió un determinado año en esta zona. De la otra forma, mezclando viñas de diferentes cualidades, el factor añada queda más diluido.
Lo que sí resulta novedoso es que en la normativa creada no se recogen los términos asociados a su estancia en barrica y botella que todos conocemos –crianza, reserva y gran reserva–. Marta nos explica que esto es así porque por un lado este sistema de clasificación no se ha utilizado nunca en la zona y por otro es una forma de adaptar la crianza de los vinos a las cualidades de ese año, por lo tanto se vuelve a primar el terruño sobre la elaboración.

 

Mucho más que vino
Una vez que hemos recorrido buena parte de la región y conocido a los padres de esta nueva Denominación, hemos llegado a la conclusión de que la D.O. Cebreros no es solo vino. Esta es la base de un proyecto global que debe impulsar otros sectores de la región como la hostelería, los alimentos de la tierra y un turismo rural de calidad que servirán para hacer prosperar a los pueblos de la comarca. Un buen ejemplo puede ser el proyecto enoturístico de la bodega 7 Navas. Rafael Mancebo está desarrollando la idea de fusionar visitas a la bodega con catas a grupos particulares e incluso comidas de gastronomía tradicional en un espacio pegado a la bodega acogedor, familiar y preparado para cualquier época del año. Proyectos así impulsarán la riqueza de la zona. Eso sí, para que permanezca en el tiempo todo este progreso deberá ser cuidadoso con el paisaje. Una vez más, el equilibrio entre el hombre y la naturaleza y una vez más la viña como medio de vida y herramienta agrícola para mantener ese paisaje vivo.

 

Los primeros vinos D.O. Cebreros

Naranjas Azules 2017
Bodega Soto y Manrique
www.sotoymanriquevo.com | Garnacha
Es el primer vino en el mercado con la tirilla de la D.O. Cebreros. Gran limpieza aromática y honestidad en los matices de fruillos rojos y flores. Fresca acidez y amabilidad en boca.

 

Finca Faustina 2014
Bodega 7 Navas
www.bodegagarnachaaltoalberche.com | Garnacha
Procede de un viñedo centenario a 1.100 metros de altitud. Aromas de fruta negra confitada y ahumados. Boca carnosa, rotunda, con buena sensación mineral en el posgusto.

 

Gaznata I Gredos 2015
Bodega Don Juan del Águila
www.donjuandelaguila.es | Garnacha
El carácter del suelo granítico se marca en el vino por su paladar envolvente. La sensación frutal es madura con matices de miel y un tanino noble que arma el vino. Final licoroso.

 


Bodega Daniel Ramos
www.daniel-ramos.es | Garnacha
Elaborado en ánforas fabricadas en El Tiemblo y con nueve  meses de maceración. Aromas anisados, frutos rojos y el recuerdos de la arcilla. Robusto en boca, leve sensación secante y final floral.

 

Manliana 2016
Bodega Vettones
Garnacha
Viñedo de orientación norte de El Tiemblo. Destaca su carácter balsámico y los recuerdos de endrinas en licor. Entra suave, con la sensación mineral bien definida y un final de golosinas.

 

Las Dehesillas 2014
Bodega Las Dehesillas de Cebreros
Albillo
Sorprende por sus aromas de manzana asada, finas hierbas y algún detalle ahumado. En boca tiene volumen, es sabroso y predominan los recuerdos florales.

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