- Antonio Candelas
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- 2025-05-12 00:00:00
Quien me conoce sabe que soy un firme defensor de esta uva castellanomanchega, algo así como un 'airenlover' o un militante impenitente de la 'airenrevolution' que se está produciendo. Hoy, las bodegas ya buscan y seleccionan viñas cualitativas de Airén o las rescatan cuando están a punto de ser ajusticiadas. Esto es una revolución en toda regla, y hay que contarla.
Durante años, esta uva blanca ha sido injustamente catalogada como una variedad de gran producción a la que se ha negado injustamente su valor cualitativo, pero esta idea merece una revisión. Para comprender la verdadera identidad de la Airén, es fundamental separar las distintas vocaciones de la viña: el embotellado de calidad, el granel y el destilado. Con más del 20% de la superficie vitícola española ocupada por esta variedad, es la uva blanca más cultivada del país y la segunda en general. Su reino está en Castilla-La Mancha, donde se encuentra más del 98% de su plantación. Esta extensión no es casualidad: su resistencia a la sequía y su adaptación a los suelos calizos de la región la han convertido en la variedad ideal para estas tierras.
Sin embargo, su historia no ha estado exenta de prejuicios. Durante décadas, se ha puesto el foco en su destino principal, que ha sido la elaboración de vinos a granel y la destilación para la industria del brandy, en especial en el triángulo formado por Villarrobledo, Socuéllamos y Tomelloso. Poco se habla de que aquí comienzan a gestarse muchos de los brandis de prestigio de nuestro país, algo que, lejos de ser un aspecto negativo, prueba que la Airén ha tenido una importancia clave en la elaboración de bebidas de alta calidad.
Es fundamental comprender que el vino no es un concepto único y uniforme. Existen distintas vocaciones dentro del sector y cada una tiene su papel y, por supuesto, su dignidad siempre y cuando se sea honesto y se busque siempre el mejor resultado posible. Mientras que el vino embotellado de calidad explora la expresión más cuidada de la variedad, el granel y la destilación cumplen funciones diferentes pero igualmente válidas dentro de la actividad vitivinícola. Lo que está ocurriendo actualmente con la Airén es que, sin renegar de su pasado, está conquistando un espacio en el segmento de los vinos embotellados de calidad. La diferenciación es esencial: no se deben establecer interferencias entre las diferentes vías de producción por injusto y porque confunde al consumidor.
Hoy la Airén está viviendo un renacimiento gracias, qué duda cabe, a la demanda creciente de vinos blancos y a la reinterpretación de su potencial por parte de enólogos y viticultores. Viñas viejas que han sobrevivido a la modernización del viñedo están ofreciendo vinos con una complejidad sorprendente. Los suelos calizos de La Mancha aportan un perfil mineral que, combinado con elaboraciones cuidadas, resulta en vinos elegantes y expresivos. Las tinajas ancestrales, una técnica tradicional que está recuperando su protagonismo, están creando vinos con una textura y una profundidad excepcionales. Además, la Airén está explorando nuevos formatos como los vinos naranjas (o encascados), siguiendo métodos tradicionales de maceración con las pieles que aportan mayor estructura y aromas complejos.
Por si fuera poco, los espumosos elaborados con esta variedad se están posicionando como una opción innovadora y fresca en el mercado, demostrando que la Airén puede adaptarse a diversas elaboraciones con excelentes resultados.
El renacimiento de la Airén es una historia que merece ser contada. De ser una uva poco apreciada ha pasado a convertirse en una opción seria para vinos importantes. El respeto por su tradición, combinado con una mirada respetuosa, está permitiendo que esta variedad muestre una cara desconocida y apasionante.
La Airén está dejando atrás su pasado de anonimato para reivindicar su lugar en el mundo del vino con propuestas frescas, expresivas y cargadas de historia. Un testimonio más de que, en el viñedo, la paciencia y la dedicación siempre dan sus frutos.